POESÍA. OCIO Y CULTURA

Una poética sin confines: Olga Bernad se sumerge en 'La vida extrema'

La poeta zaragozana publica en Alcalá de Henares un nuevo poemario, que "es un viaje en busca de la felicidad y de la ilusión de sus trampas"

La escritora zaragozana Olga Bernad publica 'La vida extrema'.
La escritora zaragozana Olga Bernad publica 'La vida extrema'.
Archivo O. Bernad.

La escritora Olga Bernad, con dos novelas y otros dos libros de relatos, suma un quinto poemario a su ya notable obra publicada. Se trata de ‘La vida extrema’, un poemario que se abre con la genialidad de una lámpara que no parece contener ningún deseo que nos pueda interesar y con la fuerza arrolladora de una voz clara que confiesa estar “loca, sola y triste”. Y es que, en esta vida extrema, como escribiera Atxaga, se ven los extremos confines: el desierto y la selva, la palabra siempre y la palabra nunca.

De igual modo, Bernad arma con sus versos una arquitectura de lo efímero, alza una catedral de oralidad que se fotografía sobre la hoja, pues su escritura es voz inmediata: son palabras arrancadas de la cantera de un diálogo interior, vidrieras de charla en un bar, declaraciones de amor en el basto silencio de la escritura. Del puño de Bernad surgen, tan pujantes como exuberantes, las columnas que elevan al verso; verso divino y muy humano, afectado por ansiedades y tensiones que sus bóvedas, inteligentes y precisas, distribuyen y que contienen los contrafuertes de su rotundidad y su sarcasmo: “uno está solo siempre cuando ama,/ está limpio de orgullo./ De una extraña manera, no tiene corazón”.

En ‘La vida extrema’ se nos ofrece una construcción personal que trata de ser réplica y que contine desde una formulación del carpe diem para valientes, apasionados y brillantes —“Los días/ huyeron al infierno cuando fuimos cobardes/ o tibios o mediocres”—, hasta un alegato guindeano en favor de la poesía útil. Y, dentro del telar en el que los nudos los conforman paradojas o contradicciones, nuestra Penélope teje una encrucijada desde la que contemplar esa vida extremada, visión que atesorará el lector que sepa ver en ella las mieles y hieles de la existencia, la emoción furiosa, el desaliento salvaje.

Y es que la autora cerró sus ojos a Ulises para soñarlo a su manera y, ante el pasado, la conciencia, el prejuicio que se asientan en las arrugas de la experiencia, ella alza una copa de vida, brinda por la posibilidad de enloquecer con ese licor vital, de conseguir probar un júbilo arrollador, de alcanzar un nuevo éxtasis; al tiempo que se diría que, si tal vez encontró a la belleza amarga en algún verso, ya pasó su “saison en enfer”. La poeta ya sabe que hay que escribir desde fuera del redil de lo predecible, del eterno retorno del confort cotidiano, es consciente de que fuera hay una posibilidad de fracaso, pero también de revelación. Es la suya una voz auténtica, una voz que ha escuchado las tentaciones y ha sabido sentir (sin buscar testigos) la plenitud en el desierto y que nos escribe de forma directa, mostrándonos también sus miedos y sus refutaciones ahora que está ya de vuelta.

Es la suya una voz auténtica, una voz que ha escuchado las tentaciones y ha sabido sentir (sin buscar testigos) la plenitud en el desierto y que nos escribe de forma directa, mostrándonos también sus miedos y sus refutaciones ahora que está ya de vuelta.

En su lectura podemos sentirnos como “un dios menor alegre de ser hombre”, podemos (re)conocernos, quedar atrapados en un “no” o vernos liberados por otro o podemos apurar con ella también nuestra copa. Y aunque pueda parecer que su poesía está llena de su yo, francamente, siento que la completa otro yo mínimo y precioso, una otredad esbozada que es un refugio breve, privado, una isla paradisiaca, tal vez una isla de San Borondón, pues esta lectura es un viaje en busca de la felicidad y de la ilusión de sus trampas.

LA FICHA

‘La vida extrema’. Olga Bernad. Universidad de Alcalá de Henares. 2022.

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