perspectivas 2024

María Frisa: "En Aragón son necesarias más campañas para acercar a los autores a sus lectores"

Frisa (Barcelona, 1969) nació en la Ciudad Condal, pero es aragonesa de raíces y de corazón. Su obra literaria ha recibido numerosos galardones y ha sido traducida a varios idiomas. Sus últimos libros publicados han sido ‘El nido de la araña’, ‘¿Quién es Olimpia Wimberly?’ ‘Agentes del futuro’ y ‘No podría estar más contenta’, coescrito con Marisol Aznar.

La autora aragonesa María Frisa
La autora aragonesa María Frisa
Oliver Duch

En 2023 ha publicado dos novelas muy distintas entre sí. Es algo que caracteriza su literatura, en la que alterna la novela negra con otros géneros. ¿En cuál se sientes más cómoda?

Me siento cómoda con todos, aunque cada género es muy distinto y también mi propósito al escribirlo. En la novela negra o el ‘thriller’ tengo muy presente el pacto implícito entre lector y escritor por el cual el primero va a intentar resolver el ‘misterio’ antes de leerlo y el segundo va a tratar de impedírselo –de impedírselo siendo honesto–. Mi objetivo es que al acabar el libro el primer pensamiento sea «pero qué bien me ha ‘engañado’» porque es lo que yo busco como lectora. En la novela de humor procuro que las risas se produzcan a través de la identificación con los personajes, de situaciones muy reconocibles que todos vivimos o hemos vivido a diario. En la novela infantil y juvenil me propongo crear lectores, que los niños y las niñas descubran que leer es divertido, gratificante.

¿Qué autores y/o qué novelas negras recomendaría para empezar este nuevo año?

‘La sangre del verdugo’, de Juana Cortés y José María Mijangos, y a dos autoras aragonesas: María Pérez Heredia, que se ha estrenado en el género con ‘Pirineo Noir’, y a la barbastrense Inés Plana, que en el primer trimestre publica nueva novela.

¿Dónde encuentra la inspiración para crear las historias de sus libros?

La inspiración surge en cualquier parte. Por ejemplo, mi última novela ‘No podría estar más contenta’ (que he coescrito con Marisol Aznar) es un libro de humor que podría enmarcarse dentro del género de la autoficción, así que en la parte de las relaciones familiares hemos trabajado con el ‘material’ que nos proporciona la vida cotidiana: nuestras parejas, hijos, padres… Una vez que la chispa de esa primera idea prende en mi mente, resuelvo el temido ‘folio en blanco’ nadando. Siempre a espalda y despacio, terriblemente despacio.

En Aragón, ¿somos buenos lectores?

Viendo las listas de los libros más vendidos semanalmente en Aragón creo que existe una peligrosa tendencia a dejarse llevar por las campañas de márquetin de las grandes editoriales, a comprar lo que ellos quieren, ya sean sus premios literarios o sus ‘bestsellers’. Las lecturas de los aragoneses se enriquecerían bastante si se arriesgaran a descubrir nuevos autores o editoriales.

La literatura aragonesa, ¿está en su mejor momento?

Absolutamente. Si bien hace un par de décadas los autores aragoneses destacábamos sobre todo en literatura infantil y juvenil con referentes como Ana Alcolea o Fernando Lalana, ahora vivimos una etapa de esplendor en todos los géneros, incluido el ensayo con el fabuloso ‘El infinito en un junco’ de Irene Vallejo.

¿Se apoya lo suficiente a los autores de la tierra?

A nivel institucional son necesarias más campañas para acercar a los autores a sus lectores en los colegios, bibliotecas, pequeños municipios…, comprar lotes de libros, promover clubes de lectura. Y, por supuesto, campañas que proporcionen una mayor visibilidad porque difícilmente un lector va a elegir el libro de un autor cuya existencia ignora.

¿Qué nuevos proyectos literarios prepara para el próximo año?

Mi mayor defecto –y creo que también mi mayor virtud– es la facilidad para entusiasmarme. Sin ir más lejos, el miércoles pasado le juré a Begoña Oro que ya no iba a escribir más literatura infantil y juvenil y una semana más tarde me he embarcado en un nuevo proyecto con el que estoy muy ilusionada.

En el ámbito profesional y/o personal, ¿qué le pide a 2024?

En el profesional le pido lo que cualquier escritor: lectores, muchos lectores. En el personal un «virgencita que me quede como estoy» y también más paciencia para que me importen menos las injusticias y sobrellevar la impotencia que me provocan. En ese sentido, supongo que soy demasiado optimista –incluso pueril– y todavía confío en la nobleza del ser humano y que, ante una situación manifiestamente injusta, las personas no van a optar por el camino fácil de mirar hacia otro lado o dejarlo pasar.

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