Qué es el auténtico dial del destino, la reliquia de la última de Indiana Jones

La máquina de Antiquitera es una calculadora astronómica descubierta en el Egeo hace 120 años

Secuencia de 'Indiana Jones y el dial del destino', en la que Helena Shaw sostiene la calculadora astronómica.
Secuencia de 'Indiana Jones y el dial del destino', en la que Helena Shaw sostiene la calculadora astronómica.
Lucasfilm

Más de cien años pasaron desde que se sacó del fondo del Egeo hasta que se supo para qué la usaban los griegos de hace 2.200 años. Aunque en el mundo real no abre grietas en el espacio-tiempo, la reliquia en torno a la que gira 'Indiana Jones y el dial del destino' es una pieza extraordinaria, una calculadora astronómica de la Grecia helenística.

Al igual que la calavera de cristal, la antigüedad de la cuarta aventura del arqueólogo, 'la anticitera' -como la llaman en 'Indiana Jones y el dial del destino', que se estrenó la semana pasada-, existe. No es un objeto legendario, como el arca de la Alianza y el Santo Grial, o inventado, como las piedras de Sankara de 'Indiana Jones y el templo maldito'. Aunque, como en la calavérica entrega, Hollywood la ha reinventado para adaptarla a sus necesidades.

La máquina de Antiquitera se encontró hace 122 años en aguas de la pequeña isla griega de ese nombre, a medio camino entre el Peloponeso y Creta. Allí, en la Pascua de 1900, unos pescadores de esponjas descubrieron a 45 metros de profundidad los restos de un barco romano del siglo I antes de Cristo (aC). La excavación del pecio sacó a la luz esculturas, monedas, ánforas, joyas y muchos pequeños objetos.

Más de 30 engranajes

En mayo de 1902, Valerios Stais, director del Museo Arqueológico Nacional de Atenas, descubrió entre el material recuperado una pieza que parecía un artefacto de engranajes. Era un fragmento de lo que hoy denominamos el mecanismo de Antiquitera, un artilugio de madera del tamaño de una caja de zapatos con más de 30 ruedas dentadas de bronce y con inscripciones de una descripción del cosmos; el Zodiaco; los ciclos del Sol, la Luna y los planetas.

«No hay otro instrumento como este. Nada comparable aparece en los textos científicos y literarios antiguos», escribió el físico e historiador de la ciencia británico Derek J. de Solla Price en la revista Scientific American en junio de 1959. Después de ocho años de estudio, creía que se trataba de un calendario astronómico, «el venerable progenitor de la actual plétora de aparatos científicos». Es decir, de los ordenadores.

Quince años más tarde, y en la revista Transactions of the American Philosophical Society, Price se reafirmaba en que era «una computadora de calendario», una pieza sin igual. «Este singular artefacto, la reliquia más antigua de la tecnología científica y el único dispositivo mecánico complejo que tenemos de la Antigüedad, cambia por completo nuestras ideas sobre los griegos y hace visible una evolución histórica más continua de una de las líneas principales (de la ciencia y la tecnología) más importantes que conducen a nuestra civilización moderna», sentenciaba.

El enigma del mecanismo de Antiquitera -del que se han identificado más de 80 fragmentos- se resolvió en noviembre de 2006. Un grupo de investigadores británicos, griegos y estadounidenses había podido leer, con un escáner de rayos X de alta resolución, el doble de texto que en tiempos de Price. Gracias a eso, determinaron que el dial frontal se utilizaba para conocer «la posición del Sol y la Luna en el Zodiaco y un calendario correspondiente de 365 días que podía ajustarse para los años bisiestos». Además, los dos diales traseros servían para predecir eclipses, contaron los científicos del Proyecto de Investigación del Mecanismo de Antiquitera (AMRP) en la revista Nature.

¿Obra de Hiparco?

«Los griegos utilizaban este ordenador como un calendario para organizar sus responsabilidades y trabajos agrícolas, atléticos y religiosos. La máquina Antiquitera formó parte de su esfuerzo por leer el cielo y su función más importante fue predecir los eclipses solares y lunares», explicó el historiador Evaggelos Vallianatos en la revista The Skeptical Inquirer en noviembre pasado.

Aunque Arquímedes (287-212 aC) sentó las bases científicas del mecanismo, todos los especialistas sostienen que no fue obra del polímata de Siracusa, ya que fue asesinado por los romanos al final del sitio de la ciudad, décadas antes de la fabricación del artilugio. «El auténtico padre científico de la máquina de Antiquitera fue Hiparco (190-120 a. C.), el más grande de los astrónomos del siglo II a. C.», afirma Vallianatos. Hiparco de Nicea inventó la trigonometría, midió la distancia de la Tierra y la Luna y propuso que esta giraba alrededor de nuestro planeta en una órbita elíptica, algo que se refleja en la máquina de Antiquitera, señala el historiador griego.

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