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Vida y muerte de una idealista rusa transformada en terrorista

La historia de Natacha Klimova, condenada a pena capital con 21 años por atentar contra el régimen del zar ruso, se reconstruye en 'La flor roja'.

Maud Mabillard publica 'La flor roja'
Maud Mabillard publica 'La flor roja'
Pepitas de Calabaza Ediciones

Con un pie en el primer escalón del cadalso, sentenciada a muerte por participar en el atentado de un ministro zarista de la Rusia de principios del XIX, Natacha Klimova escribía una carta pública en la que aseguraba tener "una extraordinaria libertad interior" sin arrepentimientos. Con 21 años, y sintiendo ya "la soga que me pondrán en el cuello", preguntaba: "¿Sabéis lo que significa ver toda la vida como si estuviera posada sobre la palma de vuestra mano?". Se hizo popular y su condena fue conmutada.

Un siglo después, Maud Mabillard, traductora nacida en Ginebra en 1975 con residencia en Moscú, reconstruye la historia de esta mujer idealista, que militaba en las filas de los maximalistas rusos -una escisión radical de los socialistas-, y que abrazó el terrorismo como método de alcanzar el poder. La autora recorre Rusia, entrevista a familiares de Klimova y a historiadores, rebusca en las página de escritores como Tolstoi o Chéjov, remueve hemerotecas y archivos de la KGB y se enfrenta a la nostalgia soviética y zarista para su ensayo de 'La flor roja', publicado por Pepitas de Calabaza Ediciones. La rigurosidad no la exime de una narración novelesca, con buen manejo de los tiempos y la tensión, compartiendo el protagonismo entre Klimova y Mabillard, que narra también las vicisitudes de su investigación.

A Klimova la detienen el 30 de noviembre de 1906, con efectivo y dinamita. Hija de un noble, acababa de llegar a San Petersburgo y confiesa en el primer interrogatorio: pertenece a la Organización de Combate de los Socialistas Revolucionarios Maximalistas, llevó las bombas para ejecutar un atentado contra un ministro, que salvó la vida aunque su hija de 14 años perdió las piernas y mató a unas 30 personas.

En un país revuelto por las guerras exteriores y el descontento interior, con sucesos como la 'matanza del domingo rojo' en que la Guardia Imperial asesina a centenares de manifestantes, la banda terrorista de los maximalistas inicia sus campañas con bombas contra altos funcionarios del zarismo. Y Klimova, una idealista con una "infancia feliz" y rica, gustaba de montar a caballo y enseñar a leer a algunos campesinos que trabajaban para su padre, empieza a admirar a los terroristas y a asistir a mítines políticos.

Con este contexto, bien plasmado en el ensayo, Klimova se establece en Moscú, donde frecuenta a viejas amigas de la nobleza, que están además afiliadas al Partido Socialista Revolucionario. Pero ella prefiere ingresar en la "organización maximalista" en 1906, según dice en los interrogatorios, y conforma a una célula que prepara el "combate definitivo", "hasta la victoria o la muerte". En la trama, ella es la mujer de uno de los líderes.

Días en prisión

Capturada, no la ejecutan, como a otros de sus compañeros. Ella escribe a su padre, la familia le apoya. Es trasladada de cárceles, Tolstoi se interesa en su caso y, aunque no llega a escribir sobre ella, sí lo hace contra la pena de muerte, la excluyen de la causa contra los maximalistas, ella se queja de las condiciones de su prisión en el módulo de mujeres de la capital, se rebela y hace una huelga de hambre, se escapa.

Huida, persecución. Llega a China, atraviesa Mongolia haciéndose pasar por geóloga, según confirma Mabillard. Termina en Suiza "en la mayor de las pobrezas", estalla la I Guerra Mundial... 'La flor roja' es una novela de realidad contrastada, sin un solo dato sin comprobar in situ, sin elucubraciones, sin lagunas rellenas de ficción.

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