La pareja zaragozana que unió 'First Dates'
Julio y Sandra participaron en el programa televisivo el pasado viernes. Y congeniaron bien gracias a la música y al sentido del humor.
Dos jóvenes zaragozanos se sentaron el pasado viernes a la mesa del programa televisivo 'First Dates' en busca de una oportunidad para el amor.
Él es Julio, de 30 años y músico profesional. Toca el saxo y la guitarra en una orquesta fundada por su familia de artistas. Según explicó al presentador, Carlos Sobera, fue su padre el artífice de la llegada a la capital aragonesa de estrellas internacionales de la talla de Tina Turner o Joe Cocker.
Llegó buscando en su pareja "inteligencia emocional" para poner las bases a un proyecto de vida en común, sin más pretensiones. Y encontró a Sandra, zaragozana de 27 años, operaria de una fábrica de asientos de coche. Ella le contó que ha estudiado fotografía artística y educación infantil. A Julio le encantó porque él también es fotógrafo, aunque no se dedica profesionalmente a ello. También coincidieron en sus gustos por el cine y la música.
"La he visto con una energía muy positiva", resumió Julio.
A Julia también le gusta viajar, pero como reconoció que no tiene mucho dinero, admite ser “un poco ratilla” y apuesta por los viajes de 'low cost'. Julio sintió que entre ambos estaba surgiendo una estupenda conexión entre ellos. Tan buena que se puso algo nervioso: se le trabó la lengua y dio paso a un divertido diálogo de besugos que acabó con ambos riendo a carcajadas:
Julio - ¿Te gustra... (sic)?
Sandra - ¿Que si me gustra? ¡Me encantra (sic)!
J. - A ver... Todos somos persianas... Parece menterio (sic) que no lo sepas.
Ambos no pararon de reír.
La música les propicio una feliz coincidencia: ella fue una de las espectadoras que le escuchó durante un festival en el que tocó La Fuga. En el amor, los dos han tenido una única relación larga que se terminó porque la comenzaron muy jóvenes. Entre ellos surgió mucha conexión y Sandra coincidió en que Julio le trasmitía una energía muy positiva.
Finalmente, aunque en el fotomatón no hubo beso, congeniaron tan bien que se dieron una oportunidad para seguir viéndose en una segunda cita por Zaragoza. Al fin y al cabo él vive por Miralbueno y ella en un pueblo próximo a El Burgo de Ebro, a solo media hora de la capital aragonesa.
