Antonio Duque, el teatro total

Autor, director y fundamentalmente actor, el zaragozano resume en su biografía cómo ha vivido su profesión a lo largo del siglo XX

El actor zaragozano Antonio Duque, en su casa del barrio de Malasaña en Madrid.
El actor zaragozano Antonio Duque, en su casa del barrio de Malasaña en Madrid.
Enrique Cidoncha

Nacido en Zaragoza el 28 de junio de 1936, Antonio Duque creció en Zaragoza viendo a su padre cerrar puertas y ventanas para escuchar las radios clandestinas de posguerra. La pasión escénica se le despertó siendo muy niño, contemplando a una compañía ambulante de titiriteros que se establecía junto al Huerva, y se afianzó en el grupo de teatro de los jesuitas, en cuyo colegio hizo el bachillerato: interpretó en el desaparecido Argensola una obra de Pemán: 'El divino impaciente'.  Estudió en la Real Escuela de Arte Dramático de Madrid,  regresó a Zaragoza para el  servicio militar, y luego voló por el mundo. Primero en la capital de España, donde formó parte del Teatro Español Universitario (TEU) y participó con Miguel Narros en la creación del prestigioso Teatro Estudio de Madrid. En 1966 abandonó España para instalarse en el Reino Unido, donde estuvo dos años y medio, y posteriormente en Francia, en cuya capital vivió casi dos décadas. Regresó a España en 1984. 

En el teatro lo ha sido prácticamenta todo, actor, autor y director, pero también ha rodado numerosas películas y participado en series de televisión.

La Fundación Aisge (Artistas Intérpretes, Entidad de Gestión de Derechos de Propiedad Intelectual) le ha seleccionado para su colección Memoria de la Escena Española y ha publicado su autobiografía profesional, 'Ese actor que habita en mí', que está trufada de anécdotas. El lector se enterará en ella de curiosidades generales del teatro español, como que no hace mucho en los autobuses de las giras teatrales los asientos preferentes se reservaban a los primeros actores; y de curiosidades particulares, como que la voz de Antonio Duque se empleó hasta en los famosos bateaux mouches de París. 

En sus páginas, también muestra cómo ha concebido siempre la profesión: "Gracias a las giras he visitado la mayoría de las ciudades españolas y muchísimos pueblos de nuestra geografía. Estos viajes colman muchos de mis deseos. El principal, la propina de seguir dando vida al personaje que esté interpretando en ese momento, ese papel con quien desde los ensayos ya tengo creada una estrecha relación. Cualesquiera que sean los sentimientos que me haya producido, siempre lo despido con tristeza el día que tengo que abandonarlo. Me gusta meterme a fondo en su piel, identificarme con él y entender su complejidad, tratando de mantener siempre una visión objetiva para que no me domine ni yo pierda el control. Como el cochero de un carruaje, que estimula a los caballos que le conducen sin permitirles que se desboquen. De esa manera disfruto viviendo intensamente los trances positivos o negativos de ese ente que me posee durante la representación, con quien amo, sufro, odio o me divierto, transmitiendo la verdad de sus emociones".

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