cultura

Julio Gracia: "El humor es un pegamento social"

Premio Nacional de Edición Universitaria por su libro ‘El cómic español de la democracia’ (PUZ)

Julio Gracia divisa como nadie las claves del cómic.
Julio Gracia divisa como nadie las claves del cómic.
Oliver Duch

Casi podríamos iniciar la entrevista con un minuto de silencio por el fallecimiento del gran Francisco Ibáñez…

Desde luego que sí. Con su obra podemos conocer la evolución de la sociedad española en las últimas décadas.

¿Tan importante son las historietas?

Claro. Con ellas aprendimos a leer, a conocer las palabras, los gestos, los hábitos, las costumbres de cada momento. Igual con Ibáñez que con los que le precedieron.

Escobar, Vázquez…

Son nombres muy destacados. Los dos coincidieron con Ibáñez en ese gran laboratorio de ideas que fue la Escuela Bruguera.

Los padres de Carpanta, de Zipi y Zape, de las Hermanas Gilda…

Estos personajes retratan un tiempo concreto de España. Carpanta encarna el hambre de la posguerra; Zipi y Zape, la represión parental.

¿La represión parental?

Por supuesto. Muchas travesuras de Zipi y Zape terminaban con la amenaza de los padres con una vara para sacudir colchones.

Es cierto.

Las Hermanas Gilda también plasman la represión, en ese caso sexual, de ese tiempo.

Vayamos con Ibáñez.

Estamos hablando de un autor muy importante que nos consiguió unir a través del humor, que, por supuesto, es un pegamento social. Insisto en que el humor es algo importantísimo.

Y tanto: el humor nos recuerda que, por muy alto que sea el trono, todos tenemos que agachar el culo para sentarnos.

Somos democracia porque nos reímos de nosotros mismos.

Hablando del gesto de reír, de su ausencia o reiteración. ¿Quién le gusta más a usted, el que se ríe siempre o el que no se ríe nunca?

Buena pregunta.

Responda, por favor.

Ninguno de los dos dos. Me gusta el que se tiene que reír cuando se tiene que reír. Ahora mismo, por ejemplo. ¡Cuánto nos ha hecho reír Ibáñez! Sus personajes más icónicos son Mortadelo y Filemón. En las últimas décadas, prácticamente solo se dedicaba a Mortadelo. Hay álbumes clásicos, como ‘El Sulfato Atómico’ o ‘Valor y... ¡al toro!’, que son auténticas obras de arte.

Menuda se lió con el sulfato que inventó Saturnino Bacterio, el inefable Profesor Bacterio.

Se editó en 1969. Hay que leerlo detenidamente: aparece un dictador en un país llamado República de Tiranía. El dictador se llama Bruteztausen… E insisto, era 1969... Pepe Gotera y Otilio también tienen su historia.

Chapuzas a domicilio…

Así es. Un capataz que no se mancha el traje y un currante que solo piensa en comer.

A mí me encantaba Rompetechos.

Y tanto: hasta lo lleva aquí, en la pantalla de su teléfono móvil.

Quiero con toda mi alma a Rompetechos: ¡qué grandísima persona!

Un buenazas que colisionaba con la realidad.

Calvorota y cabezón, no ‘junaba’ nada el pobre pese a esas gafas de mil aumentos, todo lo veía bien aunque lo leyera mal. En el móvil lo llevo en un dibujito en bañador a punto de tirarse a una piscina sin agua.

Es cierto. Rompetechos siempre quería ver el lado bueno de la vida, aunque en verdad fuera todo negativo. No podíamos olvidarnos de 13 Rúe del Percebe.

En esta casa residía el humor.

Es tan importante en la obra de Ibáñez que hasta sus personajes visitaban el edificio. Por allí se pasaban a dar una vuelta Mortadelo y Filemón, el Botones Sacarino, Rompetechos... En ese edificio aparece toda la sociedad española de la época: el tendero tramposo, el moroso, la portera cotilla y metomentodo. Hasta tenía vida el ascensor averiado eternamente.

Hay autores cuyos dibujos son sólidos artículos de opinión, vectores directores de la línea editorial del medio. Qué decir del genial Mingote en ‘ABC’ o ‘La Razón’, y Premio Heraldo.

Opiniones expresadas con humor, pero con enorme trascendencia. Además, de impacto inmediato para el lector. Sin duda, un extraordinario medio de comunicación.

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