Por un Plan Nacional de rescate para turismo y hostelería
No hacía falta una pandemia para comprender la importancia que el sector turístico y la hostelería tienen para la economía española. La caída del PIB en 2020 en España ha sido la mayor en tiempos de paz y, en buena medida, se debe al impacto que las medidas para el combate de la emergencia sanitaria han tenido en los sectores más expuestos a la movilidad y a la reunión, entre los que destacan el turismo y la hostelería. Es desafortunadamente representativo el descenso en la importancia relativa del turismo en la economía española: de contribuir más de un 12% al PIB nacional en 2019, en 2020 se situará en el entorno del 5%. En el caso de Aragón, según el estudio realizado por el Consejo Aragonés de Cámaras de Comercio, la hostelería ha sufrido una caída en su facturación entre marzo y diciembre de 2020 de un 50% respecto del mismo periodo de 2019.
La virulencia de estas caídas en la facturación se ha trasladado sin solución de continuidad al mercado laboral, donde gran parte del aumento del paro y de los empleados afectados por ERTE se deben justamente al brutal impacto de la pandemia sobre la hostelería. Si las cifras de Aragón son impactantes, en comunidades autónomas como Canarias o las Islas Baleares la situación, ya de por sí preocupante, puede devenir dramática si los flujos de turismo internacional no se restablecen con prontitud.
Para que la situación del sector mejore, además de un necesario incremento en el ritmo de administración de la vacuna que permita aliviar las restricciones a la movilidad y a la reunión de los ciudadanos, resulta clave la definición de un plan de rescate para el sector. Un plan que, a mi juicio, debe instrumentarse y liderarse por el Gobierno de la nación, pues las finanzas autonómicas y locales, ya de por sí tensionadas, no pueden sostener un plan que sea verdaderamente efectivo, más allá de la aprobación de paquetes de ayudas que son de agradecer, pero que poco pueden hacer a medio y largo plazo.
A semejanza de lo que se ha hecho en otros países de nuestro entorno, como Alemania, debería combinarse una relajación de la presión fiscal con la aprobación de ayudas directas, las cuales, a su vez, podrían depender del empleo y la facturación de los establecimientos. Si se quiere, para incrementar la importancia de la trayectoria profesional de aquellos y no fiar la cuantía de las ayudas al ejercicio 2019, la cuantificación de las ayudas podría calcularse en función de una media de empleo y facturación de los últimos cinco ejercicios, de forma que pueda tomarse en consideración el último ciclo expansivo.
La importancia del turismo y de la hostelería en su conjunto para la economía española no es solo una cuestión de magnitud. Se trata de un sector internacionalmente competitivo que coadyuva decisivamente a que a la sostenibilidad de la posición exterior de la economía española. En el marco de la definición de los programas susceptibles de financiación por los fondos europeos Next Generation, el sector turístico y hostelero debería poder participar con proyectos alineados con los objetivos de aquellos, especialmente por lo que hace a proyectos que apuesten por una mejora en la eficiencia energética o la digitalización de los establecimientos y que contribuyan decisivamente a garantizar la competitividad a medio y largo plazo de un sector que, sin duda ninguna, genera una gran riqueza para España.
La aprobación de un plan de rescate para el sector puede ser la garantía de que, cuando la emergencia sanitaria sea una historia del pasado, el sector turístico y hostelero siga ocupando una posición competitiva a nivel internacional. Ellos también son marca España. Cuidémoslos.
