Santiago Vicente: "La poesía tiene que ver con hallar belleza en lugares insólitos"

Vicente (Zaragoza, 1976), miembro del grupo Volador, acaba de sacar al mercado su primer libro de poesía, ‘Inercia y gravedad’ (Libros del Frío).

Santiago Vicente en Zaragoza.
Santiago Vicente en Zaragoza.
José Miguel Marco

Músico, empresario, padre y, ahora, poeta. ¿Cómo consigue apretar, además de abarcar?

Lo difícil es explicárselo a mis hijos, de 9 y 6 años. Sus amigos tienen más claro lo que hacen sus padres. Yo trato de llegar a las cosas, lo mejor que puedo.

Empezamos a saber de usted con el grupo Volador. ¿Qué preside su presente?

Además de los niños y del libro que acabo de sacar, el proyecto musical de Virginia Canedo y Anazul, que cuajó desde el primer día. Soy el secretario general de la Federación Textil Aragonesa, y coordino la Aragón Fashion Week. También tengo mi pequeña empresa de diseño gráfico y producción audiovisual, Distopic Estudio, y colaboro muchas veces con Edu Galán, compañero de Volador, que tiene su firma Mimelo. También doy clases. Ya está. 

Duerme poco, pues.

Poco. 

¿Todo empezó con la música?

Siempre estaré en deuda con Edu y con Óscar, mis compañeros de Volador. Sí, todo empezó ahí, en la adolescencia y primera juventud, cuando las cosas te marcan tanto. Tuvieron confianza en mi capacidad cuando ni siquiera la tenía yo. Al final estuvimos 12 años, hicimos cosas muy bonitas y la gente aún nos recuerda, así que algo bueno haríamos. 

¿Alguna anécdota ‘abuelocebollética’ relacionada con el grupo?

Pues mire, también tiene relación con Héroes, allá por 2007. Fui con un colega a Los Ángeles con la ilusión de hacernos el viaje por la costa hasta San Francisco, y la vuelta al sur de California fue justo cuando Héroes del Silencio tocaba en el estadio de los Galaxy, en Pasadena. Pedro Andreu fue muy majo y nos cedió un par de entradas. El concierto fue brutal, y por si fuera poco, nos invitó a la fiesta postconcierto en el Beverly Hills Hotel, donde andaba Julian Lennon, por ejemplo. Estábamos como críos. Una vez allá, aparece una chica y me dice "oye, tú eres de Volador". 

Venga ya…

La cosa mejora. De pronto, saca un disco de Volador y me pide que lo firme. Luego resultó que era de Zaragoza, viajaba con la ‘crew’ y le encantaba el grupo, pero para encantado con la anécdota, yo, claro. Y agradecido.

Material para emborronar páginas tiene usted de sobra. ¿Escribe desde hace mucho?

Cuando dejamos Volador, incluso un poco antes, empecé a hacerlo. El libro que he sacado ahora tiene material de aquellos años, de otros momentos posteriores y también de hace unos meses. A raíz del proyecto con Virginia y de una colaboración con Fermín Serrano me enchufé otra vez a hacer cosas en el plano artístico. Tenía letras que podían ser canciones, otras que no; Nacho Escuin también leyó algunas cosas y me dijo que veía un libro en ellas. Me fío de su juicio, también daba su opinión cuando era negativa. Luego ya fue pulir, elegir… el proceso habitual. 


¿Cómo llega al mundo de la moda?

A través de mi amiga Miriam Guillén Doz, y por un videoclip que grabamos con Volador en Barcelona con Shuarma de Elefantes, ‘El último abrazo’. Lo dirigió David Fernández, y ella se encargaba del vestuario. Conectamos enseguida y con el paso de los años, cuando ella volvió a Zaragoza, surgió una oportunidad de negocio y nos animamos a llevarla adelante juntos. Tiene muchísimo talento. Con la Aragón Fashion Week tenemos un reto bonito, la verdad; es un honor formar parte de ese equipo. 

¿Se atreve a definirse como poeta?

Recuerdo del colegio un verso de Gabriel Aresti: «En el estercolero de Bilbao encontré una flor». Originalmente está escrito en euskera, y le veo una conexión juanrramoniana con aquello de «no le toques ya más, que así es la rosa». Para mí, la poesía tiene que ver con hallar belleza en lugares insólitos, en los contrastes. A veces abuso de la antítesis, pero me gusta. Óscar lo hacía en las letras de Volador, obviamente es una influencia directa para mí. Lo mismo me pasa con Alejandra Pizarnik y, por supuesto, incluso más, con Santi Rex, de Niños del Brasil. La letra de ‘El mundo de la imperfección’ es increíble. 

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