Por
  • Enrique Abenia

Paula Ortiz y el cauce del final

Liev Schreiber, en la película.
Liev Schreiber, en la película.
Tribune Pictures

De tu ventana a la mía’ (2011) y ‘La novia’ (2015) evidenciaron la capacidad de Paula Ortiz para transmitir emociones y acompañarlas de sentido estético. La directora aragonesa revalida esa cualidad en ‘Al otro lado del río y entre los árboles’, su tercera película, una producción internacional en la que adapta a Ernest Hemingway. La historia, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, muestra a un coronel que sabe que su final se acerca, y que decide pasar un fin de semana en Venecia para estar consigo mismo y localizar un lugar importante para él. 

Un cauce canalizado por un notable Liev Schreiber, actor de los que desprenden presencia mientras manifiestan la carga dramática detrás de la misma (la aceptación resignada, la negativa a los cambios). Por sus poderosas evocaciones, principalmente sobre la muerte pero no solo en torno a ella, la obra se convierte en la más sugerente de su autora, al menos hasta que llegue, en noviembre, ‘Teresa’.

El largometraje exhibe dos atrayentes elecciones creativas: el predominio formal de la fotografía en blanco y negro, trabajo de Javier Aguirresarobe encaminado a favorecer la esencia clásica que guía a Ortiz, y la construcción narrativa sobre las conversaciones y lo que estas dicen de los personajes. Unas bases conjugadas con el cuidado expresivo detectado en las descripciones, los detalles, la puesta en escena y las localizaciones escogidas.

'al otro lado del río y entre los árboles' ****
Directora:Paula Ortiz.
Fotografía:Javier Aguirresarobe.
Intérpretes:Liev Schreiber, Matilda De Angelis, Josh Hutcherson, Laura Morante, Danny Huston.

Lo suscitado adquiere especial dimensión en el marco de la conexión entre el militar y una joven de espíritu libre, atada a las necesidades de su ilustre familia (buena interpretación de Matilda De Angelis). En sus paseos y veladas laten sus respectivas coyunturas internas y la cuestión del proceso transitorio y su huella. El vínculo y lo que saborean en esos momentos despierta belleza, la cual aparece también en un cierre iniciado con el dolor de significado antibelicista.

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