'La casa': Retrato de una familia, tal cual
Cuando detrás hay un buen director, un guionista sólido o un autor muy competente, hay argumentos que siempre están de actualidad e interesan, por más que hayan sido tratados muchas otras veces en la literatura o el cine. Es lo que sucede con ‘La casa’, de Álex Montoya y basada en la novela gráfica de Paco Roca, una obra en la que se reúne un equipo estupendo para componer un retrato de familia tal cual, es decir, normal, como la mayoría de las familias reales, en las que hay problemas, agravios, traumas y, a la vez, tiempo para el amor, la ternura, el cariño y los buenos ratos.
Tres hermanos se reúnen a la muerte de su padre. Han de decidir qué hacen con la casa en la que se juntaban en los veranos de infancia. Esa reunión sirve para volverse a ver las caras, para los reproches, incluso para la desconfianza, juntos de nuevo en ese lugar en el que habrán de surgir los recuerdos del pasado, de la dicha de entonces, de los mejores momentos.
Con un impecable dominio del escenario y de sus personajes, Álex Montoya maneja con precisión los distintos tiempos del relato, siempre entre lo que sucede en ese reencuentro y las imágenes del pasado, que ofrece en un blanco y negro casi fotográfico. No se propone un melodrama intenso ni, evidentemente, hay apuesta alguna por la ligereza en el trato de las distintas situaciones, porque lo que se busca es una cierta armonía, que ni una discusión se resuelva con trazo amargo ni haya lugar para usar la furia al echarle en cara al hermano aquello que hizo o dejó de hacer.
Este estilo es, posiblemente, lo mejor de ‘La casa’. No se asiste a ningún drama que no tenga solución -más allá del duelo por las pérdidas o la nostalgia de lo que un día fue-, ni a ninguna relación tóxica, porque en esta bonita, entrañable y muy bien dirigida e interpretada película lo que se nos habla es de una familia, con todo lo bueno y lo menos bueno pueda haber.
