La Basa de la Mora: premio a los caminantes que se adentran en el monte de Plan

Este ibón, uno de los más bonitos del Pirineo, tiene un acceso sencillo que permite una combinación de tráfico rodado y caminata. 

La Basa de la Mora, en el mágico entorno del Monte de Plan.
La Basa de la Mora, en el mágico entorno del Monte de Plan.
Laura Uranga

En Aragón hay muchas fuentes ‘de la Mora’, con leyendas similares. La de Alfántega, cerca de Monzón, por ejemplo. Basa de la Mora, sin embargo, solo hay una para los pireneístas y amantes del senderismo en general:la de Saravillo, también conocida (tanto monta, monta tanto) como Ibón de Plan, uno de los más hermosos de las montañas que separan Huesca de Francia.

Su lámina de agua verdea y brilla misteriosa en verano, y se congela entre orillas ocres en invierno. Exceptuando las jornadas de grandes nevadas (y aun así:para eso están las raquetas y las piernas voluntariosas) es una excursión recomendable para cualquier momento del año.

A lo del misterio ayuda la caminata, los altos picos del entorno y el modo en que las cumbres juegan con la aparición del sol, proyectando sus sombras sobre el agua. La leyenda habla de una mujer musulmana que se perdió en la montaña, quedando su espectro preso en el ibón. No es una visión aterradora: al contrario, la creencia es que se trata de una figura bellísima, que solamente las personas puras pueden llegar a verla, algo que para los no creyentes en estas historias puede resultar devastador, dado que al no verla se tendería a dudas de la bondad del alma.

Paseo de los que rentan

La Basa de la Mora pertenece al monte de Plan y tiene acceso rodado por Saravillo, el pueblo del queso delicioso. Es una pista que lleva al refugio de Lavasar desde las últimas casas de la localidad; se cobran tres euros en una máquina que está tras las últimas casas de Saravillo, un dinero que se emplea en conservar la vía en condiciones, con asfalto en el primer tramo. El recorrido en vehículo (15 kilómetros) se lleva algo más de media hora. También se puede llegar andando desde Plan por el GR-15.

Desde el refugio de Lavasar, con sus curiosos crómlech en el acceso, hay un sendero estrecho que baja hasta el ibón, y que no cuesta más de 20 minutos en un trayecto que en primer lugar obliga a superar un terreno pedregoso (sin dificultades) y transita luego por zona de pradera. 

El espectáculo para la vista, destellos solares incluidos, llega en la parte final: moles montañosas hacen de guardianas, con pinos negros en los flancos. También se puede llegar al Mar de Piedras de Entremón, con el suelo ardiente en verano. El hielo, en condiciones normales, aguanta buena parte de la primavera. Y la imaginación, tan libre como afectada ante tanta belleza, vuela con soltura a la hora de dibujar nuevas leyendas en tan espectacular entorno. Con bocadillo, buen calzado y cantimplora, eso sí.

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