Por
  • Alfredo Compaired Aragüés

Bautismos civiles

'Bautismo de Cristo' fue declarado inexportable en 2019.
'Bautismo de Cristo' de Francisco de Goya. 
Abalarte

Algunos medios dan información de los llamados bautismos civiles, uno de los cuales fue oficiado en Cadrete por el alcalde socialista en 2019, tras la aprobación de una ordenanza pionera, según la información de HERALDO. 

Hasta el siglo XXI no aparece en España el ‘bautismo civil’, movimiento impulsado por el laicismo, aunque su origen se remonta a la Revolución Francesa, con motivo de la separación entre la Iglesia y el Estado.

Desde un punto de vista antropológico, estas ceremonias de bienvenida han existido a lo largo de la historia de la humanidad. Que algo similar aparezca en la sociedad contemporánea es una buena noticia al generarse vínculos con el nacimiento de un nuevo miembro. Pero en el contenido y forma de las ceremonias, los gobiernos inculcan elementos ideológicos que no son universales o que son objeto de discordia, defendidos solamente por partidos de izquierda como alternativa al bautismo cristiano. Quienes nos movemos en el mundo de las humanidades, avalamos la importancia de las pluralidades, ausentes en múltiples países, al no haber opciones políticas, religiosas o culturales. El laicismo es un movimiento más en la pluralidad.

Pero cada pluralidad debe poseer identidad, acorde con los contenidos, cosa que no observamos en el movimiento laicista, huérfano de lenguaje propio, cuando lo normal sería que hubiese transformación lingüística y no apropiación. Ante situaciones nuevas, hacen falta expresiones nuevas para clarificar y no confundir. En caso contrario, se genera banalización cultural. Lo mismo puede decirse de las ‘comuniones civiles’ para celebrar el paso de la infancia a la adolescencia, o del ‘matrimonio homosexual’, cuya raíz proviene del latín ‘matrimonium’, es decir, calidad de madre, al igual que sucede con ‘patrimonio’, calidad de padre.

De vivir Nietzsche, hablaría también de esta muerte del lenguaje, para superar el nihilismo en que va cayendo, que genera pobreza cultural. Y el materialismo marxista va más allá del bien y del mal, no poseyendo entidad propia, siendo ambos, productos del momento histórico, de modo que la verdad depende del paso del tiempo. No es inmutable, como defiende el idealismo, sino que está condicionada por las posiciones sociales.

En esta dinámica marxista anda la ideología laicista, con el mal llamado ‘bautismo civil’, pretendiendo adulterar el lenguaje. Al margen de su sacralidad, lo bautismal ha enriquecido durante siglos el mundo del arte con mosaicos, pinturas al óleo y al temple, con esculturas y arquitecturas, como el famoso baptisterio octogonal de Florencia. En colecciones y museos quedan los pinceles de Giotto, Prieto Perugino, el Greco, Tintoretto, Leonardo da Vinci o Francisco de Coya, cuyo cuadro bautismal ha sido subastado en Madrid por dos millones y medios de euros. Quién sabe si, con el paso del tiempo, el movimiento laicista podrá enriquecernos cultural y artísticamente, aunque no sea tanto como lo aportado por la cultura bautismal.

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