Elena Cid: "Mi objetivo era hacer lo que me diera la gana"

La cineasta zaragozana ultima ahora ‘La danza de la vida’, un documental sobre el bailarín zaragozano Víctor Ullate.

Elena Cid, con 3 años, en Playa Savinosa (Tarragona), con su madre.
Elena Cid, con 3 años, en Playa Savinosa (Tarragona), con su madre.
E. C.

Cineasta zaragozana. Dirigió cortos y trabajó en el programa de televisión ‘Cuarto milenio’. Su película ‘Bécquer y las brujas’ recibió distinciones como el Premio Simón al mejor documental. Ahora ultima ‘La danza de la vida’, un documental sobre el bailarín zaragozano Víctor Ullate 

¿Recuerda su infancia como una época feliz?Feliz y curiosa. Quería investigarlo todo y escaparme a jugar en cuanto mis padres se despistaban.

¿Qué le hizo reír por primera vez?Mi abuelo Facundo. Era muy guasón y me incordiaba hasta hacerme reír.

¿Qué le hizo llorar?Me atravesé un dedo con una jeringuilla. Yo iba feliz enseñando mi dedo atravesado con la aguja, hasta que vi la cara de mi madre angustiada y empecé a llorar sin parar. 

¿Qué era en el patio del colegio?Iba con mi pandilla de amigas, pero a mi rollo. En el colegio de monjas, si destacabas por buena o mala, no te dejaban en paz. No llamar la atención para poder hacer lo que me diera la gana, era mi objetivo.

¿Se sentía rara?Me gustaba leer a todas horas, la música e inventar historias, me parecían raras las niñas que no tenían esos intereses, con lo guay que era. 

¿Recibió algún castigo que le dejara huella?Tendría unos 5 años, a saber qué había hecho, pero mi madre me castigó encerrándome en un baño muy pequeño para que recapacitara. Llevaba un rato aburrida y enfadada, y mi madre abrió la puerta de repente, pensé que me iba a dejar salir ya, pero en su lugar, me hizo una foto con una polaroid para que nunca me olvidara de ese día, y volvió a dejarme un rato más encerrada. ¡Consiguió su objetivo!

¿Cuál fue la calle de su infancia?Pedro María Ric en Zaragoza y las calles de los pueblos de mis padres: Moros y Morata de Jalón en los veranos.

¿Qué es lo que más y lo que menos le gustaba del lugar donde vivía?En el pueblo mi madre me obligaba a socializar cuando yo quería estar leyendo. Me molestaba una barbaridad tener que ser maja por obligación con tanta gente que no conocía. Luego, una vez que salía de la casa, no había forma de meterme dentro. 

¿Tenía conciencia política?Ninguna. Después de la Guerra Civil y el asesinato del hermano de mi abuela, escritor y profesor en Borja, todo lo relacionado con la política y el arte, familiarmente, se asociaba a muerte, y por ello no se tocaba ningún tema sobre ello. Era tabú.

¿Era religiosa?Sí, las monjas hicieron su trabajo y en mi casa también. La religión estaba en todo, a veces como forma de control, otras como solución rápida a preguntas incómodas. 

¿De qué modo le hizo sufrir el sentido del pecado?Casi todo era pecado y te adaptabas. No le veía ningún sentido a que algo fuera pecado, que sonaba a tremendo y malísimo, pero luego se solucionaba en un confesionario diciéndoselo a un señor que lo arreglaba mandando oraciones.

¿Vivió algún episodio que retrate el clima moral de la época?
Como era estudiante del justo y pelado, en la familia creían que no valía para estudiar una carrera y que era mejor que entrara a trabajar de telefonista, porque total las mujeres luego se casan y no necesitan estudiar. Me enfadé muchísimo pero, por fortuna, mi padre me apoyó. Hice dos carreras, un postgrado y dos másters. En el cole, simplemente, me aburría. 

¿Hasta qué punto influía en su conducta el peso del ‘qué dirán’?
El ‘qué dirán’ era la base de la conducta. A mi me daba igual, pero el ‘que dirán’ era parte de la religión no reglada, así que tenía constantes broncas familiares por cuestionarlo todo y tener otro criterio. 

¿Cuál fue su primer contacto con la muerte?La muerte de mi tía Angelines, con 36 años. La parte positiva de la fe y la religión es que ayuda con esos temas, así que vi que, aunque con mucho dolor, lo aceptaban, y de pequeña aprendes copiando. No me hizo ni pizca de gracia tanto sufrir, será ley de vida y lo que quieras, pero es un sufrir horrible.

¿Cuál fue la primera estrella de cine que le fascinó?Katharine Hepburn me encantaba, pero fascinación absoluta, con la primera portada de Rob Lowe en ‘Fotogramas’. A partir de ahí empecé a comprar la revista de cine. 

¿Y la primera persona que, en la vida real, le provocó una emoción inolvidable?El vecino de la playa, que siempre llegaba cuando quedaba poco para irme. Esas esperas inolvidables.

¿La primera canción que memorizó?‘Thriller’ de Michael Jackson o ‘¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?’, de Alaska y Dinarama. Quería comprar el disco ‘Deseo Carnal’, pero sospechaba que solo con la portada iba a tener pegas en casa. 

¿Qué películas le deslumbraron?El cine de John Hughes me pilló en plena adolescencia: ‘El Club de los Cinco’, ‘La Chica de Rosa’, ‘Una Maravilla con Clase’: o ‘Jóvenes Ocultos’ de John Schumacher. Si algo puede emocionarte tanto, merece la pena dedicarse a ello. El arte rescata de los momentos más oscuros.

De todo lo que le enseñaron sus padres, ¿qué caló en usted con más fuerza?
Su sentido de la ética y que hay que trabajar y ser constante, para mantener a la gente que merece la pena mantener. Las amistades también requieren esfuerzo, nada se sostiene solo.

¿Hay algún defecto que detectara en su infancia y que aún no ha logrado superar?
Nulidad para el deporte. Hago lo que puedo, trato de esforzarme, pero nada, fatal, ni de niña ni de mayor, es como una penitencia que encima luego te sienta genial. Lo del potro todavía no lo entiendo. Y si hay que hacer algo con coordinación…mejor no hablamos. 

¿Cuál fue su gran alegría? ¿Y la gran tristeza?Ganarme la vida con el audiovisual fue mi gran alegría, me habían jurado que eso no se podía. La gran tristeza siempre ha sido cuando las dudas asaltan a la familia. ¿Realmente se puede vivir del cine? No tengo ni idea, pero seguimos.

Si pudiera viajar en el tiempo y regresar a sus primeros años durante un día, ¿a qué día volvería?
A cualquiera con mis padres paseando y jugando por la playa.

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