PINTURA. ARTES & lETRAS

El camino de la geometría a la abstracción lírica del pintor José Luis Lasala

El IAACC 'Pablo Serrano' ofrece una retrospectiva y un homenaje emocionante al pintor y al gestor cultural y a su huella en el Aragón de la transición

Una de las piezas más bellas y sugerentes del pintor: su homenaje a Cesare Pavese.
Una de las piezas más bellas y sugerentes del pintor: su homenaje a Cesare Pavese.
IAACC Pablo Serrano/Lasala.

Las exposiciones retrospectivas siempre son interesantes ya que acercan al público la trayectoria completa de un artista, permitiendo conocer sus distintas etapas y en muchos casos sus periodos más antiguos que suelen ser los menos conocidos al preferir los artistas mostrar sus últimos trabajos. En esta ocasión el lugar elegido tiene una especial significación ya que José Luis Lasala (Zaragoza, 1945-2022), fue director de la Fundación Pablo Serrano, ahora IAACC Pablo Serrano y porque, además la muestra sirve de complemento a la revisión histórica que realiza el centro a través de la extensa exposición Aragón y las ‘Artes 1957-1975’.

La exhibición también supone un homenaje al artista fallecido, ofreciendo un recorrido con obras que parten de la segunda mitad de la década de los sesenta –fechas anteriores a su primera exposición individual en la Galería Kalos en 1971–, hasta 2012. La muestra reúne más de cuarenta pinturas entre lienzos y papeles, junto con obras sobre madera, además de un apéndice al final de la sala dedicado a sus diseños gráficos para carteles o portadas de discos.

La exposición arranca con acrílicos sobre madera, papel y collage en los que el artista se sirve de los dictados de la geometría, una corriente que fructifica en España en los años 70 con nombres como Caruncho, García Asensio, Povedano o Iglesias entre otros. José Luis Lasala se adscribe al constructivismo por medio de unas obras de carácter modular en las que está presente el rigor conceptual, la libertad de planteamientos formales y la depuración de un lenguaje estético. El artista da forma a un espacio pictórico que se extiende más allá de su superficie y que traslada la composición fuera de la norma, con piezas que se constituyen en escultopinturas.

Una imagen conmovedora de la muestra: retrato de Angelines Royo y José Luis Lasala.
Una imagen conmovedora de la muestra: retrato de Angelines Royo y José Luis Lasala.
Archivo Lasala/IAACC Pablo Serrano.

Como escribió el crítico de arte Manuel Conde: «La construcción es un sistema de ejecución del objeto que supone una utilización funcional del material para alcanzar una meta previamente determinada». Un periodo que coincide con su participación primero en el Grupo Intento –de fugaz duración– y después en el Grupo Azuda 40 (1972-1975) junto con José Ignacio Baqué, Natalio Bayo, Pascual Blanco, José Luis Cano, Vicente Dolader, Antonio Fortún y Pedro Giralt.

Destaca de este periodo la exposición que tuvo lugar en el entonces Museo Ibercaja Camón Aznar entre diciembre de 2012 y febrero de 2013, titulada ‘La memoria rota’, dedicada a su mujer. Es en esta esta última etapa cuando el colorido se trasfiere a través de la emoción.

Tras la disolución del colectivo su pintura se inclina hacia una abstracción construida por medio de campos de color que se estratigrafían en bandas horizontales. Horizontes cromáticos en los que el pintor investiga por medio de la degradación tonal, con un profundo estudio acerca de las posibilidades de la pintura como elemento vectorial sobre su superficie. Una obra que irá desembocando en una mayor presencia de la abstracción a partir del inicio de la década de 1980 en el que las masas cromáticas adquieren una mayor presencia en el conjunto de la composición. A ello se suma otra faceta que sugiere la sensación de que la pintura respira una atmósfera de encubierta evanescencia, en las que rinde homenaje a su admirado pintor estadounidense Mark Rothko.

En esta década trabaja sobre su particular manera de concebir los espacios naturales, lugares cercanos y vividos que traduce en un juego de manchas y líneas que sugieren estructuras de arcos y puertas. El color, puntualmente fortalecido, da lugar en los 90 a una plenitud en la rotundidad de la superficie pictórica, abarcando casi en su totalidad e introduciendo otros materiales como la pasta de papel o la madera.

El cuadro 'Bomarzo', que rinde homenaje a la novela homónima de Manuel Mujica Láinez.
El cuadro 'Bomarzo', que rinde homenaje a la novela homónima de Manuel Mujica Láinez.
José Luis Lasala/IAACC Pablo Serrano.

En el siglo XXI la imagen de tan sólo un segmento geométrico desaparece para convertirse en una abstracción total, que se vuelve etérea distribuyéndose como una partitura sobre el fondo de la tela. La música resuena en el interior de la conciencia, con vibratos y silencios. Destaca de este periodo la exposición que tuvo lugar en el entonces Museo Ibercaja Camón Aznar entre diciembre de 2012 y febrero de 2013, titulada ‘La memoria rota’, dedicada a su mujer. Es en esta esta última etapa cuando el colorido se trasfiere a través de la emoción. Cuadros llenos de matices amarillos y anaranjados, verdes y azulados. El artista exhala la expresión esencial del sentimiento. Poética Pura.

LA FICHA

PINTURA

'Paisaje en la memoria'. José Luis Lasala. IAACC Pablo Serrano. Hasta el 25 de febrero

El grupo Azuda-40. Abajo: Pascual Blanco, Vicente Dolader, Natalio Bayo y Antonio Fortún. Arriba: José Ignacio Baqué, José Luis Lasala, José Luis Cano y Pedro Giralt.
El grupo Azuda-40. Abajo: Pascual Blanco, Vicente Dolader, Natalio Bayo y Antonio Fortún. Arriba: José Ignacio Baqué, José Luis Lasala, José Luis Cano y Pedro Giralt.
Archivo José Luis Lasala/IAACC Pablo Serrano.
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