Por
  • María Pilar Benítez Marco

Nosotras y el 23-A

Opinión
'Nosotras y el 23-A'
Esther Casas

Hay días que viven todo el año y toda una existencia en nuestro calendario particular. 

Para mí uno de ellos es el 23 de abril, Día Internacional del Libro y Día de Aragón, porque leer y escribir, amar y sentir Aragón son parte de mi ser. Aun así, su celebración en una fecha permite crear momentos simbólicos que empujan la historia hacia adelante. Recuerdo especialmente aquel 23-A de 1978 y una imagen que hace poco comentábamos con Eloy Fernández Clemente: la del balcón de la Diputación Provincial de Zaragoza, en la que una mujer, rodeada de hombres y en representación de los partidos que habían convocado la histórica manifestación, hablaba a los numerosos aragoneses y aragonesas que la integraban.

Era la voz de Victoria Nicolás, una de las autoras de aquella primera generación de mujeres que, nacidas antes de 1950, comenzaron a escribir en aragonés en las décadas de los setenta y de los ochenta del siglo pasado, tras los eslabones perdidos de Ana Abarca de Bolea e Isabel de Rodas. Ellas nos enseñaron la senda a las que hoy continuamos haciéndolo. De hecho, las ‘Plevias’ de la propia Mariví Nicolás, las ‘Miquetas de l’alma’ de Rosario Ustáriz, la ‘Radiz funda’ de Natividad Castán, las memorias de ‘A Lueca’ de Chuana Coscujuela o los versos ‘Al canto’l Zinqueta’ de Luzía Dueso humedecen y refuerzan las letras de nuestra vida. Su voz, nuestra voz minorizada apenas se escucha, pero está presente cada 23-A, porque en aragonés "tamién ye posible leyer e escribir, amar e sentir Aragón".

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