Pablo Rivero: "Somos contradictorios y nunca terminas de conocer a quien tienes al lado"

El actor y escritor Pablo Rivero (Madrid, 1980), popular por su papel de Toni Alcántara en la serie ‘Cuéntame’, ha presentado este miércoles en Zaragoza ‘La matriarca’ (SUMA), su nueva novela.

El actor y escritor Pablo Rivero, este miércoles, en Zaragoza
El actor y escritor Pablo Rivero, este miércoles, en Zaragoza
FRANCISCO JIMÉNEZ

Está publicando una novela cada año, ¿cuál es el secreto para ser tan productivo?

Consiste en tener ganas de escribir, de hablar y de enamorarme y encontrar temas que me fascinen. Ya estoy desarrollando la siguiente. Pero me falta tiempo. Hay muchísimas ideas que quiero plasmar, tengo la suerte de tener los medios, que me quieran publicar y de tener ya unos lectores que esperan los libros, con lo cual, ojalá pudiera sacar varias al año, aunque al compaginarlo con el trabajo de actor es complicado. Me gusta mucho lo que hago, siempre encuentro temas y, en general, me resulta relativamente fácil para lo tedioso que puede ser el proceso.

Ahora que ya terminó ‘Cuéntame’, ¿dispone de más tiempo?

Sí y no. Un libro me lleva muchos meses. Ahora he retomado una gira teatral, estoy presentado este nuevo libro, preparando el próximo y mi intención también es volver a rodar porque la idea es poder seguir compaginando mis dos facetas. Estoy siempre entretenido.

¿Por qué le atraen especialmente géneros como la novela negra y el ‘thriller’?

Ha sido mi juego desde pequeño. He sido un niño muy obsesivo con todo lo que me daba miedo o me impactaba: las películas de Drácula, ‘Tiburón’, los ‘true crimes’ y casos como los de Alcàsser, el del asesino de la baraja, el de la katana... todas esas historias que al final formaban parte de la vida cotidiana y que te hacían vivir un poco en el terror despertaban en mí pánico y a la vez mucha necesidad y ansias de saber. Creo que eso es un poco lo que le pasa al lector de novela negra, que tiene una especie de voyerismo o morbo como yo tenía también en la adolescencia con la serie ‘Twin Peaks’ de David Lynch, que me aterraba y me obsesionaba al mismo tiempo. Todas mis historias tienen que ver con eso: retratar algo muy real con lo que los lectores se sientan identificados, y que aunque sea muy cotidiano pueda resultar terrorífico.

En ‘La matriarca’ indaga en ese lado oscuro de la sociedad. ¿Todos tenemos una cara oculta?

Uno de los ‘leitmotiv’ del libro es que nunca terminas de conocer a quien tienes al lado. En ‘La matriarca’, el personaje de Felicidad es el motor y el núcleo de dos mundos con los que el lector se va a sentir muy identificado, que es una comunidad de vecinos y un grupo de familiares, y lo que vengo a contar es que por mucho que pienses que conoces a la gente que tienes a tu alrededor nunca sabes de puertas adentro cómo termina de ser. Todos somos muy contradictorios y tenemos muchas dependencias. Algunos las canalizamos mejor y a otros se les cruza el cable o no saben como gestionarlo y acaban cometiendo crímenes terribles. Eso es lo que a mí me da miedo, no el asesino en serie o un psicópata al uso, sino cómo es posible que alguien aparentemente normal y con una vida normal llega a hacer algo así.

¿Por qué ha decidido dedicar esta novela a nuestros mayores?

Porque es el tema principal del libro. Cuando escribo, más allá de los golpes de efecto, de si muere alguien o desaparece alguien en la investigación, lo que elijo es el tema. Con la edad, por mucho que hayamos sido superhéroes a lo largo de nuestra vida, hay algo contra lo que no podemos luchar: cuando ya cumplimos una cierta edad somos mucho más frágiles. Igual que cuando somos pequeños. Cerramos el ciclo. Para mí los mayores son igual de vulnerables que los menores, que es de lo que trata ‘La matriarca’. De repente el mundo te va excluyendo, va avanzando, todo es digital, todo son aplicaciones, y nadie te educa para eso. Los peligros aparecen en las cosas más pequeñas y tu vida se convierte en un ‘thriller’ porque te la intentan colar desde el banco, desde la aplicación móvil, desde la llamada fraudulenta de la compañía de la luz…

Su literatura es inevitablemente muy visual, cinematográfica…

Necesito ver primero lo que escribo. Hay algo curioso, en mi primer libro aparecía la casa de mis padres, mi colegio, el descampado que había enfrente de mi casa… describo lugares que conozco, incluso personajes, porque me es más fácil a la hora de abordar las historias y darles credibilidad. Tengo que tenerlo muy claro porque si no esas abstracciones a mí no me valen como lector. Por ejemplo, en ‘La matriarca’, el edificio que aparece es el inmueble donde vivía mi abuela frente la mercado de Bravo Murillo, en Madrid, y que aquí ubico en El Escorial. Por otro lado, tampoco me gusta dar todos los detalles físicos del personaje para que el lector también tenga libertad para imaginar. Intento ser descriptivo sobre todo en la atmósfera, en la temperatura emocional. Por eso trato de que todo pase en pocas horas, que todo acelere, que estén al límite, porque el lector lee con más intensidad y eso es muy cinematográfico.

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