Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

Poder y tiempo

Poder y tiempo
Poder y tiempo
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Cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire (…). Te regalan la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta…". Es lo que escribió Julio Cortázar en ‘Historia de cronopios y de famas’ (1962). 

El argentino describía así la tiranía que había traído la popularización del cronómetro de pulsera. Era una de las consecuencias del consumismo y también de la productividad crecientes.

Quienes tienen el poder siempre intentan controlar esa construcción cultural contingente que es el tiempo. Por eso ha habido un tiempo de la iglesia (maitines, primas, tercias…), de los reyes (en 1370, Carlos V de Francia ordenó que todas las campanas de París se sincronizasen con el reloj del palacio real) y también un tiempo del capitalismo (por eso a los trabajadores se les paga por horas).

En la Edad Media, el principal punto de referencia de la vida cotidiana fue el tañido de los campanarios, que marcaban las horas del campesino. En el Renacimiento, fue mediante los omnipresentes relojes de las catedrales, ayuntamientos y otros edificios oficiales. Y en la modernidad, las sociedades industrializadas encadenan a los trabajadores a las señales horarias de las fábricas.

Para explotarla, el poder ha ligado la existencia humana al tiempo de la actividad. Por eso la acción es constitutiva de la historia, pero no lo es de la cultura ni de la naturaleza ni de la religión. Disfrutemos, pues, desde hoy del tiempo contemplativo de la Semana Santa.

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