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Terremoto en Open AI: cronología, quién es quién y todas las teorías sobre el culebrón de la inteligencia artificial

En los últimos 10 días el mundo de la inteligencia artificial ha vivido un golpe de estado en toda regla en el que finalmente Sam Altman ha sido restituido en su cargo. Pero ¿qué sabemos realmente sobre lo que ha pasado en OpenAI?

Los protagonistas de este juego de tronos en la inteligencia artificial: Sam Altman, Satyda Nadella, Mira Murati e Ilya Sutskever.
Los protagonistas de este juego de tronos en la inteligencia artificial: Sam Altman, Ilya Sutskever, Mira Murati e Satyda Nadella.
Agencias/H. A.

El mundo de la inteligencia artificial (IA) ha vivido un auténtico terremoto en los últimos días. Un culebrón repleto de traiciones, mentiras, descalificaciones y giros inesperados, que en un principio parecieron dar un giro de 180 grados al sector, pero que, al final, han supuesto uno de 360 en el que, aparentemente, todo se ha quedado como estaba.

Para entender qué ha pasado, primero hay que entender quiénes son los protagonistas de este juego de tronos. OpenAI es la niña bonita de la IA. Fue fundada en 2015 como una organización de investigación sin ánimo de lucro cuya principal misión es “es garantizar que la inteligencia artificial general (AGI) -aquella que es capaz de realizar cualquier tarea intelectual que un ser humano pueda hacer- beneficie a toda la humanidad”.

Durante los primeros 7 años de existencia, esta compañía pasó desapercibida para el gran público. Pero entonces llegó GPT-3 y, con él, ChatGPT. Esta IA generativa -cuyo primer aniversario (30 de noviembre) aún no se ha cumplido- ha puesto el mundo patas arriba gracias a su capacidad de elaborar respuestas en lenguaje natural muchas veces indistinguibles de las que podría proporcionar un humano. El éxito fue estratosférico: alcanzó los 100 millones de usuarios en menos de 2 meses, algo que a Facebook le costó 4 años, a Instagram 2 y medio y a TikTok, el mayor fenómeno viral de nuestros tiempos, 9 meses.

Viendo su potencial, Microsoft no tardó en hacer una oferta difícil de rechazar: 10.000 millones de dólares de inversión para seguir desarrollando la IA. La compañía de Satya Nadella conseguía una tecnología puntera para integrarla en todos sus servicios, desde su buscador Bing a Office, pasando por el propio Windows. Por su parte, OpenAI recibía una importante inyección de efectivo y mantenía su independencia. Aunque tuvo que reorganizarse para asegurar el retorno de la inversión, la junta seguía al frente de todas las decisiones importantes. Un pequeño equipo directivo formado por seis miembros, entre los que destacaban cuatro: Sam Altman (director ejecutivo o CEO), Greg Brockman (presidente), Ilya Sutskever (jefe científico) y Mira Murati (directora tecnológica o CTO).

Con dinero, talento y un futuro prometedor, todo parecía ir a las mil maravillas en OpenAI: a comienzos de año lanzaron GPT-4, un modelo muy superior al que les hizo triunfar; en los meses siguientes la IA aprendió a ver, escuchar, hablar y navegar por internet en busca de información; hace solo dos semanas Altman apareció triunfante en un escenario para mostrar los GPTs, asistentes personalizables por el usuario para realizar cualquier tarea. La IA era imparable, OpenAI era imparable, Sam Altman era imparable. Ese mismo viernes, Altman era despedido de manera fulminante por la junta.

Cronología de un giro de 360 grados

Los hechos se han sucedido a una velocidad vertiginosa. El jueves, 16 de noviembre, Ilya escribe un mensaje de texto a Sam convocándole a una reunión al día siguiente. Poco después informan a Mira de la destitución de Sam y de que ella la sustituirá.

El viernes, Sam es despedido por videollamada, el motivo oficial: ha mentido a la junta. Ese mismo día, Greg es expulsado de la junta, aunque mantiene su puesto como presidente. Por la tarde, se lleva a cabo una reunión general en OpenAI durante la tarde del viernes, donde Sutskever defiende la decisión de destituir a Altman.

El sábado, Satya Nadella, CEO de Microsoft, emite un comunicado manteniendo el compromiso con OpenAI. Por su parte Greg Brockman y tres investigadores de alto rango dimiten en apoyo a Sam.

El domingo, Altman reaparece en las oficinas de OpenAI con un pase de invitados al cuello, se hace una foto mostrando la tarjeta y la publica en redes: “La primera y última vez que llevo una de estas”. Parece que se está negociando su vuelta como director ejecutivo, pero la junta se resiste y en su lugar nombra a Emmett Shear, cofundador de Twitch.

El lunes, Microsoft anuncia que ha fichado a Sam, a Greg y a otros ex de OpenAI para una nueva división de IA dentro de la compañía. Casi al mismo tiempo, cerca del 90% de los empleados de OpenAI firman una carta en la que amenazan con dejar la compañía si no restituyen a Altman como CEO y en un nuevo giro de los acontecimientos, Ilya Sutskever, supuesto autor intelectual de todo este embrollo, entona el mea culpa en redes sociales y pide su restitución.

El miércoles, Altman vuelve a OpenAI como CEO y la junta que lo echó es destituida. 

El misterioso proyecto Q-Star y la inteligencia artificial general

Todo ha cambiado para que todo siga igual. Pero, ¿qué hay verdaderamente detrás de este culebrón empresarial?, ¿es simplemente una lucha de poder por el control de una de las compañías más pujantes del mundo?, ¿quién ha ganado la guerra y qué supone su victoria?

Son muchas las teorías que se han planteado desde la destitución de Altman, pero algunas tienen más fundamentos que otras. Las dos principales son la económica y la moral y ambas van, en cierto modo, de la mano.

Todo parece apuntar a una guerra interna dentro de la junta entre dos facciones. Una más prudente y otra más temeraria. Una fiel a los valores fundacionales de la compañía como una organización sin ánimo de lucro que velara por lograr una AGI (inteligencia artificial general) sometida a un férreo control para garantizar su seguridad, y otra más alineada con la nueva realidad de una compañía que busca un desarrollo tecnológico rápido para devolver la inversión.

Las últimas informaciones, recogidas por la agencia Reuters, parecen indicar que el detonante de todo es un avance considerable en un proyecto denominado Q* (leído como Q-Star) que hizo saltar las alarmas en los sectores más conservadores de OpenAI.

Según lo poco que se sabe de este proyecto, todo parece apuntar a que esta rama de la investigación dotaría a la IA de capacidades para la resolución de problemas matemáticos. Mientras que la IA Generativa produce una respuesta correcta para problemas con soluciones múltiples, esta nueva inteligencia sería capaz de inferir soluciones para problemas con una única solución válida como son los matemáticos. Esto sería un paso de gigante hacia la AGI según los expertos.

En un momento en el que tenemos diferentes inteligencias artificiales para asistirnos en diferentes tareas como la elaboración de textos casi indistinguibles de los que escribiría un humano, el paso hacia una IA general capaz de resolver potencialmente cualquier problema parece más cerca de dejar de ser ciencia ficción. Aunque los beneficios del desarrollo de este tipo de tecnología son innegables, no son pocas las voces que han advertido de sus riesgos. Parece que es precisamente esta la lucha que se ha vivido en los últimos días en OpenAI. También parece claro qué facción ha ganado.

Los protagonistas

Sam Altman. El recién restituido CEO de OpenAI es el nuevo gurú de la inteligencia artificial, la cara visible de una tecnología atractiva y peligrosa que maravilla al mundo. Su perfil es más empresarial e inversionista que científico, encargado de conseguir los fondos para una innovación con elevadísimos costes, aunque su papel dentro de la compañía ha sido también el de difundir los beneficios y el potencial positivo de la IA.

Satya Nadella. Desde que tomó las riendas de Microsoft ha disparado sus beneficios y su interés. Este empresario de origen indio no solo tiene buen olfato para los negocios, sino que también ha sabido devolver la ilusión por la compañía.

Ilya Sutskever. Cofundador y científico jefe de OpenAI, es un destacado investigador en el campo de la inteligencia artificial. Se presume que es el incitador de la rebelión contra Altman por miedo a los avances sin control de la IA.

Mira Murati. Es la segunda cara más visible de OpenAI y toda una referencia en IA. Fue la escogida por la junta para sustituirle. Aunque al principio no ofreció resistencias, tardo poco en mostrar su lealtad a Sam y pedir su restitución.

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