El circo se aprende y muestra en las antiguas naves industriales

La Casa del Circo, que fue creada en 2018 por el malabarista Chéchare en una nave que usaba la Fundación Rey Ardid.

Un grupo de malabaristas en La Casa del Circo.
Un grupo de malabaristas en La Casa del Circo.
Oliver Duch

Las antiguas naves o instalaciones industriales pueden ser el refugio para el desarrollo de actividades artísticas. Un fenómeno planetario que también se da en Zaragoza. Es el caso de La Casa del Circo, que fue creada en 2018 por el malabarista Chéchare en una nave que usaba la Fundación Rey Ardid: 800 metros cuadrados de superficie, con un escenario de 200 metros y ocho y medio de altura, apto para todo tipo de espectáculos circenses. Allí hay desde ensayos de góspel a batucada y estos días de agosto hay talleres circenses y de baile. También algún espectáculo. "El espacio es tan polivalente que cabe todo -señala Chéchare-, pero me gustaría poner el acento en las actividades formativas. Necesitamos cantera en Zaragoza". Se refiere a cantera de disciplinas circenses.

No lejos de allí, en la misma calle de Benjamin Franklin, otra nave es el Espacio Cirteani (circo, teatro, animación), peculiar como su creador, el payaso Toño Zarralanga. Las compañías disponen allí de un taller con muchísimas herramientas para fabricar al completo su escenografía en carpintería de madera y diferentes metales, goma espuma y cartón. Además, ha organizado cursos y residencias de circo y de teatro de calle. 

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