Por
  • Mario San Miguel Amo

Soriano, aragonés, policía y taurino

Fernando García Terrel
Fernando García Terrel
Carlos Moncín

Créanme si les digo que Fernando García Terrel no nació un uno de octubre, sino la víspera del día dos, jornada en que coincide la fiesta de los santos patronos de Soria y de la Policía Nacional.

Esto dejó marca en Fernando pues le añadieron como segundo nombre Saturio, hecho que lució con orgullo siempre, y se dedicó a ejercer con verdadera vocación de servicio público su labor en el Cuerpo Nacional de Policía.

Realmente casi las dos cosas le vinieron de serie, pues a la efeméride descrita hay que añadir que se trataba del hijo menor del comisario provincial y secretario del gobernador civil de Soria, y eso sí que deja impronta….

Tanto como para buscar, ya desde su niñez, las libertades individuales y colectivas que el “tener que dar ejemplo” le impedían disfrutar, dando como resultado una infancia y juventud en la que como nos contaba el mismo “me lo pasé realmente bomba, aunque mis padres no tanto…”.

De aquellas aventuras con amigos, de las excursiones, de sus sanjuanes… de todos sus recuerdos, inquietudes y aficiones nos ha dejado en prosa y en verso buen legado Fernando.

Supongo que llevaba buena parte de la genética de su tío Francisco Terrel, uno de los más destacados periodistas sorianos del pasado siglo.

A Zaragoza llegó con toda su familia cuando fue trasladado su padre, quien osó aplicar aquello de “la justicia es igual para todos”, que si resulta irreal en nuestra democracia imaginen en la España gris de la dictadura.

Y ya en tierra aragonesa, toda esa rebeldía juvenil se transformó en dedicación y estudio cuando decidió seguir los pasos de su padre, pero especialmente los de su hermano Julio en la policía.

Barcelona, Cádiz y principalmente Zaragoza; tres destinos para desarrollar su trabajo durante cuarenta y cinco años con un carácter conciliador y humano que hizo que, en una revista profesional, le describieran como el “poli bueno” y es que su gran corazón tenía huecos para todo y todos.

Fernando supo unir a su sobrio carácter castellano natal, la alegría andaluza, la nobleza aragonesa…y sobre todo la pasión.

La ejerció como marido de Mayte, como orgulloso padre de sus cuatro hijos…. como amigo, soriano, aragonés, policía o taurino…

Estas dos últimas facetas vinieron casi ligadas, pues aunó su condición de comisario a su afición al toro y ejerció la presidencia durante muchos años del Coso de la Misericordia, así como de las plazas de Tarazona, Ejea de los Caballeros, Calatayud y La Muela, donde con semblante serio e impertérrito aguantaba las broncas del personal dirigidas al palco de la presidencia.

Pero esa seriedad se tornaba en una sonrisa y una complicidad que transmitían sus azules ojos cuando le preguntabas por sus andanzas por Cádiz en su juventud o sus bien celebradas fiestas de San Juan, verdadera semana “santa” para él.

Inquieto y proactivo, ha promovido todo tipo de iniciativas sociales, culturales, taurinas o filantrópicas; y todo con una única condición: “no hablar ni de política ni religión”. Ahí queda su trabajo en el Mentidero de la Casa de Andalucía, el Foro Jose Luis Palomar, tertulias y rincones taurinos, sociedades gastronómicas…. Y por supuesto en nuestro Centro Soriano de Zaragoza.

Tuve el honor de “cederle los trastos” en 2012 y desde entonces y hasta el pasado mes de Mayo, su presidencia en la casa de los sorianos en Zaragoza ha sido una historia de éxitos en su gestión, actos y actividades.

Nueve años en los que ha logrado mantener al Centro Soriano, de la mano de esa gran familia que son directiva y socios, en un nivel destacado en unos años complicadísimos.

Querido amigo; “Fuimos a la Compra, fuimos a la Saca, y el Viernes de Toros fuimos a la plaza, los Agés probamos, luego las Calderas y después bailamos allá en la pradera…”

Lo seguirás, y seguiremos haciendo. Hasta siempre. 

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