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Ramoncín: "En mi primer concierto había 10 personas, de las que siete eran amigos míos"

El cantante madrileño visita este sábado (21.00) la sala Oasis de Zaragoza para hacer un repaso a su carrera e interpretar nuevas canciones. 

Ramoncín regresa este sábado a Zaragoza.
Ramoncín regresa este sábado a Zaragoza.
Efe

Este sábado regresa a Zaragoza, ciudad en la que no toca desde 2017.

Me asombra que hayan pasado ya siete años desde mi último concierto allí. Siempre he tocado en Zaragoza. En mis 45 años de carrera no ha habido una sola gira que no haya pasado por allí. Tengo memoria de 12 de octubres tremendos, de conciertos en Interpeñas… Además, he hecho muchos amigos zaragozanos que siempre están ahí y que son un buen motivo para regresar.

Uno de esos conciertos fue en La Romareda en 1986, junto a Siniestro Total.

Eso fue tremendo. Cuando ves las fotos de conciertos tan multitudinarios como aquel puedes pensar que eso es la cumbre de una trayectoria. Pero allí hay algo que distancia de la realidad de las cosas. Las carreras de los artistas son valles y crestas. Hay que disfrutar tanto cuando estás arriba como cuando estás más abajo. Cuando actúas en un macroconcierto no ves a la gente. Actualmente gran parte del público no ve al artista, sino las pantallas. No se si va con la edad, pero eso no me gusta ni como espectador ni como artista. Prefiero que al subirte al escenario puedas ver la cara de la gente. Nunca he querido vallas, siempre he querido tener al público encima, muy cerca. Por eso ahora, en lugares como la Oasis, disfruto como nunca. Tocar ante 600, 800 o 1.200 personas me parece maravilloso. Los grandes estadios están muy bien para el negocio, para la economía y para el ego, pero no cambiaría el concierto de Bruce Springsteen en el Palacio de los Deportes de Madrid en 1981 con medio aforo vacío por uno ante 80.000 personas en el Bernabéu.

¿Tardó mucho en aprender a disfrutar tanto en los valles como en las crestas de su carrera?

Principiamos como se debe principiar, desde abajo. En mi primer concierto había 10 personas, de las que siete eran amigos míos. En el siguiente eran 50 y poco a poco fui subiendo. Cuando recorres ese camino llega un día que grabas un disco y el siguiente concierto ya es ante mucha más gente. Y vas cogiendo fama y todo se dispara. En las giras de ‘Como el fuego’ o ‘La vida en el filo’ ya no nos bajamos de las plazas de toros y de los estadios pequeños. Era imposible por el montaje y por la cantidad de entradas que se vendían. Pero tienes que ser consciente de que eso no va a pasar siempre si no eres los Rolling Stones. Te dedicas a la música porque te gusta y porque es emocionalmente lo que más te llena. Cuando entiendes eso, la vida es mucho más sencilla. Hay veranos que dimos más conciertos que días había pero otros en que te llamaban menos. Si no entiendes eso, estás perdido. Tú vales el público que tienes. Si no te adecuas a lo que toca en cada momento, te frustrarás, llorarás por las esquinas y te preguntarás por qué.

¿Arrastra España una tendencia a denostar el legado musical (y cultural)? Usted reivindicó a los grupos de los 60 y los 70 con su disco ‘The Cover Band’.

Están totalmente olvidados, no existen para la industria muscial. Tengo mucha relación con Pere Gené, de Lone Star, auténticos pioneros del rock en nuestro país, que con la ayuda de su hijo está editando mucho material de la banda. Pero si no lo hacen ellos, nadie más lo hará. Nos perdemos así bandas que eran excelentes. Por ejemplo, hay listas del Billboard americano en las que el grupo español Los Canarios con su tema ‘Get on your knees’ está por encima de Jimi Hendrix, de los Stones, de Eric Clapton, de Jefferson Airplane… Eso nadie lo recuerda. Es muy triste. Y Televisión Española, que tenía los archivos en vídeo de muchas de esas actuaciones, perdió esas grabaciones porque grabaron encima. Por suerte Youtube recupera alguna cosa, pero es muy poco. Es un error porque todo en la vida es importante hacerlo con espejo retrovisor. Viendo lo que han hecho otros antes puedes aprender. El mayor problema es que aquí es obligatorio ser joven todo el tiempo, y eso no puede ser. Yo, con 15 o 16 años, iba a conciertos de gente que era mucho más mayor que yo. El referente para mí es la sociedad estadounidense, con sus claroscuros, pero en la que ves todavía hoy girando a bandas que mantienen el fervor del público y que siguen editando discos. The Allman Brothers Band, con todos los cambios en la formación, se mantiene activa. Lo que quedaba de Grateful Dead se despidió con unos conciertos tremendos. O si preguntas en Inglaterra por Cliff Richards, que la gente lo adora. O en Francia con Johnny Hallyday, a cuyo sepelio acudieron varios presidentes de la República. Aquí no lo hemos conseguido, no se tiene el respeto debido al artista y eso es terrible porque se pierde un tesoro cultural. No lo podemos permitir.

Hablando en presente, ¿tiene claro cuándo grabará un nuevo disco?

Los discos hay que hacerlos cuando tienes algo que contar, cuando en tu cabeza aparecen sonidos y balances. Soy de los que hizo 12 discos en 10 años, y acertando en muchos de ellos. A veces me pregunto cómo fue posible. Era una cinta sin fin en la que componía, ensayaba, grababa, iba de gira y volvía a comenzar la rueda porque había firmado un contrato que lo exigía. En 1992 vi que aquello era una atrocidad y me lo tomé todo de otra forma. He aprendido a parar cuando el cuerpo me lo pedía. Ahora siento que tengo otro disco dentro. Sé lo que quiero contar y cómo. Están ocurriendo cosas que me remueven y he dejado constancia en nuevas canciones, algunas de las cuales ya tocamos en directo para testarlas. Vamos a grabar el disco este año seguro.

¿Cayó de niño en la marmita de la inquietud artística? Sus facetas son inabarcables: el año pasado protagonizó una obra en el Teatro Romano de Mérida, es habitual en la televisión, edita libros...

Soy un curioso impertinente. Cuando hago algo, es de verdad, me pongo con todas las fuerzas. No picoteo por picotear. Cuando tomé la decisión de volver al teatro después de tantos años y hacerlo en el Teatro Romano de Mérida para hacer teatro musical y dos papeles protagonistas, hay que pensarlo. El cuerpo te pide no complicarte la vida. Pero me gustan estos retos, cuesten lo que cuesten. Hay que aplicarse mucho pero recibes a cambio el respeto de la gente. En todo lo que me he metido en la vida ha sido en serio. Cuando hice el diccionario de jergas, hice el más extenso que se ha escrito nunca en una lengua conocida con 9.000 entradas y 14.000 acepciones. Si voy a la tele, lo hago porque sé de lo que voy a hablar y porque tengo total libertad para decir lo que pienso. Trato de representar, si no es muy presuntuoso, a la gente con la que comparto mi vida, los amigos del barrio, a los trabajadores. Para tocar tantos palos no tienes otro remedio que sacrificarte y saber que el ocio se va a convertir en algo escaso.

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