El patrimonio del prestigio

Nueva camiseta del Real Zaragoza
El patrimonio del prestigio
H. A.

Disfruté hace unos días de los sentimientos con los que se adorna uno de los actos más atractivos –el más emotivo– de los que impulsa cada año el Real Zaragoza: la imposición de las insignias de oro a aquellos abonados que han estirado a lo largo de cincuenta años su fidelidad al equipo de sus amores. 

Medio siglo ininterrumpido de lealtad, de entrega, de alegrías y de duelos, que también los hay: una vida enfundada con la camiseta de su equipo, de su amor de siempre.

Desfilan personas muy mayores y otras no tanto; orgullosos de ver reconocido lo que para ellos es una forma de entender la vida, su enorme cariño zaragocista. Y reunidos una treintena, acuden al encuentro de ilustrísimos como Canario, Severino Reija, Manolo Fontenla, Pepe Díaz, Nayim, Garitano, César Láinez o los exdirigentes Ángel Aznar y José Luis Melero, ruta reconocible de trayectoria blanquilla. Comparten el rasgo común de un brillo en los ojos en los que se manifiestan las emociones que ya no puede sujetar el corazón.

E hijos y nietos, y matrimonios, y allegados… comparten la alegría de sentirse copartícipes de la historia que ya sembraron sus propios antepasados, la que da sentido a la esencia del Real Zaragoza.

Porque acurrucados junto al rodar del balón, junto a los méritos acumulados en las vitrinas y el prestigio ganado por los campos de España y Europa, aquel puñado de enamorados de su Club conforman la razón de ser de la magnitud del Real Zaragoza. Un sello cincelado a lo largo de los años por quienes se han dejado la vida –como los homenajeados– por arroparlo, impulsarlo y sacarlo adelante.

La pérdida de esa perspectiva, del impresionante y admirable patrimonio que atesora semejante institución, conduce en demasiadas ocasiones a confundirse u olvidarse de su merecido respeto. Su prestigio e influjo adquieren una entidad singularísima en el orgullo de contemplar la insignia de oro en la solapa, y en el corazón y el alma, de esos que de año en año ponen de relieve su fidelidad. La que retrata la grandeza sobre la que se asientan los valores del Real Zaragoza.

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