Del calor a la fuerte tormenta en el Mercado Medieval de las Tres Culturas de Zaragoza

Este sábado, 17 de junio, cientos de personas se han dejado ver en la emblemática cita en la que todo el mundo buscaba una cosa: la sombra.

Mercado de las Tres Culturas de Zaragoza 2023.
Mercado de las Tres Culturas de Zaragoza 2023.
Toni Galán

Luz, música, color y aromas de todo tipo han marcado el inicio de la segunda jornada del Mercado de las Tres Culturas de Zaragoza que, desde primera hora de la mañana, y a pesar de las altas temperaturas, ha congregado a cientos de personas en las calles del casco histórico de la capital aragonesa que hoy viajaba hasta el medievo. No obstante, el cierre se ha tenido que adelantar debido a la tormenta que ha caído sobre Zaragoza. 

Por la mañana, tocados, cofias y capas se entremezclaban con abanicos y sombrillas. Incluso había quienes se pulverizaban con agua fresca. Hoy, las sombras eran los espacios más cotizados. “¿Y si nos quedamos aquí?”, bromeaba una de las integrantes de los Titiriteros de Binéfar a pies de la Catedral de la Seo. “La verdad es que se agradece la sombra”, advierte una acalorada Susana Martínez, actriz que junto a Ana Pavía estará todo fin de semana relatando farsas medievales por la zona de San Bruno y La Lonja, donde han ubicado un ‘Cuadro matón medieval’. “

La gente puede disfrazarse y hacerse una foto temática”, destaca. Y es que las actividades de ocio, y los espectáculos se han ido sucediendo a lo largo de la mañana, casi sin descanso, haciendo las delicias de grandes y pequeños. En el zoco, instalado en el Arrabal, en las inmediaciones del puente de Piedra, un faquir trataba, sin suerte, despertar a una cobra.

El viento y las lluvias se han dejado notar en el Mercado Medieval

Allí al lado encontramos a Claudiu Cotei, en el puesto ‘Sabores del mundo’, que con sus dulces, frutas deshidratadas, garrapiñados y ‘baklavas’ -delicias- tanto marroquíes como turcas, recala por primera vez en Zaragoza. “La verdad es que no sabíamos que hacía tanto calor”, admite. No en vano, los puestos con dulces, bebidas y todo tipo de alimentación temática, son algunos de los más concurridos durante este tipo de citas.

A su lado encontramos a una de las representantes locales de la feria, Catherine Uribetxeberría, con su marca ‘The Girl & The Dog’ y una amplia variedad de minerales y piezas de artesanía, entre las que destacan anillos, collares y gargantillas. “Llevaba muchos años sin participar en este espacio, y tenía muchas ganas de volver a la calle, sobre todo tras la pandemia. Quienes venimos aquí somos callejeros, bohemios, saltimbanquis. Nos encantan estas citas”, afirma.

A su lado, aunque nacido en Egipto, encontramos a un gran conocedor de la capital aragonesa: Tarek Osaksha, quien vivió en el barrio de Santa Isabel mucho tiempo. “Adoro a los maños y siempre es un placer volver aquí”, afirma desde su puesto de artesanía egipcia, en el que encontramos esencias típicas del país, piezas en cristal soplado, vestuario oriental e incluso lámparas de Aladino -aunque sin genio-.

Abandonamos la zona árabe y nos adentramos en el barrio cristiano donde Miriam Salas, de Alme Organic, que vende su aceite de almendras puro, el cual prensan ellos mismos en su laboratorio de Alfamén. “También los almendros pertenecen a nuestros campos”, destaca, haciendo alarde de la importancia del producto local y de proximidad, y de este tipo de citas para darse a conocer ante nuevos públicos.

El Mercado Medieval de las tres culturas

“Las redes sociales están muy bien, pero esto es un producto sensorial. En persona se entiende mucho mejor”, asevera. En su puesto encontramos aceites esenciales y productos de higiene sólida para el cuidado corporal y facial. Eso sí, sin duda uno de los productos más vendidos está siendo la citronela, para combatir a los mosquitos. “Este año hay mucho más movimiento que el anterior, en el que nos pilló una ola de calor con más de 45 grados. Se nota, pero la gente se está portando”, afirma.

De camino a la zona judía, que se sitúa por la calle de Pabostría y el Arco del Dean, nos topamos con otro puesto local, el de Hidromiel Rasmia, regentado por Antonio Castillo, vecino de Lechón. “Es el séptimo año que venimos con nuestra bebida fermentada y nos encanta. La gente está respondiendo y el movimiento se nota desde el primer día”, advierte.

Y para el público más gourmet no podían faltar los chicos de Alcatraz, gallegos que desde hace varios años recalan en Zaragoza, este año en la esquina de Dormer, con su pulpo, raciones de lacón y calamares y todo tipo de carnes a la brasa. “Hace mucho calor, pero la gente está respondiendo”, advierte Nico Delagado.

Había ganas de retomar la calle

Tras los pasos de uno de los múltiples pasacalles, a ritmo de tambor, bombo y gaitas, encontramos a Jorge del Val y a su pequeño Alejandro, que no paran de repetir las canciones infantiles. “Hemos venido de propio a ver a los Titiriteros de Binéfar, que nos encantan. Está genial que den tanta vida a la plaza del Pilar”, asegura el zaragozano.

También Silvia Arcega, que se acercaba a la zona para adquirir algunos complementos para una boda que tiene próximamente. “Soy fija todos los años porque estas citas me encantan. Pensaba que habría menos gente con este calor, pero veo que hemos pensado todos lo mismo”, bromea.

A los pies de la Seo, buscando la sombra, encontramos a Yolanda Al-Abbasi (50) y su hija Aitana Mendoza, vecinas del barrio de San José. “Yo adoro este ambiente festivo, de alegría y temática medieval. La gente se lo curra mucho, la ropa, los sonidos, y los pasacalles son espectaculares”, asevera Yolanda. “Creo que es importante que los jóvenes disfrutemos de estos eventos que nos recuerdan que hay más mundo fuera de todo esto”, añade su hija.

Fuertes trombas de agua, algunas con algo de granizo, cayeron este sábado por la tarde sobre la capital aragonesa.

Tampoco querían perderse la cita David Mata, Nacho López y Pablo Enau, que decían pasear por la zona a la hora del vermú. “Ya vine el año pasado por primera vez y dije que éste no me lo perdería. Hace mucho calor, pero está tan currado todo que merecía la pena hacer es esfuerzo”, concluye.

La tarde acabó antes de lo previsto porque una gran tormenta no permitió que se mantuviera abierto el mercado. A las 20.00, se habían registrado 20,6 litros por metro cuadrado.

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