Andrea Blanco, ‘la Garlochi’: "En flamenco, las manos y los ojos son los que hablan"

La bailaora aragonesa presenta en el Centro Cívico Estación del Norte su primer espectáculo, ‘Íntimo’, dentro del ciclo Ciudad de Zaragoza

Moisés de la Rosa, David ‘el Candelas’, El Harry, José ‘El Pípol’, Antonio Tejero y Aaron ‘el Cherry’ acompañan a La Garlochi en uno de los ensayos de su obra.
Moisés de la Rosa, David ‘el Candelas’, El Harry, José ‘El Pípol’ y Antonio Tejero acompañan a La Garlochi en uno de los ensayos de su obra.
Toni Galán

Andrea Blanco (Zaragoza, 1998) no habla caló pero lo comprende. Por eso entendió lo que una gitana muy mayor le dijo un día al acabar una actuación en la plaza de San Bruno: "No puedes salir a bailar con tu nombre, Andrea, tienes que ponerte un mote. Tendrías que llamarte La Garlochi, porque todo lo haces con corazón". Y ese es el sobrenombre que ha elegido ahora, tiempo después, para presentarse ante el público hoy con su primer espectáculo propio (‘Íntimo’, Centro Cívico Estación del Norte, 20.00, entradas 12-15 euros). La actuación se enmarca en el Ciclo de Baile Flamenco Ciudad de Zaragoza, en el que todavía tiene que intervenir este año El Yiyo, y por el que han pasado ya Antonio Canales y Carmen Ledesma.

Que los organizadores del ciclo hayan apostado por La Garlochi y la hayan colocado en el cartel a la misma altura que estas figuras consolidadas dice mucho de su nivel artístico. Pero hay que tener en cuenta además otros factores que la hacen una ‘rara avis’: Andrea es muy joven, no nació en Andalucía y es paya, en un universo artístico que parece reservado a gitanos.

"En el flamenco existen aún muchos estereotipos –señala–. El 100% de las veces que me he subido a un escenario a bailar flamenco ha sido con hombres gitanos. Y nunca he sentido la más mínima discriminación ni por ser mujer ni por ser paya".

La Garlochi, que se define como "más de barrio que los columpios", y que ha crecido en el de Las Delicias, no tiene antecedentes flamencos en su familia. Pero de niña la acunaban con música de Camarón y de Niña Pastori. A los tres años ya pidió a sus padres que la llevaran a aprender a bailar, y en muchas academias, por su corta edad, no la quisieron tomar de alumna. Empezó en un centro cívico con sevillanas y rumbas, entró en la escuela de baile de Nobleza Baturra y ya siempre combinó los dos mundos, el del flamenco y de la jota. Clave ha sido su formación con Carlota Benedí (otra ‘rara avis’ del flamenco en Zaragoza, toda una referencia), hizo algo de ballet clásico, colaboró en un espectáculo de Miguel Ángel Berna y bailó en ‘Vida’ de Factory Producciones, que fue finalista de los Max.

Andrea Blanco, 'la Garlochi', bailaría hoy su flamenco en el Centro Cívico Estación del Norte.
Andrea Blanco, 'la Garlochi', bailaría hoy su flamenco en el Centro Cívico Estación del Norte.
Toni Galán

"Conseguí una beca para la escuela de Carmen de las Cuevas en Granada –relata–, y estuve allí bailando seis horas al día y recibiendo clases técnicas durante otras tres o cuatro más. Al acabar, presenté mi propia coreografía en la peña flamenca más antigua de la ciudad, la de La Platería", relata. Y a todo ello hay que añadir numerosos cursos y ‘master classes’ hasta desembocar en el día de hoy, cuando se suba al escenario para presentar su primer espectáculo. Le acompañará lo mejor del flamenco local: El Harry, Candelas y José Díaz, al cante; Aaron 'el Cherry' y Moisés de la Rosa, a la guitarra; Antonio ‘El Tano’; y José ‘El Pípol’ a las palmas. Habrá fandangos naturales, fandangos de Huelva, tarantas, tangos, soleás, jaleos... "No tengo palos favoritos, depende de la emoción que quiera trasmitir –apunta–. En momentos de euforia puedo hacer unas alegrías increíbles, y en otros momentos puedo llenarme con una soleá por bulerías o con una seguiriya. Me adapto a lo que la vida me da".

¿Qué tiene El Harry como cantador? "Alma, duende, que todo lo que hace de corazón... Habría que preguntar más bien qué es lo que no tiene. El cante es muy importante a la hora de bailar flamenco: no es lo mismo que te acompañe un cantador que otro, un hombre que una mujer, porque son las letras las que te inspiran el movimiento".

Prototipo de bailaora racial (por eso prefirió acabar de formarse dentro de la escuela granadina, antes que en la sevillana) reconoce que en su baile la improvisación tiene mucha importancia. "En el flamenco la magia brota en décimas de segundo: un guiño, el movimiento de un hombro... Sin técnica no puedes subirte a un escenario, eso está claro, pero lo académico mata la magia. En el escenario, es el alma de cada artista quien toma la palabra. Los ojos y las manos son los que más hablan".

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