Rikkapop: una tienda de K-pop en el centro de Zaragoza

Las 'boy bands' y 'girl bands' de Corea del Sur como Stray Kids, Twice, BTS o BlackPink causan un furor que se extiende más allá de la música.

Rikkapop, tienda de Zaragoza especializada en K-Pop: Mariela Sáiz y Gabriela Marrón
Rikkapop, tienda de Zaragoza especializada en K-Pop: Mariela Sáiz y Gabriela Marrón
Toni Galan

La industria del K-pop es hoy por hoy un fenómeno internacional que trasciende las propias fronteras del país que lo alumbra, Corea del Sur, y de lo puramente musical. Lo que empezó siendo una escena local y casi remota, de bandas de chicos y chicas que bailan y cantan a la manera que se popularizó en occidente con grupos como los Back Street Boys o las Spice Girls, es ahora un mercado inmenso, que arrastra marabuntas de fans irredentos y genera millones.

Pese a su extensión y popularidad, es una tendencia eminentemente generacional y de alguna manera, de nicho, puesto que el K-pop y sus cada vez más amplias ramificaciones siguen siendo unos grandes desconocidos, sobre todo para los que ya no cumplen los 30.

Zaragoza tiene ahora en su corazón una puerta a todo este universo prácticamente inasequible por su ingente abanico artístico y comercial. Se trata de Rikkapop, una pequeña tienda que en la calle Candalija, es ya lugar de reunión habitual de los amantes del K-pop. Allí llegan los seguidores de las decenas de bandas existentes, casi siempre en grupo, puesto que el componente social de este fenómeno es altísimo. El apelativo de tribu les va que ni al pelo.

A todos ellos ellos atienden madre e hija, Mariela Sáiz (60) y Gabriela Marrón (24), quienes desde hace unos meses regentan este especializadísimo negocio en el que el fan es lo primero.

De BTS a Stray Kids y de Blackpink a Twice

"Para tener un negocio así hay que saber mucho de K-pop", explican. Efectivamente, esta manifestación cultural solo se entiende desde la retroalimentación entre grupos y fans y las cambiantes, apasionadas complejas relaciones que se establecen. Se puede decir que prácticamente todas las bandas responden a un diseño milimétrico de las compañías discográficas de cara a mantener pendientes y activos a los seguidores. Bandas como BTS o Blackpink abrieron brecha en España. Pero ahora son Twice o Stray Kids quienes desatan la locura. Todos ellos y otros muchos se deben a sus seguidores y su producción se orienta a generar novedades y nuevos ganchos de consumo. Se procura también la cercanía: hay directos diarios en Instagram, firmas de discos, coreografías sin fin...

En este sentido, el 'merchandising' y el coleccionismo forman parte troncal de la mecánica del K-pop, así como la novedad permanente. Se lanzan discos a velocidad vertiginosa, y cada uno tiene decenas de versiones. Que además se acompañan de cromos (las llamadas 'cards'), que rápidamente se convierten en objeto de deseo. Esas 'cards' se coleccionan en 'binders', unas carteritas donde se guardan y que se llevan a todas partes.

A todo ese cambiante mundo responden Mariela y Gabriela desde Rikkapop. Estar al día de cada noticia, de cada banda nueva, de lo que los fans reclaman en cada momento es parte sustancial de su trabajo. Además del de lidiar con las aduanas para traer a orillas de Ebro un material de importación, muchas veces exclusivo.

Álbumes y cards de K-pop

En Rikkapop se vende sobre todo discos y cards (cromos). Pero no es tan sencillo. Los discos se llaman en la jerga del K-pop "álbumes", por cuanto cada uno va "enriquecido" con portadas exclusivas, 'cards' o posters. Además, ninguno contiene la misma lista de canciones e, incluso, varían en las versiones, de manera que se espolea al máximo la avidez del coleccionista desde la premisa de la exclusividad.

Las 'cards' forman también parte de ese ecosistema. "Aquí se pueden comprar por unidades, de manera que un fan puede llevarse la que le  falta o la de su 'idol' favorito" (algo muy parecido a lo que sucede con los cromos de fútbol). 'Idol' es el término específico con el que cada fan designa a su favorito de cada banda ("¿cuál es tu 'byass'?", se pregunta en la terminología k-pop para conocer el favorito de cada uno).

Y ojo, porque también hay odiados. "Las bandas son diseñadas de manera que cada componente tiene su rol, pero luego los fans, que tienen cierto componente tóxico, también eligen al que no les gusta, consideración de la que es prácticamente imposible salir", explican en Rikkapop.

Los contratos de un componente de una banda de K-pop son leoninos: "A veces por más de 20 años, y antes han pasado por lo que se conoce como 'trainee', un periodo de preparación al que acceden desde muy pequeños. Dependiendo de sus aptitudes, se enrolan en las bandas antes o después".

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Mangua coreano: el BL

Si bien el K-pop es una expresión cultural básicamente musical, donde también las coreografías son fundamentales, tiene asimismo su recorrido literario. Igual que existe en el manga japonés, está el mangua coreano. "Pero en España no existen apenas traducciones", dice Gabriela. Lo que se pueden encontrar en Rikkapop con respecto al mangua es sobre todo 'merchandising". "Los personajes de esas historias son seguidísimos, y la gente viene a por postales de ellos". Particularmente popular en España son las figuras mangua homosexuales (un género conocido como BL): "Son historias muy fantasiosas, con protagonistas que eyaculan perlas y cosas así. Aquí tenemos postales firmadas por ellos, como si fueran alguien real".

Los 'lighsticks' de los conciertos K-pop

Si bien Zaragoza no ha sido aún sede de ningún concierto de K-Pop, Madrid y Barcelona sí que han recibido a alguna banda. En Rikkapop también venden los llamados 'lightsticks', unos accesorios específicamente pensados para los conciertos de K-Pop. Hay uno para cada banda que se compra previamente y lleva un QR. En los conciertos se ilumina dependiendo de cada canción que suena, de manera que se crea un espectacular juego de luces producido por los fans. Pero los 'lightsticks' no solo pueden expresar apoyo a los cantantes. También desprecio. Si estas varitas luminosas no se encienden en determinados momentos se crea un "black ocean", un fundido a negro que sería algo así como un pulgar hacia abajo en un circo romano.

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