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Las cuencas de vida

Un hombre con mascarilla camina por una calle desierta en Pekín
Un hombre con mascarilla camina por una calle desierta en Pekín
Reuters

Suena esotérico, pero no lo es. El término ‘cuencas de vida’ lo han acuñado los entendidos en Geografía Humana para referirse al espacio y el modelo de relaciones de las personas. Y desdice que en Madrid sea más difícil encontrarse con quien no te quieres ver, por más que Isabel Díaz Ayuso lo defienda como una ventaja de la capital española.

La anécdota de un amigo turolense corrobora la teoría de las cuencas de vida: se encontró a un paisano de su minúsculo pueblo al doblar la esquina de una calle… ¡de Pekín! ¡Una ciudad de 20 millones de habitantes! Así que la probabilidad de coincidir con una persona conocida no es inversamente proporcional al tamaño del lugar de procedencia, sino que tiene que ver con tu modus vivendi. 

Dicho de otro modo: puedes permanecer toda tu existencia en tu piso del barrio madrileño de Orcasitas sin ver el mundo por un agujero, y también puedes ser de pueblo, pero con mundología. Y esto último es mucho menos provinciano que lo primero, por más que vivas en la capital del reino.

Ese mismo amigo se instaló hace tres décadas en Zaragoza después de estudiar en Madrid. Al llegar conoció casualmente a un escritor que empezaba a despuntar en el mundo de la literatura. "¿Por qué no te vas a Madrid a triunfar?", le preguntó al turolense. "¡Pero si acabo de llegar de allí y aquello es la jungla! La vida aquí es más amable, y sus gentes también. No lo cambio por nada". Se acaba de publicar un informe sobre las virtudes de vivir en Zaragoza que coinciden con su apreciación, pero para gustos ya se sabe...

Por cierto, el escritor se instaló en Barcelona y allí sigue, triunfando con sus libros. Como canta Rosendo, "maneras de vivir". 

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