día del libro. ocio y cultura

Sergio del Molino: "Las editoriales grandes ya saben que San Jorge es muy potente en Zaragoza"

El escritor, galardonado hace unas semanas con el premio Alfaguara por 'Los alemanes', medita sobre su obra, su vínculo zaragozano y el Día del Libro

Sergio del Molino, antes de su gran gira por Latinoamérica, reflexiona sobre periodismo y literatura, sobre la intuición y el coraje, y explica la genésis de algunos libros.
Sergio del Molino, antes de su gran gira por Latinoamérica, reflexiona sobre periodismo y literatura, sobre la intuición y el coraje, y explica la genésis de algunos libros.
Toni Galán.

Sergio del Molino (Madrid, 1979) es uno de los grandes fenómenos literarios de la última década con títulos como 'La hora violeta', 'La España vacía', 'La piel', 'Un tal González' o, ahora, 'Los alemanes', la novela que acaba de ser galardonada con el Premio Alfaguara.

¿Qué le debe a Zaragoza, qué ha encontrado en la ciudad?

No sé si a las ciudades se les debe nada. No son personas, aunque estén llenas de personas. Zaragoza es mi hogar y no le pido nada a mi hogar, tan sólo lo disfruto y soy feliz en él. A quienes debo mucho es a mis amigos y a mis maestros, y algunos de los más importantes están en Zaragoza. 

¿Diría, desde la perspectiva del creador, que aquí se ha formado y forjado como escritor, que ha sido determinante de algún modo?

He escrito todos mis libros en Zaragoza, en el centro de la ciudad. Sus ruidos, su luz, su frío, sus olores y las voces de sus habitantes me acompañan mientras trabajo. El cierzo se cuela por las rendijas de las ventanas y las puertas. Vivo asomado a la calle y me siento muy enraizado en mi barrio. Todo eso está en mis libros porque está en mi vida. Mi Zaragoza no es un burgo polvoriento y provinciano en el que no pasa nada, sino una ciudad viva que vibra y que me hace vibrar. No vivo aquí por la paz: no soy un monje retirado en un huerto de las afueras. A mí me despiertan los universitarios borrachos que gritan bajo mi ventana. Y me gusta ese jaleo.

Inició su carrera como periodista y no ha dejado de serlo: colabora en radio y prensa y por supuesto aparece en muchos programas y reportajes de televisión. ¿Qué le ha dado el periodismo a su escritura y su condición de escritor al periodista?

No me tengo hoy por hoy por periodista, sino por un escribidor de periódicos y un hablador de la radio. La diferencia será sutil o pejiguera, pero para mí el periodismo es un método y una disciplina que ya no practico. El periodismo me dio fluidez, entrenamiento, agilidad mental, me entrenó la mirada, me enseñó a entender y construir personajes y a cultivar el arte de la escucha y la observación discreta, tomando buena nota de los detalles. También me enseñó a despreciar la solemnidad, a reírme de mí mismo, a entender la literatura desde la ligereza y a despreciar la trascendencia, porque todo periodista sabe que su trabajo pierde vigencia a los cinco minutos de publicarse. Es muy sano saber que todo lo que hacemos es desechable.

"Zaragoza es mi hogar y no le pido nada a mi hogar, tan sólo lo disfruto y soy feliz en él. A quienes debo mucho es a mis amigos y a mis maestros, y algunos de los más importantes están en Zaragoza"

¿Cómo se logra tener opiniones de todo casi siempre? ¿No le da eso vértigo en ocasiones?

Me sale bastante natural. Lo disfruto, no me siento presionado. Me encanta discutir, de una manera deportiva. Me lo paso muy bien conversando, llevando la contraria a los amigos y buscándole las vueltas a los argumentos. El columnismo es una forma de pensamiento instantáneo para la que no todo el mundo está dotado y entiendo que a muchos les parezca agotador, pero yo lo siento como un privilegio. Sólo me agoto cuando la actualidad se pone muy áspera y se suceden las polémicas explosivas y de mecha corta. Opinar sobre cuestiones que parecen de vida o muerte pero se olvidan a las dos horas porque otra cuestión de vida o muerte las ha sucedido es extenuante por lo estéril. Te desgasta tomar partido por cosas que luego no importan. Disfruto más el camino lateral. Me gusta cuando la actualidad concede un mínimo respiro y permite hablar de otros asuntos nimios, intimistas e incluso costumbristas. Pero un columnista tiene que mojarse sobre los asuntos que ocupan el debate político: no podemos refugiarnos en la lírica o la intimidad. Eso sería un fraude al lector. Buscar el equilibrio entre la toma de partido continua y el escapismo es lo más difícil del columnismo, y a la vez es un reto hermoso. Consolidar una voz como columnista ha sido una de las cosas más bonitas y trabajosas que he hecho como escritor.

Sergio del Molino acaba de ganar el premio Alfaguara con una novela sobre los alemanes de Zaragoza y del Camerún y con una historia familiar que transcurre en Alemania.
Sergio del Molino acaba de ganar el premio Alfaguara con una novela sobre los alemanes de Zaragoza y del Camerún y con una historia familiar que transcurre en Alemania.
Oliver Duch.

¿Ser escritor es atreverse, no pensar en el fracaso o en el desacierto? Leyendo ‘La piel’ da la sensación de que es un libro donde el azar acude en su ayuda y despliega imaginación, cultura, emoción, hechos lejanos y los integras en el río de la historia y del ensayo.

No hay una forma correcta de ser escritor. Cada cual lo es a su manera. Yo intento serlo desde la libertad absoluta. Creo que la literatura es una forma de libertad basada en la comunicación íntima, de tú a tú, entre el lector y el escritor. Por eso intento vaciarme de prejuicios y de expectativas cuando me siento a escribir y dejo que la escritura me sorprenda. La metáfora del río que enuncias aquí es muy certera. Sí, yo persigo el azar, arrumbo un montón de elementos y estrategias dispares y las echo al cauce con la esperanza de que fluyan y la corriente no se desborde ni se seque o se estanque.

Si algo llama la atención de tu trabajo, más allá de la entrega, del talento y de la vocación, es la intuición: siempre hallas u punto de vista, un tema novedoso. Se ha visto con los alemanes del Camerún, con la visión de la España vacía, incluso con el asunto Antonio Aramayona, que abordaba varios asuntos candentes, entre ellos el suicidio, hasta con Felipe González. ¿Qué piensa usted?

Hasta ahora, es una intuición que funciona como reacción al rechazo ajeno. Cuando percibo que un tema no despierta interés o provoca una antipatía o temor exagerados, me pregunto qué tendrá y me pongo a pensar en ello. Mi método consiste en remar contra la corriente de los prejuicios en busca de su fuente. Si algo es ignorado o despreciado con fuerza, sin duda es porque es importante, y hay algo en él que merece la pena una exploración. No siempre acierto, claro, pero esa forma de intuición me funciona. Tal vez tenga que ver con mi miopía, que me ha acostumbrado a mirar las cosas muy de cerca: el cuadro general casi siempre me parece borroso. No suelo ver el bosque, pero los detalles de los árboles no se me escapan.

También da la sensación de que siempre es osado, seguro de sí mismo y de sus apuestas. ¿Qué rescoldo le dejó ‘Un tal González’, sobre el expresidente socialista? ¿En qué estado se encuentra la futura serie?

Bueno, yo creo que aquí se viene a jugar. Si vas a emprender tus proyectos con miedo o de puntillas, es mejor dedicarse a otra cosa. Como decía la canción de Loquillo: búscate un marido con miedo a volar. 'Un tal González' me dejó sensaciones encontradas. Por un lado, fue muy hermoso descubrir que había un montón de españoles que concordaban con lo que contaba y no se atrevían a expresarlo y vieron en el libro una excusa para salir del armario. Disfruté mucho de los debates y de los encuentros que propició esto. También me dejó un poco de amargura, sobre todo por algunas personas a las que tenía por amigas y reaccionaron al libro de una forma miserable y violenta. Ya contaba con que se producirían reacciones desagradables y muy hostiles, pero siempre me cuesta encajar la rabia y los insultos de personas con las que me he tomado una copa. Es una desilusión estrictamente personal que no me había pasado con otros libros. Pero en fin, qué se le va a hacer. En general, estoy contento y feliz por haberlo escrito y siento que aportó algo interesante a un debate que casi siempre es furioso y plano. En cuanto a la serie, no sigo el proceso, pero sé que había un par de negociaciones prometedoras. Shine Ibérica tiene los derechos y yo no me meto en nada.

'"Un tal González' me dejó sensaciones encontradas. Disfruté mucho de los debates y de los encuentros que propició esto. También me dejó un poco de amargura, sobre todo por algunas personas a las que tenía por amigas y reaccionaron al libro de una forma miserable y violenta"

Decía hace poco que algunos críticos habían considerado sus libros de ficción como herederos del periodismo e incluso de lo autobiográfico, como si dejasen traslucir que había poca invención en tus textos. ¿Tiene la sensación de que eso cambia con ‘Los alemanes’?

Pues no sé si lo comprobaré porque entre mis propósitos nuevos está no leer las críticas, que casi nunca me aportan nada. En general, me he propuesto prestar mucha menos atención a lo que dicen de mí o de mis libros. Y ya empiezo a notar los efectos beneficiosos: duermo mejor y tengo más tiempo para escuchar música.

¿Qué le llevó a pensar que en el reverso de ‘Soldados en el jardín de la paz’, de 2009, había un gran libro de ficción como ‘Los alemanes’, galardonado con el premio Alfaguara?

Siempre lo tuve claro, pero no sabía cómo abordarlo. Lo intenté un par de veces antes, pero creo que me faltaban oficio y experiencias. ‘Los alemanes’ no es sólo una vuelta de tuerca a una investigación periodística, sino el producto de quince años de meditaciones, lecturas y obsesiones sobre la identidad que no tenía cuando descubrí a los alemanes del Camerún.

¿Le dice o le sugiere algo el término ‘letras aragonesas’? ¿Cómo ha vivido como protagonista este esplendor del siglo XXI?

Las ‘letras aragonesas’ son un premio que da el gobierno de Aragón, ¿no? Me gusta mucho que Zaragoza sea hogar y vivero de escritores, es una maravilla vivir rodeado de tantos amigos talentosos, pero no creo que formemos un movimiento, una escuela o tengamos rasgos comunes. Lo maravilloso de esas ‘letras aragonesas’ es que son muy diversas y están formadas por autores con una acusada individualidad, con obras muy difíciles de hermanar o amalgamar en una capilla o movimiento. Y bien pensado, los genios históricos nacidos en Aragón, con Goya y Buñuel como pesos pesados, han sido genios solitarios. Puede que sigamos con esa tradición, que no es mala. Yo, desde luego, me siento muy cómodo en ella.

¿Qué fenómenos y qué libros le han interesado, qué autores han llamado su atención y los siente como compañeros de viaje?

Últimamente, muchos escritores austrohúngaros. Me refugio mucho en mi Roth y en sus herederos posteriores, los Sebald, los Magris, etcétera. Me siento muy cercano a la escritura de Martin Amis y a algunos autores franceses contemporáneos que mezclan historia y ficción, como Jablonka.

"Lo maravilloso de esas ‘letras aragonesas’ es que son muy diversas y están formadas por autores con una acusada individualidad, con obras muy difíciles de hermanar o amalgamar en una capilla o movimiento. Y bien pensado, los genios históricos nacidos en Aragón, con Goya y Buñuel como pesos pesados, han sido genios solitarios"

¿Le debe el buen momento, si lo considera así, algo a las instituciones o es un fenómeno un poco al margen?

Yo creo que es mérito del tesón individual de cada escritor. Las instituciones van a rebufo. Y está bien que así sea: nada hay más vacuo que una cultura promovida institucionalmente.

Creo que ha ‘institucionalizado’ con Irene Vallejo una cita al mes. ¿De qué hablan, de lo que se pueda contar, claro?

Ojalá: nuestras agendas no nos permiten tanta periodicidad, pero vamos a intentarlo. Creo que son encuentros más útiles y catárticos para nuestros respectivos cónyuges: tanto Kike como Cris son nuestros mánagers y se ocupan de nuestras carreras, y cuando nos juntamos las dos parejas, ellos hacen terapia juntos. Se quejan de lo divos y caprichosos que somos, de la vida terrible y miserable que les hacemos llevar y de lo insoportables que somos. A veces, cuando terminan de lamentarse de su perra suerte, también hablamos de literatura.

¿Se siente querido, respetado y admirado en Aragón?

Totalmente, y cada día más. Ahora que llega el buen tiempo, rara es la vez que me siento en una terraza y no se acerca alguien a saludarme y regalarme dos o tres palabras cariñosas. Es hermoso y, a veces, abrumador. Pido perdón si por ello alguna vez no respondo con la gratitud debida: soy tímido y no me acostumbro.

"Mi vida ya era complicada, pero esto es otro nivel. El premio significa la posibilidad de abrirme a mercados y públicos a los que es muy difícil llegar. Son muy pocos los autores en español que tienen lectores en todo el territorio de la lengua, y el Alfaguara tiene la vocación de crear esos públicos"

Ha recibido galardones importantes, entre ellos el Alfaguara, y ahora prepara una gira por Latinoamérica. ¿Cómo la afronta, qué espera de ella? ¿Qué significa este salto y esta cita con millones de lectores?

La afronto un poco intimidado: es una agenda como de jefe de Estado negociando la paz de una guerra mundial. No hay un segundo libre, son muchos países y una carretada de compromisos. Mi vida ya era complicada, pero esto es otro nivel. El premio significa la posibilidad de abrirme a mercados y públicos a los que es muy difícil llegar. Son muy pocos los autores en español que tienen lectores en todo el territorio de la lengua, y el Alfaguara tiene la vocación de crear esos públicos. Para un autor tan asociado con los temas españoles y con una musicalidad y un estilo tan rematadamente españoles, la universalidad hispánica es un reto enorme. Estoy expectante y emocionado. 

Llega el Día del Libro. ¿Cómo lo vive?

Con mucho ajetreo. Este año, la editorial ha decidido que me desdoble, como la monja de Ágreda, y estaré por la mañana en Barcelona y por la tarde en Zaragoza. Esto es bueno, porque significa que las editoriales grandes ya se han enterado de que San Jorge es muy potente en Zaragoza. Antes ni se les ocurría mandar autores aquí. Claro que yo juego como local, pero incluso así, hace unos años me habrían mandado sólo a Barcelona. Hoy entienden que Zaragoza es una plaza importante y se vuelcan con ella. Es un día tan agotador como hermoso. Los últimos años han sido estupendos. Espero que este también lo sea.

Para Sergio del Molino, cada libro es una auténtica aventura. Algunos como 'Un tal González' le han traído elogios y sinsabores.
Para Sergio del Molino, cada libro es una auténtica aventura. Algunos como 'Un tal González' le han traído elogios y sinsabores.
Guillermo Mestre.
Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión