Álvaro Almunia y Teresa Abarca, dos aragoneses en el olimpo del teatro musical

‘La historia interminable’, en la que trabajan ambos artistas, tendrá una segunda temporada en la capital de España 

álvaro Almunia y Teresa Abarca, con Fújur, que pesa 600 kilos y es también protagonista de la obra.
álvaro Almunia y Teresa Abarca, con Fújur, que pesa 600 kilos y es también protagonista de la obra.
Enrique Cidoncha

‘La historia interminable’, el musical que está batiendo todos los récords en Madrid, tendrá segunda temporada. La obra, un proyecto de Dario Regattieri con la productora Beon, es una de las más ambiciosas de los últimos años y las cifras son elocuentes: más de tres millones de euros se habían invertido antes de subir el telón por vez primera en el histórico Teatro Calderón de Madrid. Es el presupuesto más grande para una obra de este tipo en España. El musical utiliza animatrónica para dotar de realismo a las criaturas del espectáculo. En la creación de un caballo, de Fújur el dragón o de la tortuga Vetusta Morla ha trabajado un equipo de 30 personas durante tres meses. Lo elefantisíaco de la obra hace que, a diferencia de otras de Beon, como ‘El tiempo entre costuras’ o ‘El médico’, no pueda girar por España. Para verla habrá que desplazarse a Madrid.

Dos aragoneses tienen un papel protagonista en las funciones, sobre el escenario y entre bambalinas. Uno de ellos es Álvaro Almunia, estilista montisonense de 21 años, que se ocupa todos los días de que actores y actrices se suban salgan a escena en perfectas condiciones.

"Mi primer contacto con el mundo de los musicales fue en Zaragoza, viendo una función de ‘La familia Adams’ –relata–. Las pelucas de esa obra habían sido diseñadas por Aarón Domínguez y me impresionaron. Yo estaba estudiando Confección y Moda en el Instituto Luis Buñuel de Zaragoza. Luego terminé el Grado Medio, estudié caracterización y Aarón vino a dar una charla al centro donde estudiaba. Estuvimos hablando y tiempo después me llamó para ver si podía confeccionar pelucas para ‘El tiempo entre costuras’. Obviamente, le dije que sí".

De aquel musical pasó, también con Aarón Domínguez, a ‘La historia interminable’. Para la obra, un equipo de seis personas tardó seis meses en confeccionar 87 pelucas, todas ellas de pelo natural y a la medida de cada intérprete. El pelo natural no es barato, ni comprarlo ni mantenerlo. La melena rubia de La Emperatriz Infantil, por ejemplo, puede costar unos 800 euros.

"Entre Aarón y yo nos ocupamos del mantenimiento de las 87 pelucas. Venimos al teatro unas dos horas antes de cada función para peinarlas y ponerlas a punto –añade Álvaro Almunia–. Se deshacen los peinados, se cepilla cada peluca, aplicamos brillo y espuma, volvemos a peinar y aplicamos laca. Luego las colocamos en el lugar donde los actores saben que las van a encontrar. Según vienen los artistas, los primeros los niños, los entogamos, microfonamos y preparamos para la representación". El ritual se repite antes de cada una de las nueve funciones semanales (viernes, sábado y domingo se ofrecen dos; martes, descanso).

En el papel de Emperatriz Infantil y de madre de Bastian, el niño protagonista, brilla con luz propia la aragonesa Teresa Abarca. Forjada en obras como ‘Evil Dead’, ‘A quién le importa’, ‘Tarzán’, ‘50 sombras’, ‘West Side Story’ o ‘Cabaret’, asegura encontrarse como en su propia casa en el teatro y que en escena le gusta "contar, no solo cantar".

"Eso vale para todos los musicales, porque al público tienes que hacerle sentir el argumento. Cada uno es un mundo. En esta obra no tengo que bailar. En ‘West Side Story’ la exigencia era mayor: bailaba, cantaba e interpretaba. ‘La historia interminable’ es también muy exigente, pero en otro sentido".

Álvaro Almunia y Teresa Abarca, en el patio de butacas del Teatro Calderón de Madird
Álvaro Almunia y Teresa Abarca, en el patio de butacas del Teatro Calderón de Madird
Enrique Cidoncha

Teresa Abarca destaca sobre todo que no se trata de una franquicia, sino de una producción propia. "Eso permite que la obra crezca día a día y se incorpore cualquier mejora que se idee. A mí me dejan un margen de libertad, de modo que, sin apartarme del guión y de la partitura, puedo hacer alguna acrobacia vocal".

Un equipo de 100 personas, de las que solo 24 son actores (entre ellos, 9 niños), hace posible cada día las funciones de ‘La historia interminable’, que bajará el telón el próximo 28 de mayo pero lo volverá a subir en otoño.

Un género en alza

Hace 30 años el teatro musical en España era casi una excentricidad. Pero poco a poco se ha ido haciendo hueco en la cartelera de espectáculos y ya es una de las posibilidades de ocio más demandadas. Y en muy pocos años Madrid se ha disparado como una de las grandes capitales mundiales de este arte. Si antes de la pandemia era ya la cuarta del mundo, por detrás de Nueva York, Londres y Hamburgo, hoy ya es la tercera, superada únicamente por las ciudades anglosajonas.

Cualquiera que viaje en los próximos días a Madrid podrá comprar entradas para ‘Matilda’, ‘Mamma Mía!’, ‘Los chicos del coro’, ‘Los puentes de Madison’, ‘A quién le importa’, ‘Malinche’, ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, ‘Aladdin’... Hasta 14 musicales se han estrenado esta temporada en la que tanto ha destacado ‘La historia interminable’ y, para la próxima, se anuncian otros inspirados en obras literarias o cinematográficas como ‘Los pilares de la tierra’, ‘Pretty Woman’, ‘La bella y la bestia’ o ‘Pinocho’.

Según los últimos datos, el teatro musical es una industria cultural que factura ya, solo en Madrid, más que todo el cine español en su conjunto (120 millones frente a 94, en 2019).

Atrás quedan los años 50, cuando, a duras penas, José Tamayo logró estrenar en Madrid el que se considera hasta ahora el primer musical presentado en España, ‘Al sur del Pacífico’ (1955).

Hubo que esperar 20 años, hasta 1975, para que llegara el mítico ‘Jesucristo Superstar’, con Camilo Sexto. Luego se estrenaron ‘Evita’, con Paloma San Basilio (1982) o ‘Los miserables’, 10 años más tarde.

Otro hito fue ‘La Bella y la Bestia’ (1999), un éxito que se suele señalar como el inicio de la consolidación del género en España.

Hoy, las principales producciones musicales acaban moviendo, desde que se empiezan a producir hasta que cae el telón de la última función, más de 10 millones de euros. Los empleos que generan son de calidad, con sueldos relativamente altos, y se trabaja en ellas durante más de un año.

El precio medio de la entrada es de 55 euros y, según estudios de la Comunidad de Madrid, el 70% de ellas son adquiridas por turistas.  

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