Por
  • Enrique Abenia

Salvajada para disfrutar

'Posesión infernal: el despertar'.
'Posesión infernal: el despertar'.
H. A.

La trilogía de ‘Posesión infernal’ firmada por Sam Raimi, con Bruce Campbell al frente, ocupa un lugar especial en la cinefilia del amante del terror, el ‘gore’, la gozosa serie B y los elementos de género. La memorable película original, que infundía verdadero horror y rebosaba inventiva; el humor y la locura de la segunda parte (en esencia un ‘remake’), el arrebatador viraje de la tercera hacia la fantasía de espada y brujería... Un imaginario de culto más que apreciable, retomado después por la nueva versión a cargo de Fede Álvarez y la lúdica producción televisiva en torno a un Ash ya maduro.

‘Posesión infernal. El despertar’ cambia la vieja cabaña por un edificio en estado ruinoso, donde el hallazgo del libro de los muertos provoca que lo demoníaco destruya una familia. Esta secuela activa la afinidad, el estímulo y el disfrute del aficionado al entregarse a una contundencia de las que se celebran. Su potente representación de lo maligno, sus salvajadas, el sadismo y la negrura la convierten, en no pocos momentos, en un festival. 

Lee Cronin, director de ‘Bosque maldito’, sabe cómo desprender vistosidad con su tratamiento, atractivo, que también tiene un efecto positivo en la transitada base emocional de la historia (los respectivos problemas de las hermanas, lo latente en el reencuentro) y en cosas de guion que podían haberse pulido. La plasmación materializa guiños a escenas emblemáticas de la saga y de otros filmes icónicos y, sin quedarse en la sucesión de homenajes, ofrece además imágenes para el recuerdo en el marco de la franquicia. 

'POsesión infernal: el despertar' ***
Dirección y guión:Lee Cronin.
Fotografía:Dave Garbett
Intérpretes: Lily Sullivan, Alyssa Sutherland, Nell Fisher, Morgan Davies, Gabrielle Echols.

Las miradas de Alyssa Sutherland, cuya actuación como madre endemoniada da mucho juego, así lo resaltan (entre ellas, las que ‘dedica’ al otro lado de la mirilla), al igual que el tramo del ascensor inundándose. En esa línea, la sugerencia fluye en un brutal y ultrasangriento clímax que, como manda el canon interno, regala el factor de la motosierra.

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