CÓMIC. OCIO Y CULTURA

Trueba y Mariscal iluminan la vida, la música y la última noche de Tenório Jr. en Buenos Aires

Salamandra publica, en gran formato, un cómic basado en la película de animación 'Dispararon al pianista', sobre el intérprete que desapareció en 1976

Una de las viñetas de este espléndido trabajo de Trueba y Mariscal.
Una de las viñetas de este espléndido trabajo de Trueba y Mariscal.
Mariscal/Salamandra Graphic.

Fernando Trueba (Madrid, 1955) es un gran enamorado de la música desde hace años. No solo la ha llevado al cine –‘Mientras el cuerpo aguante’, ‘Calle 54’...– sino que ha sido editor de discos muy selectos. Con el paso del tiempo, tras la preparación de ‘El milagro de Candeal’ (2004), se le impuso una auténtica obsesión: la vida, la obra y la muerte de Tenório Jr., un gran pianista brasileño, genial y tímido, obsesionado por la música, que se parecía en algunos aspectos a Bill Evans. Y desde entonces, a la vez que hacía otras películas, entre ellas ‘El artista y la modelo’ y ‘El olvido que seremos’, seguía dándole vueltas a su antigua porfía, rescatada o alimentada, en cierto modo, con otra película musical y además de animación: ‘Chico y Rita’, donde colaboró activamente en el guión el zaragozano Ignacio Martínez de Pisón y dibujó Javier Mariscal.

Al final, tras superar meandros y más meandros, preguntar por aquí y por allá, y contar con algunas ayudas del azar, ha podido hacer la película que quería y publicar un cómic estupendo. Excepcional. Se trata de la novela gráfica ‘Dispararon al pianista’ (Salamandra Graphic, 255 pp.), donde crea un personaje, Jeff Harris, al que su editora le pide que haga un libro sobre la música brasileña. Se traslada a Río de Janeiro y ahí descubrirá algo de lo que se sabía más poco: el samba, la bossa nova y sus atmósferas de jazz que acogía en su garito el Beco das Garrafas el inmigrante italiano Alberico Campana, una música subyugante que enamoró a la mismísima Ella Fitzgerald.

El cantante y compositor Edu Lobo le dije al joven norteamericano: «Era algo muy extraño y novedoso. Las letras eran completamente nuevas». El cantante y compositor Chico Buarque decía: «‘Chego de saudade’ era otra cosa, otro rollo, claramente. Con esa canción hubo un antes y un después». Gilberto Gil recordaba. «Me volví loco con todo eso… Así fue, ‘Chega de saudade’ cambió mi vida». La investigación le lleva a otros nombres: Vinicius de Moraes, Antonio Carlos Jobim, Joao Gilberto, Elis Regina, etc. Pero algo excepcional estaba por llegar: la figura de Tenorio Jr. Tras su desaparición en Buenos Aires, dice Suzana de Moraes, hija y productora de Vinicius: «Tras la desaparición de Tenório mi padre se quedó un tiempo en Buenos Aires». 

Se recuerda que tenía cuatro hijos con su mujer, que esperaba el quinto, y que por entonces vivía una aventura con la joven Malena. El joven investigador quiere saber por qué lo arrestaron y lo mataron, y Suzana contesta: «Nadie lo sabe exactamente. Al parecer, Malena no se sentía muy bien y él fue a la farmacia por una medicina, y eso es todo. Simplemente se esfumó. Se fue. Desapareció». Más adelante el actor Carlos Santamaría, excuñado de Vinicius, revela: «Vinicius siempre recordaba a Tenório con la impotencia de no haber podido hacer nada. Fue algo con lo que tuvo que cargar durante muchísimo tiempo».

El joven Jeff se queda impresionada por la vida, el talento y la muerte de Tenórico Jr. y decide escribir su biografía.
El joven Jeff se queda impresionada por la vida, el talento y la muerte de Tenórico Jr. y decide escribir su biografía.
Mariscal/Salamandra Graphic.

Con todos estos detalles, y algunos más –como no se encontró el cadáver su mujer Carmen nunca recibió ni compensación de la dictadura ni una pensión–, el joven Jeff (que encarna claramente el interés, la curiosidad y la obsesión del cineasta) inicia una nueva investigación. Cambia el objeto de su estudio y se centra en desmenuzar, más de 40 años después, todas las circunstancias que pusieron a la vida de Tenório Jr. La novela gráfica crece en varias direcciones porque evoluciona como lo que sería una ‘quest’: contiene una aproximación a la música brasileña y a sus contactos con la música norteamericana y cubana; se encuentra una partitura de Tenório Jr., y Jeff se la pasa a Bebo Valdés para que la toque. Se acerca a la misteriosa e inefable forma de interpretar del músico y a su personalidad dulce y a su candor, casi de otro mundo.

Un trabajo exuberante

«La mano de Tenório tocando el piano era algo precioso, siempre en el lugar correcto», dice el pianista y compositor Laércio de Freitas. Jeff contacta con sus músicos, logra hablar con su amante Malena y con su esposa Carmen, y logra recomponer todo lo que pudo haber sucedido en aquella terrible noche del 18 de marzo de 1976 en Buenos Aires en la que parece que el pianista salió a comprar un sandwich a las dos de la madrugada.

El cómic es exuberante como Brasil, su carnaval y su música. Y contiene mucha información, acción, emoción, y también un análisis minucioso de la violencia política y estatal de varios gobiernos latinoamericanos con su torbellino gratuito de desapariciones y asesinatos. Y también hace una incursión dolorosa en el ambiente familiar de los Tenório. Si el guión de Fernando Trueba es sumamente rico y está lleno de personajes, de discos y canciones, de ambientes (funciona como una auténtica novela vertiginosa por momentos), el trabajo gráfico de Javier Mariscal no le va a la zaga. Lo tiene todo: claridad y belleza, capacidad de sugerencia y evocación, magia y misterio, expresividad y mucha variedad de iluminación, de tonos y de composición. El formato es generoso, y Mariscal suele dividir la página en tres partes, aunque hace lo que le quiere, usa el blanco y negro para sugerir un viaje al pasado, un ‘flash back’.

El conjunto respira sensualidad, gracia, duende, hermosura y libertad. Eso sí, la historia, terrible y gratuita, suscita impotencia, compasión y melancolía.

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