Aparición estelar: la Niña de las Nieves

Se cree que podría ser una criatura nórdica que un día huyó a Huesca.

La Niña de las Nieves, de la que tanto se ha escrito, parece un mito entre nórdico y romántico. Cruza caminos cubiertos por la nevada cercanos a los pueblos.
La Niña de las Nieves, de la que tanto se ha escrito, parece un mito entre nórdico y romántico. Cruza caminos cubiertos por la nevada cercanos a los pueblos.
EFE

Estamos ante una de las criaturas más poéticas y raras de la mitología popular aragonesa: la Niña de las Nieves. Han escrito de ella distintos autores: Juan Domínguez Lasierra ha referido su historia y el artista Natalio Bayo la ha pintado varias veces. Se cree que podría ser una criatura nórdica que un día huyó a Huesca, al pie de los Montes Malditos donde está el pico Aneto. Y recorrió y recorre diversas localidades: Benasque, Eriste, Cerler, Sahún, Castejón de Sos y Chía, pero también se la ha visto por Aínsa, Bielsa y Gistaín, y algunos etnógrafos han escrito que se atreve a subir por Ordesa y el valle de Pineta. Un famoso pirineísta con casa y biblioteca en medio de las montañas heladas dijo que la vio dos o tres veces por las sendas del esquí de fondo: en cuanto se le acercó, una vez con la cámara de fotos y otra con el vídeo, se esfumó. Dejó un olor bien perceptible. "A genciana, tomillo de montaña, azucena silvestre y torvisco y, ante todo, a menta bien húmeda", contó este naturalista refinado, que prefiere la discreción.

La aparición de la Niña de las Nieves casi siempre es un presagio. Anuncia desdicha, malas cosechas, pinos que se caen en los días de ventolera, enojos familiares -incluso entre cónyuges que no han discutido nunca- y accidentes con el ganado en los pastos o en las parideras. Cuando se dice aparición, no se quiere decir necesariamente que irrumpa en los sotos, en los caminos o en los bosques; el hecho de pensar en ella ya puede ser el inicio de un maleficio. Un hombre de Sinués que viajaba mucho a Francia (solía intercambiar historias de la infancia y del comercio con la profesora Ángela Abós en Jaca), contó que en la víspera del incendio de su casa y de los establos le pareció ver que por las eras o por el planico de la iglesia paseaba una joven esbelta y desnuda con la cabeza erguida, de pelo lacio y negro y un varal de árbol de fresno o abedul en la mano.

En el vecino valle de Chistau también ha hecho sus apariciones. Y allí no hay duda: es ella, con su bolsa o zurrón al hombro, la que camina en compañía de un sarrio o rebeco. Uno de los dos deja un hilillo de sangre que ensucia la nieve. La versión más misteriosa de la Niña de las Nieves se asocia a un fenómeno atmosférico o un milagro de la física. Se cree que en los días de tormenta las nubes están cargadas no solo de electricidad sino de seres de fantasía que son empujados a la tierra en diversas formas. Una de ellas sería la de la Niña de las Nieves, que conduce de aquí para allá, de montaña en montaña, su belleza melancólica y derrama avalanchas de nieve y auténticos relámpagos de mala suerte. 

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