Masiva y colorida romería en Calatayud hasta la ermita de San Roque

La peregrinación, que arranca en plena madrugada, cuenta con reparto de perritos calientes y chocolatada de 600 litros previos a las vaquillas.

Masiva y colorida romería en Calatayud hasta la ermita de San Roque.
Masiva y colorida romería en Calatayud hasta la ermita de San Roque.
JMACIPE

La tradicional romería a la ermita de San Roque de Calatayud, que se desarrolla en el marco las fiestas en honor al santo, ha reunido en la madrugada de este miércoles a cientos y cientos de bilbilitanos y visitantes, entre peñistas, cofrades y vecinos devotos. Cerca de tres horas de recorrido en los que se cuentan cerca de 900 metros de subida y fuertes pendientes para llegar a coronar el cerro donde se ubica el pequeño templo. El inicio de la subida se daba sobre las cinco y media de la madrugada, cuando salía la peana desde la plaza de España y unos minutos después se daba una vuelta de honor por el interior de Santa María, acompañados por los representantes del cabildo.

Tomando las escaleras al santuario de la Virgen de la Peña desde la Puerta de Terrer, el sonido reinante mezclaba el zumbido de la música, las melodías de las charangas y el volteo de las campanas y el martilleo del campanico que llegaba desde la ermita. Las angostas calles del barrio de San Roque hacían que el particular desfile, en el que se entremezclan los colores de las peñas sanroqueras, se estrechase y fuera difícil seguir el ascenso. A un cuarto de hora para las seis, parte de los veinte voluntarios de la Cofradía de San Roque ultimaban los detalles en la llamada 'era del chocolate' para luego repartir 600 litros de cacao líquido con leche mientras la comitiva seguía escalando.

"A las tres de la mañana ya vamos a buscar el chocolate a una de las pastelerías. Ya luego subimos y empezamos a preparar las mesas", explicaba Pilar Serrano, una de las voluntarias e integrante de la cofradía que participa en el multitudinario reparto que tiene lugar, poco después, a la bajada y que incluye más de 20 cajas con bizcochos. Dentro de la explanada de la era, se desplegaban varias mesas, donde también se ve moscatel y desde hace pocos años los azucarillos, pequeños bloques de dulce "que antes se repartían con el chocolate, que era amargo". "Me brindo a ayudar, porque es un placer. Además, echando una mano es más llevadero", reconocía Mariví Melendo.

A las seis, la peana ya había llegado a la explanada, donde la imagen del santo presidía la misa en su honor. Mientras, un sector de los participantes se acercaba a la ermita, desde donde se podía escuchar la letanía de los gozos. A los pies del edificio, Interpeñas volvía a repartir una pequeña recena, en la que se incluía un perrito caliente y bebida. "Este año se reparten 3.800. Es una forma de incentivar a que la gente joven suba y participe en la romería, que es uno de los actos fundamentales de las fiestas", remarcaba el responsable de la Federación, Gerardo Bernal.

Hasta las siete, cuando el santo encabeza el regreso al casco urbano, los peñistas más jóvenes aprovechan para echar una cabeza o simplemente tumbarse en cualquier recodo del cerro. Diez minutos después, los acordes de las charangas llegaban de nuevo hasta la era, donde los voluntarios comenzaron su particular "batalla" para llenar vasos mediante jarras. Aunque el grueso de la peregrinación continuaba con el descenso, el santo no lo hizo hasta media hora después.

Poco antes de las ocho, la peana entraba en la plaza de España, donde cientos de peñistas y vecinos volvían a reclamar al alcalde la celebración de las vaquillas donde se destrozarán esta tarde los emblemáticos muñecos de capea. Tras varias peticiones, el regidor, José Manuel Aranda, acompañado del joven preboste entrante, Martín Peña Larriba, sacaba el pañuelo blanco dando vía libre al acto taurino vespertino.

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