Taylor Swift, en la cima del mundo

La cantante norteamericana, que está pulverizando todos los récords de la industria musical, llega a Madrid con su gira 'The Eras Tour'.

La cantante Taylor Swift interpreta un tema en el Estadio de la Luz, en Lisboa.
La cantante Taylor Swift interpreta un tema en el Estadio de la Luz, en Lisboa.
MIGUEL A. LOPES

El concierto del siglo se celebra en tres días en Madrid. La cuenta atrás está a punto de terminar y los nervios empiezan a notarse. "¿Pero quién toca?", preguntará algún despistado mientras acondicionan el Santiago Bernabéu con un despliegue sin precedentes. Y a coro recibirá la respuesta: Taylor Swift. Nadie que viva en este planeta -y no sea un anacoreta- puede decir que no ha oído su nombre.

La cantante estadounidense, de 34 años, es una figura inexplicable en la industria musical. Profesional, pero no la que más; guapa, pero no la que más; comprometida, pero no la que más; polémica pero no la que más... Todo ello la ha aupado al trono desde el que cantará este miércoles y jueves en España. Será su segundo concierto aquí tras once años de ausencia. Y esta vez lo ha vendido todo.

Cuando Swift vino por primera vez a nuestro país, tocó en el Palacio de los Deportes ante 4.000 personas. Era la gira de su disco 'Speak now'. Las entradas costaban entre 35 y 60 euros, pero no colgó el cartel de sin billetes. Sin embargo, en este regreso, le esperan unas 73.000 almas cada uno de los días y si quiere conseguir un ticket (los precios oficiales iban de 85 a 226 las normales, y llegaba hasta los 589 del palco VIP más caro) solo le queda encomendarse a la reventa, donde piden por algunas miles de euros.

Esta información es la que mejor escenifica ante quién estamos y su particular salto a la fama y, sobre todo, a lo alto del panorama musical. Swift no es una cantante rubia más cuyo brillo pasará. "Todo lo que la rodea es extraordinario", describe Yeray S. Iborra, periodista, profesor y autor del libro 'Fenómeno Taylor Swift'. Es el ejemplo en carne y hueso de que sin ser la mejor en nada pero buena en todo se puede reinar (y con holgura) en un mundo tan traicionero como el de la música. Y de que ser una chica normal no es tan normal y, sobre todo, puede ser una treta contra la industria musical.

Le regalaron su primera guitarra en su octavo cumpleaños. Y empezó su carrera musical a los 14, cuando se mudó con su familia de Pensilvania a Nashville, la cuna del country, género en el que quería triunfar. Desde entonces sigue en el mercado y todavía no hay disco, concierto ni gira que no haya sido mejor que el anterior. "No tiene techo. Ella es la que está marcándolo. Haciendo un símil futbolístico, es la Leo Messi de la música", defiende Iborra.

No solo en el plano subjetivo. Los números lo certifican. Acumula casi 60 discos de platino en EE. UU. y es la mujer con más #1 allí. En España, su fama ha ido de menos a mas: tiene tres discos de oro con 'Reputation', 'Lover' y '1989', y su último lanzamiento, el doble y sorpresivo 'The Tortured Poets Department', ha sido platino directo: vendió la estratosférica cifra de más de 40.000 álbumes durante su primera semana en el mercado.

Su vida en el 'setlist'

La piedra angular de todo está en su imagen personal, que ha ido creando con mimo y con mucho tiento. "La clave del 'personal branding' es la diferenciación y ella ha sabido hacerlo: su historia (country), su autenticidad en sus canciones (contar anécdotas, dramas de su vida personal, amores), ser referente en su sector (comenzó desde pequeña y ha ido evolucionando con los años sin perder su esencia)...", enumera Ana Jiménez, experta en 'marca personal'. Todo ello le ha dotado de "una autoridad con mayúsculas en el mundo de la música", precisa. Tan es así que a veces a cantantes que llevan poco tiempo cosechando éxitos les llaman 'la nueva Taylor Swift'. "Se ha convertido en un concepto de éxito que se está estudiando".

A Madrid llega con 'The Eras Tour', una gira que comenzó el 17 de marzo de 2023 y con la que pretende resarcirse de no haber podido salir de EE UU por el covid para promocionar 'Lover' (2019), 'Folklore' (2020) y 'Evermore' (2020), cuyas canciones se sucederán con las de su penúltimo trabajo 'Midnights' (2022) y ahora su último disco. En su origen, se diseñó como un tributo a toda su carrera, así que la 'setlist' es un macropopurrí de los sucesos personales que jalonan su vida, incluido el cáncer que superó su madre, su gran apoyo.

Porque Swift, que canta, pero también compone, expone en cada 'single' una parte de lo que le pasa. Ahí está la magia. Conecta y acompaña. "Potencia su autenticidad y ello fomenta la identificación", coinciden los dos expertos consultados. De los 35 años hacia abajo, todo el mundo encuentra en alguna estrofa algo con lo que identificarse: acoso escolar, traición, exclusión, 'ghosting', desigualdad de género, desengaños... Todo ello lo ha vivido de algún modo la propia artista, a la que sus 19 años en la industria le han dado para mucho.

Con casi dos décadas de carrera a sus espaldas, es imposible no compararla con otras grandes estrellas. Esta misma semana, 'The New York Times' se preguntaba cuán grande era su figura en comparación con gente como Michael Jackson, Madonna o Los Beatles. Y es sorprendente porque nada tiene que envidiarles a los dos primeros. Con los de Liverpool la competición está todavía en tablas, pero si nada cambia, le dará la vuelta en menos de lo que canta 'Shake it off'.

Swift, cuya fortuna de 1.100 millones de euros la sitúa como la quinta mujer más rica del mundo, según 'Forbes', no es una cantante pop al uso. Primero, porque empezó con el country, al que insufló aire fresco. "Nadie estaba escribiendo canciones de este género desde la perspectiva de una adolescente" hasta que llegó ella, admite Iborra. Y después, porque ha huido de la imagen de símbolo sexual. Ha admitido sus problemas de conducta alimentaria, se ha posicionado abiertamente feminista, y hasta se ha mojado en política: primero apoyando el Black Lives Matter y después desvelando que votaría a Biden en las elecciones de hace cinco años.

Qué hará en las de este noviembre es todavía una incógnita, aunque los analistas políticos están muy pendientes de ella porque saben que lo que diga, cuenta. Como recoge Iborra en su libro citando a la compositora también norteamericana Sarah Jarosz: "¿Que si ganaría si se presentase a presidenta de Estados Unidos? ¡Es muy probable!".

De ella se habla mucho en la Casa Blanca: Obama criticó a Kanye West cuando allá por 2009 le quitó un micrófono en una entrega de premios para defender que la ganadora del premio que había recibido debía haber sido Beyoncé, Trump admite que desde que apoyó al partido demócrata le gusta "un 25%" menos y dicen que en el despacho del abuelo Biden de vez en cuando suena alguna de sus canciones. Tal es su poder.

A Madrid llega harta de cosechar triunfos, pero también un poco cuestionada por su último disco. Algunas voces empiezan a decir que se parece demasiado a todo lo anterior, pero sus seguidores, un grupo inmenso, compacto y unido, se deshacen en elogios. Que corra la purpurina, que parece que hay material para rato... Biodegradable, eso sí, y apta para gatos, el animal favorito de la artista: sus tres felinos, Benjamin Button, Oliva Benson y Meredith Grey, son casi más famosos que ella.

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