Blog - Los desastres de la guerra

por Gervasio Sánchez

ARTES PLÁSTICAS. OCIO Y CULTURA

Ana Maorad presenta en el Centro Roncal su mirada sobre el paisaje, el ser humano y el éxodo

La artista zaragozana, formada en Salamanca, Milán y Florencia, expone una selección de su producción bajo el título ‘Temas recurrentes’

Ana Maorad ha seleccionado la obra de más de una década para mostrar en el Centro Joaquín Roncal.
Ana Maorad ha seleccionado la obra de más de una década para mostrar en el Centro Joaquín Roncal.
Olga Julián.

ZARAGOZA. La artista Ana Maorad (Zaragoza, 1976) acaba de inaugurar una exposición en el Centro Joaquín Roncal, en la sala i_10, que dirige Olga Julián, bajo el título ‘Temas recurrentes’, donde aborda sus obsesiones, las asuntos que la persiguen, y donde reflexiona, en dibujo y pintura, sobre sí misma y su evolución en las artes plásticas. Esta mujer inconformista, formada en Salamanca, Milán y Florencia, dice: “Mirando atrás en el espejo del tiempo, compruebo que mi pintura evoluciona cíclicamente: avanza y retrocede, hace y rehace, experimenta e introduce otros elementos, técnicas, confluyendo curiosamente en los mismos asuntos. Por eso la tituló ‘Temas recurrentes’”, explica la pintora.

Para Ana Maorad el término ‘pintura’ es sinónimo de “esa búsqueda del ‘attimo fuggente’, el instante fugaz, que aprendí en Italia, de recorrer y explorar con ganas, de conocer y al final conocerme… Se trata de ser hechizada por esa atmósfera donde se funden técnicas y pigmentos, sensaciones y sentimientos primitivos. Intento hallar ese bienestar entre vaivenes de continuas experiencias plásticas, combinadas en cada ocasión de manera diferente”, indica. Desea seguir explicando las claves de su oficio, los vericuetos de una pasión: “Pintura es sinónimo de continuidad, de cambios interrumpidos o ininterrumpidos, fluidos casi siempre. Es sinónimo de enlazar experiencias plásticas en la búsqueda de esencias o matices importantes de estos ‘Temas’’ que llamo ‘recurrentes’”.

Un fragmento de un paisaje nevado de Peña Telera.
Un fragmento de un paisaje nevado de Peña Telera.
Ana Maorad.

Confiesa que para ella pintar “es nutrirse de las infinitas posibilidades que te ofrece un lápiz o carboncillo, que a su vez puede colaborar con la interacción de colores,  cálidos o fríos, saturados o ligeros, y de puntos, líneas, superficies. Interacciones vibrantes o complementarias, técnicas aditivas o sustractivas, trazos sutiles o violentos, insistentes o tímidos…”

Y todo ello, esa dialéctica del pensamiento y esa manufactura de la artista que piensa y siente le lleva a considerar que un mismo objeto puede representarse con “el lápiz más carcomido, dando la opción de añadir agua y pigmentos, o bien consolidarse bajo el óleo, trazarse sobre piedra litográfica o esgrafiarse sobre una plancha. Todo ingrediente y su forma de tratarlo pueden aportar en la creación. Y cada creación es única porque la combinación de factores que intervienen es infinita: el contexto social y emplazamiento, el espacio, los útiles y herramientas, el pretexto, el estado de ánimo… Esta inevitable convivencia de factores y labores integrará un todo particular, interrumpido en el momento escogido. Serán diversas las técnicas que persigan un mismo fin, enriquecido por todas ellas, dada la variedad de vías experimentadas”.

"Cada creación es única porque la combinación de factores que intervienen es infinita: el contexto social y emplazamiento, el espacio, los útiles y herramientas, el pretexto, el estado de ánimo…"

La pintura de Ana Maorad nace de una intención representativa insinuada o temblorosa, de partida, en su interior. Da igual que sea un paisaje nevado, un grupo de boletus teatralizados, la observación de Florencia -donde disfrutó de una beca- desde lo alto. Y, además del paisaje y los interiores, las personas son un ‘Tema recurrente’ muy estimulante por sus posibilidades de representación, dada su versatilidad y su amplitud de percepción. 

Una de sus obras contra las guerras y los éxodos.
Una de sus obras contra las guerras y los éxodos.
Ana Maorad.

Declara que “me alimento principalmente de fuentes expresionistas y comparto con ellas esa ansiada búsqueda del alma, de la esencia. Pueden ser pretextos agradables y familiares, o por el contrario un instrumento de censura de contextos tan injustos como los éxodos masivos: personas indefensas que deambulan presas de la incertidumbre, que huyen de los horrores y desastres de una de tantas guerras, con poca perspectiva de bienvenida allí donde vayan. En este caso, quizá la expresión de un niño puede definir todo lo que acontece, sin necesidad de palabra”, dice esta artista que posee una mirada especial hacia la infancia y un personalísimo sentido del color. Y no solo del color: aquí también ensaya multitud de perspectivas, texturas, fogonazos de pintura o manchas de carbón para dinamizar la composición.

La muestra permanecerá abierta hasta el 20 de enero de 2024. 

Un estudio de la mano cerca del rostro. La versatilidad del dibujo.
Un estudio de la mano cerca del rostro. La versatilidad del dibujo.
Ana Maorad.
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