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Alejandro Pedregosa: "María Moliner ensancha y expande la lengua. Es ella la que fija y le da esplendor"

El escritor granadino presenta su biografía de la filóloga de Paniza, donde presenta el libro, y elogia la conciencia de utilidad de la aragonesa

La realizadora Vicky Calavia, el escritor Alejandro Pedregosa y la directora de la Biblioteca Nacional Ana Santos.
La realizadora Vicky Calavia, el escritor Alejandro Pedregosa y la directora de la Biblioteca Nacional Ana Santos, anoche en Cálamo.
Guillermo Mestre.

Alejandro Pedregosa (Granada, 1974) es poeta y narrador. Dos de sus últimos libros son el poemario ‘Barro’ (Sonámbulos, 2021), dedicado a la muerte de su padre, y la novela ‘Siempre es verano’ (Sonámbulos, 2022), donde narra los veranos de su adolescencia y primera juventud. Un día el sello gallego y andaluz Kalandraka le dijo que tenía una colección, bellamente ilustrada, para adolescentes sobre grandes mujeres españolas. La primera había sido María Zambrano, y él, con la ayuda de sus editores, eligió a María Moliner (Paniza, 1900-Madrid, 1981), la mujer que como dijo Gabriel García Márquez escribió limpiamente un diccionario, y qué diccionario: ‘Diccionario de uso del español’, un proyecto que inició en 1950 y concluyó en 1966, y publicó en el sello Gredos.

Alejandro Pedregosa, que vive en Granada, se sintió atraído de inmediato por la filóloga María Moliner. “De la Academia se dice que limpia, fija y da esplendor. En realidad, yo creo que limpia la Real Academia, sí, pero María Moliner va mucho más allá: ensancha y expande la lengua. Es ella, en realidad, la que fija y da esplendor. Su ‘Diccionario de uso’ es muy completo: usa sinónimos, etimologías y nos enseña a hablar y a usar el idioma”, dice el escritor que presentaba ayer su libro en Cálamo con la cineasta Vicky Calavia, que dirigió el documental ‘María Moliner. Tendiendo palabras’, y con la directora de la Biblioteca Nacional Ana Santos. Ya de paso, Pedregosa dice que usó mucho ese diccionario, como el de la RAE y en los últimos años el Panhispánico.

Portada del libro de Alejandro Pedregosa en Kalandraka.
Portada del libro de Alejandro Pedregosa en Kalandraka.
Virginia P. Ogalla/Kalandraka.

“Cuando optamos por este personaje, me zambullí en cuanto había de ella. Leí sus biografías, especialmente la de Inmaculada de la Fuente; vi el documental de Vicky Calavia, busqué artículos, entrevistas, aproximaciones. Y me di cuenta de que quería crear una semblanza, un cuento para adolescentes. Un libro que también llegase a los adultos. Y he creado una pieza, si me permito decirle así, que es poética y evocadora”. Para el escritor granadino, muy vinculado con Navarra y con San Sebastián (“donde presentaré el libro también esta semana”), María Moliner encarna a la mujer “que quiso ser útil. Tenía conciencia de utilidad. Lo útil es algo determinante en su vida. Ella lo tenía claro: los recuerdos se queman, pero hay que seguir adelante. Así lo hizo ella, cuando la familia se enteró de que su padre tenía otra familia, cuando vio a su madre flaquear o cuando percibió que sus hermanos Enrique y Matilde no eran tan fuertes como ella”, apunta.

Aleandro Pedregosa es el autor de ‘La cuidadora de palabras. Vida de María Moliner’, que ilustra Virginia P. Ogalla. “Hemos trabajado por separado. Yo hablo mucho y no he querido condicionarla de ningún sitio. Virginia ha trabajado a su gusto sin presión alguna, y no nos conocimos durante el proceso, sino después. Su trabajo es excepcional”, apunta. “Sé que se dice que su vida es plana. Para mí no es así, la verdad. Era una mujer artesanal, sí, claro que sí, pero también muy creativa. En la definición de sus palabras había siempre un elemento creativo, cuidaba los detalles. Le pongo un ejemplo. La palabra ‘Canica’: si uno va a la RAR nos recuerda que es una bolita de cristal, y algo más. María Moliner dice: ‘Bolita de barro cocido o de vidrio que usan los niños para jugar, particularmente al 'gua' o 'juego de las canicas', que consiste en hacerlas rodar por el suelo, pegar a una con otra e introducirlas en un pequeño hoyo según ciertas reglas’”. 

Esos pequeños detalles o matices dan una idea de la vocación creativa de María Moliner, de la que, como decía Gabo, escribió el diccionario de los escritores y los traductores.

La joven María Moliner, ajustando sus fichas.
La joven María Moliner, ajustando sus fichas.
Virginia P. Ogalla/Kalandraka.

Alejandro Pedregosa aborda también la cuestión de la tentativa de ingreso en la RAE, que disputó a Emilio Alarcos Llorach. “El filólogo Emilio Alarcos Llorach era todo un personaje. De eso no hay duda. Una figura, pero aunque hubiera sido otro habría sucedido lo mismo ante la misoginia y el machismo que reinaba en la época en España y en el mundo”, dice Alejandro. El poeta piensa en otro matiz. “A ver: María Moliner era una exiliada interior: lo fue antes del franquismo y con el franquismo. Ella jamás participó de la sociedad literaria, ni iba fiestas ni reuniones, apenas hablaba. Estaba alejada de la corte literaria por completo y eso también la penalizó”.

Tras la presentación en Cálamo, hoy se presentará en Paniza, tierra de vinos. “Me produce una gran emoción. Me imagino, antes de ir, mil cosas”.

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