Por
  • Carmen Puyó

Víctor Erice, pensamiento y vida

José Coronado, en una secuencia de 'Cerrar los ojos'.
José Coronado, en una secuencia de 'Cerrar los ojos'.
Avalon

¿Qué secreto encierra Víctor Erice en su cine para que cada una de sus (pocas películas) sea analizada al milímetro y todos los que seguimos, vemos o escribimos sobre el mismo tratemos de indagar sobre el origen de un personaje, una escena, un gesto o una mirada? Tiene la virtud el autor de obras tan importantes para la historia de la cinematografía española –‘El espíritu de la colmena’, cincuenta años después, sigue siendo obra maestra y referencia para quienes aman el séptimo arte- de que todos nos aproximemos a su obra con un respeto absoluto. Será porque él mismo respeta la profesión a la que se dedica y respeta al espectador, empeñado como está, como vuelve a demostrar en ‘Cerrar los ojos’, en que una película es más que un divertimento, más que un buen producto cultural. En la suya hay pensamiento y vida.

Erice regresa después de treinta años alejado del largometraje y cincuenta después de ‘El espíritu de la colmena’, acompañado como entonces, aunque en un papel más secundario, por Ana Torrent, la niña que fue de los ojos profundos. Esta vez, el cineasta habla del pasado y del presente, de la memoria que perdemos y la que conservamos, de la melancolía por lo que se ha perdido irremediablemente y de la nostalgia. Qué duro es saber que no recuperarás lo que tuviste. Y lo hace a través de una historia que comienza con una larga secuencia, que pertenece al rodaje de otra película, y sigue veinte años después, cuando el director de aquella obra inacabada trata de descubrir qué fue de su amigo y actor principal, desaparecido a mitad de rodaje.

Con José Coronado y Manolo Solo soberbios en sus respectivos personajes, hay muchos aspectos y detalles en ‘Cerrar los ojos’, porque estamos ante una de esas películas que puedes ver varias veces y cada vez encontrarás un matiz, un gesto, algo que se te había escapado y que aun enriquece más la historia. Una obra grande, especial, para ver con calma.

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