Eduardo Giménez: "Una encuadernación nunca es perfecta, siempre hay defectos"

El profesional zaragozano fue galardonado ayer con el Premio Nacional, que concede el Ministerio de Cultura. Es la segunda vez que obtiene la distinción, que ya logró en 2012

El zaragozano Eduardo Giménez Burgos, ayer, en su escuela de encuadernación y taller de trabajo.
Eduardo Giménez: "Una encuadernación nunca es perfecta, siempre hay defectos"
Oliver Duch

La calma sedosa que impera habitualmente en la Escuela Libro de Zaragoza se vio ayer súbitamente interrumpida. Su titular, el encuadernador zaragozano Eduardo Giménez, había sido distinguido por el Ministerio de Cultura con el Premio Nacional y los telefónos no paraban de sonar. "Los galardones –reflexionaba entre llamada y llamada– son una de las pocas oportunidades que tengo para dar a conocer mi trabajo fuera. Algo que para mí resulta muy importante porque, en realidad, no tengo en Zaragoza ningún cliente que pida habitualmente encuadernaciones contemporáneas. Mis clientes son de fuera".


Y es que el campo de la encuadernación artística está todavía en España en el páramo de la incomprensión. La mayoría de los bibliófilos españoles solo aprecia las encuadernaciones históricas y muy pocos estiman el valor añadido de una actual, si está hecha por un creador y aporta algo al libro original.


Precisamente para contribuir a la difusión y el conocimiento de esta labor, el Ministerio de Cultura creó el Premio Nacional a la Mejor Encuadernación Artística. Su mecánica es particular. Se elige una obra del último escritor galardonado con el premio Cervantes;en esta ocasión, ‘Leonora’, de Elena Poniatowska. Y a todos los que quieran presentarse al galardón se les entrega un ejemplar en rama (con los pliegos cortados y ordenados, pero sin encuadernar). A partir de ahí, cada uno enriquece el ejemplar como quiere. Cada año se presentan entre 80 y 100 encuadernadores de todo el país y el jurado elige al ganador.


"Lo que se valora especialmente es la adecuación del trabajo que tú presentas al libro propuesto. Hay encuadernaciones fantásticas que no ganan precisamente porque carecen de esa adecuación. Se da por hecho de antemano que todos los trabajos presentados van a ser técnicamente impecables".


Para la novela biográfica de Leonora Carrington, Eduardo Giménez creó una encuadernación con varios materiales: madera, piel, seda... "Diseñé una tipografía completa, recorté las letras en madera y compuse el nombre de la autora y el título del libro –relata–. Quise que la portada fuera como una paleta de pintura, así que incorporé otros colores. Finalmente, hice un estuche de seda japonesa para acoger el libro".


Una encuadernación artística lleva implícitos más de 60 procesos, y en esta encuadernación, en la que empleó piel de becerro, lisa, y piel de cabra, rugosa, ha trabajado durante tres meses. No en exclusiva, obviamente, pero sí a diario.A caballo entre arte y artesanía


"En mi trabajo hay una línea muy delgada que separa el arte y la artesanía. Pero yo no concibo el primero sin la segunda –subraya–. Cualquier artista que hace algo con sus manos es, también, artesano. El sociológo norteamericano Richard Sennett aseguraba que para que alguien se convierta en maestro artesano en cualquier disciplina necesita desempeñar su oficio durante 10.000 horas. La cifra, cuando la leí, me pareció arbitraria; pero eché un cálculo tomándome a mí como ejemplo, y resultó que había estado trabajando más o menos ese número de horas desde que me empecé a interesar por la encuadernación hasta que gané mi primer premio".


El galardón está dotado con 6.000 euros. El segundo premio, dotado con 4.000, ha sido para Carlos Sánchez-Álamo, y el tercero (2.000) para Juan Antonio Fernández Argenta.


¿Cuál es el secreto de una buena encuadernación? Eduardo Giménez, que quiso dedicarse al séptimo arte –estudió dirección e incluso llegó a rodar algún cortometraje–, duda. "Quizá sea lo que más se valora en el premio –señala–, esa adecuación con el libro. A mí me divierte y enriquece hacer encuadernaciones contemporáneas pero, para hacerlas, también necesitas clientes que las pidan. Una encuadernación nunca es perfecta, siempre hay defectos. Otra cosa es que uno quiera hacerla perfecta. Ese es mi caso. Busco la excelencia en mi trabajo que, para mí, es una fuente inmensa de felicidad".