Ágatha Ruiz de la Prada: "Soy moderna, pero ya no la que más ni lo pretendo"

La diseñadora presentó ayer en Zaragoza 'Mi historia', su libro de memorias.

Ágatha Ruiz de la Prada, este martes en el Museo Pablo Gargallo de Zaragoza.
Ágatha Ruiz de la Prada, este martes en el Museo Pablo Gargallo de Zaragoza.
Guillermo Mestre

Dice Ágatha Ruiz de la Prada que las dos cosas que más le han ayudado en la vida "son la cultura, en concreto el arte, y el mundo del trabajo". "Son mis dos hilos conductores". Ambos se entrelazaron ayer en Zaragoza. Por la mañana presentó su libro de memorias en el Museo de Pablo Gargallo en charla con la vicealcaldesa Sara Fernández, y por la tarde firmó ejemplares en El Corte Inglés.

Llegó la diseñadora al Palacio de los Argillo vestida de ella misma, como siempre, derrochando color y arrastrando una maleta también de su marca. Paró un momento para admirar el patio renacentista. "¡Qué maravilla!", exclamó, antes de convertirse en un huracán de cambios de ropa, fotos, gestiones telefónicas y entrevistas. "Yo siempre doy muchos titulares", advierte.

'Mi historia', como se titula el libro, desde luego va servido de ellos. Es el jugoso fruto de largas conversaciones con Pedro Narváez ("un periodista que pasaba de mí"). Cuenta que se lo impuso la editorial, que hace tiempo que lo conocía pero que no era su amigo. "A él lo que le interesaba era mi relación con el poder, le impresionaba mi familia, una serie de cosas que no son la moda, eso se la soplaba". "Pero como yo soy una lectora empedernida y respeto a la gente, sé que su papel no era fácil". 

El resultado es un repaso por la vida de la diseñadora sin paños calientes y que escenifica bien esos años que, emparejada con el periodista Pedro J. Ramírez (al que se refiere como 'el innombrable'), vivió asomada a dos mundos, el del diseño y el de la política al más alto nivel. Por las páginas desfilan nombres de empresarios, periodistas y políticos determinantes en algunos de los acontecimientos recientes de la historia del país. 

El relato rebobina mucho más, a su infancia y juventud, cuando su familia alojaba a Don Juan de Borbón y se codeaba con nombres destacados del arte y la cultura, de los que fueron mecenas. Tirando de ese cabo surgen los episodios más personales: sus hijos, sus amigos, su condición aristocrática y las secuelas sentimentales que le han dejado una relaciones familiares complicadas.

En el libro aparecen muchos nombres. Algunos muy importantes. ¿Ha tenido miedo de las reacciones?Sí, mucho. Pero al final como el libro ha sido un éxito me ha ayudado.

Dice en él que ha vivido dos mundos: el 'ancien regime' y que luego "engendró la vanguardia". ¿Se sigue viendo moderna?Me doy cuenta de que soy moderna pero no contemporánea. Soy un clásico moderno. Personajes como yo en el mundo de la moda hay muy pocos, te diría que ni en el mundo. Tengo un estilo propio, soy moderna, pero ya no soy la más moderna. Yo era muy avanzada para mi generación, pero a lo mejor ya no, ni lo pretendo.

Sostiene que no cree en el matrimonio. ¿Y en la pareja?En la pareja sí.

¿Las va buscando?Sí, sí. Pero luego estoy con ellos y digo, ¿qué gano yo ahora mismo si me caso? Lo pienso a veces.

No gana nada casándose, ¿pero qué gana estando en pareja?Es que ayer (por el lunes) llegué de París y tenía un señor esperándome en el aeropuerto con un coche, me llevó a mi casa, cenamos juntos... Una monada.

O sea, busca compañíaCompañía y más cosas. Que te digan qué guapa eres, qué tipo tienes, como la canción esa, ¿no?

Ahora las mujeres no tienen por qué renunciar a nada a cierta edad.Cuando mi madre tenía mi edad me parecía una señora ancianísima. Yo seré gilipollas pero voy de aquí para allá como si tuviera 30 años.

Cuenta que le costó mucho separarse por sus hijos. Pero se dice que al final es mejor para ellos.No, yo creo que divorciarse es una putada para los hijos.

¿Pero lo contrario no es peor?A veces no queda otra que hacer daño a la gente.

¿Sus hijos lo han superado?Yo adelgacé 18 kilos en un mes, fue un shock brutal, pero luego he pensado que ellos lo pasaron aún peor. Estuvieron dos años sin salir de casa. Yo ya hacía planes y ellos nada. Lo pasaron criminal porque pensaron que nosotros éramos una cosa idílica. Y de repente se dan cuenta de que eso era mentira. Y encima mis hijos no han vuelto a ver a su padre en seis años ni una sola vez sin que esté presente esta señora que está ahora con él. Eso es difícil para un hijo.

El episodio de Shakira ha vuelto a poner sobre la mesa si es conveniente ventilar ciertas cosas en público.Lo de Shakira me parece fenomenal. Lo de callarse es de la época de mis abuelos. Lo más importante era ser discreto. Carmen Martín Gaite dedica su libro 'Caperucita en Manhattan' a su ex, Sánchez Ferlosio, diciendo "a quien me enseñó a no ser una señora". Y eso me ha encantado a mí toda la vida. Hace cuarenta años la gente no tenía necesidad de saber si Christian Dior era gay o no, eso ha cambiado.

Entonces, ¿con este libro se ha quedado ancha?Es parte de mi trabajo, aunque no te lo creas. Pero es que mi trabajo ha cambiado muchísimo. Empecé haciendo patrones y acabas haciendo un libro. El que no lo quiera entender que no lo entienda.

Habla de cuestiones personales, pero también de otras que tienen que ver con episodios recientes de la historia de España. ¿Con eso ha de ser más discreta?
No es discreción, es que tengo mala memoria para todo, por eso soy feliz.

En el libro habla también de dinero. ¿Qué importancia tiene en su vida?Digo en el libro que para dedicarse a la moda hace falta. Mira, de 'El innombrable' también digo cosas buenas, bastantes más de las que se merece. Una es que en 30 años nunca he hablado de dinero con él, que eso es muy agradable de vivir. Es verdad que yo para el dinero soy cojonuda. Soy cuidadosa con el dinero porque ya mi abuela era así. Y mi bisabuela, que era la más rica de Barcelona, era supertacaña. Sus hijas se casaron con tres señores también muy ricos que iban a su casa y cuando se iban a sentar en una sillas muy buenas y antiguas que tenía le fastidiaba.

Otra de las cosas que le definen es el color. Hace verdadero apostolado.Cuento en el libro que la mujer de Luis de Guindos apareció invitada en mi casa vestida de negro de arriba a abajo. Lo consideré un ataque a mi integridad de tal categoría...

Vestirse de color es más difícil que de negro. Es un poco un arte.No no, es una actitud mental, de positivismo, de bondad. Si yo te invito a mi casa mañana y vienes a demostrarte que no te importo, ven de negro.

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