Ibáñez, el hombre cuya mano no podía dejar de dibujar

Cuando con más de 80 años se le preguntaba a Ibáñez en qué momento dejaría de dibujar historietas, se limitaba a contestar que él no veía el día.

Francisco Ibáñez en la firma de tebeos en Zaragoza
Francisco Ibáñez en la firma de tebeos en Zaragoza

Si algunos niños nacen con un pan bajo el brazo, Francisco Ibáñez llegó al mundo con un lápiz en la mano, un apéndice más de su cuerpo que tomó vida propia, creó personajes como 'Mortadelo y Filemón', que ya forman parte de la cultura popular, y no permitió que su propietario se jubilara jamás.

Cuando con más de 80 años se le preguntaba a Ibáñez en qué momento dejaría de dibujar historietas, se limitaba a contestar que él no veía el día, porque no sabía hacer otra cosa, y dejaba la decisión en manos de su habilidosa extremidad: "Seguiré hasta que la mano diga: basta, se acabó", se sinceró en una ocasión.

Además a Ibáñez no le gustaba jugar a la petanca, o al tute, como a la mayoría de los jubilados, y si en alguna ocasión ya sentía el peso de los años y se planteaba por un momento colgar la camiseta, sus editores le quitaban enseguida la idea de la cabeza.

"A veces voy a la editorial y digo: 'Mira, estoy ya viejito. Que querría ya empezar a pensar en jubi...', y no me dejan ni acabar: 'Calla, loco'. Y planean este año, el que viene, el otro... A trabajar, a trabajar, a trabajar'", confesaba Ibáñez, que no tardaba en aceptar su destino: "¿Pero qué demonios hablo yo de jubilarme ni qué narices? ¿Qué voy a hacer yo entonces?", se acababa preguntando.

Y es que, con una trayectoria como dibujante de más de 65 años, en los que completó 220 álbumes de 'Mortadelo y Filemón', además de centenares de historietas de 'El botones Sacarino', 'Pepe Gotera y Otilio', 'Rompetechos' o '13, Rue del Percebe', trabajando a un ritmo vertiginoso, el incombustible Ibáñez batió todos los récords.

De ser un deportista, Ibáñez estaría sin duda a la altura de los 100 tantos en un partido del baloncestista Wilt Chamberlain o los 38.652 puntos en la NBA de Lebron James, de las 28 medallas olímpicas del nadador estadounidense Michael Phelps o de los 23 Grand Slam del tenista serbio Novak Djokovic.

Y es que la prolija producción de Francisco Ibáñez le seguía sorprendiendo a él mismo, lo que en una ocasión le llevó a exclamar, sin atisbo de exageración: "Para exponer todo lo que he hecho, se necesitaría la Gran Muralla de China y faltaría sitio".

En su caso, su longevidad le acarreó en los últimos tiempos algún pequeño problema para encontrar nuevas historias para sus personajes, pero, a grandes males, grandes remedios, e Ibáñez reveló una vez un método que le funcionaba y que bien podría haber sido aconsejado por el doctor Bacterio: "apretar la cabeza con un diccionario hasta que brota la idea".

Una de las claves del eterno éxito de Ibáñez fue la de mantenerse fiel a su peculiar estilo de hacer humor, apoyándose en unos personajes desastrosos en situaciones disparatadas que sufren por ello constantemente todo tipo de golpes y porrazos, aunque sus consecuencias apenas perduran una o dos viñetas.

Nunca pretendió Ibáñez hacer crítica social a través de sus historietas, y si alguna vez, como en los álbumes 'El Tesorero' o '¡Elecciones!', dirigió alguna puya a los partidos políticos y a los casos de corrupción, fue más por ser temas de actualidad que por voluntad de entrar en disquisiciones partidistas.

Como dibujante, Ibáñez siempre se vio a sí mismo "regularcillo, tirando a malo" mientras se consideraba "no una maravilla, pero bastante bueno" como historietista, pues, sostenía, si 'Mortadelo y Filemón' se han mantenido durante 65 años era "porque el guión acompañaba".

El padre de 'Mortadelo y Filemón' nunca se opuso a que, cuando él faltara, sus aventuras pudieran tener continuidad de la mano de otros guionistas y dibujantes.

"Yo no soy como aquel hindú que dice, 'Cuando muera, la viuda a la hoguera conmigo'. No, cuando muera, la pareja que continúe'", afirmaba Ibáñez al asegurar que en España "hay muchos dibujantes que hacen maravillas y que saben dibujar mejor que yo", por lo que en su opinión podrían continuar también su trabajo.

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