teatro

Jorge Sanz: "De niño rodaba con la naturalidad que da la inconsciencia"

El actor, de 52 años’, protagoniza junto a María Barranco y Ana Turpin la comedia ‘El premio’ hasta el domingo en el Teatro Principal de Zaragoza.

Jorge Sanz, en el Teatro Principal.
Jorge Sanz, en el Teatro Principal.
Francisco Jiménez

Regresa a Aragón, "su segunda casa".

Efectivamente. Aragón y Zaragoza son como el balcón donde primero se visualizan las obras de teatro y de cine, el primer impacto al público. He tenido la suerte de rodar muchísimo en la Comunidad, desde bien niño, y siempre me he sentido muy bien acogido.

¿Cómo fue la experiencia, con 13 añitos, de rodar la película ‘Valentina’ en Loarre y Albarracín con una leyenda como Anthony Quinn?

Imagínese, fue increíble. Formaba parte de esa fase de mi carrera en la que se mezclaba el juego con mi vida y con la profesión. Iba al castillo de Loarre, me vestían de época, me montaba en un carruaje y rodaba. Vivía en una película. Descubrí la vida de actor desde lo más alto. Confundía lo personal con lo profesional, todo era lo mismo para mí.

¿En aquellos momentos era consciente de lo que estaba haciendo o lo ha calibrado con el paso del tiempo?

Como niño que era, los rodajes eran entrar en un juego, algo mágico. No era consciente de quién era AnthonyQuinn y lo hacía todo con una naturalidad que hoy me impresiona. Ese desparpajo viene por la inconsciencia. Si yo hubiera sabido quién es Anthony Quinn, seguramente hubiera estado más cohibido o hubiera intentado aprender de él. Pero para mí era un compañero más. Actuaba con una libertad total.

Y con 20 años ganó el Goya por ‘Si te dicen que caí’. ¿Cómo gestionó esa celeridad al conseguir tantos hitos tan rápido?

Muchos actores no han vivido en su carrera de varias décadas lo que yo hice en aquellos primeros años. Hay compañeros que me comentan que, aunque se pusieran ahora a lo bestia, jamás podrían replicar mi trayectoria. Me considero un privilegiado. Cogí una época dorada del cine en España, en la que se trabajaba muchísimo. Desde los últimos coletazos del cine infantil masivo a la época del destape, que fue muy fructífera y especial. Hacía tres o cuatro películas al año, como el resto de mis compañeros mayores. Yo era el niño en los rodajes de Fernando Fernán Gómez, José Luis López Vázquez, Alfredo Landa...

Debía de ser usted una esponja ante tanto maestro.

El privilegio de escuchar a esos genios no se puede pagar con dinero. Los rodajes se me pasaban volando escuchándoles. ¡Cómo disfrutaba oyendo el dominio del castellano de Fernán Gómez! Cualquier cosa que dijeras al lado suyo era una tontería.

¿Cómo eran esas sobremesas?

Eternas, incluso de días. Fernán Gómez solía decir que a los actores nos pagan por esperar. Esa es una gran diferencia respecto a la actualidad. Antes se tardaba tres horas en iluminar un plano, había que esperar a que bajara la luz, el decorado era muy artesanal... Se esperaba y se vivía mucho en los platós. Y, sobre todo, se hacía tiempo entre plano y plano. En cambio, en el último rodaje de televisión en el que he estado había un encargado de efectividad que estaba con un cronómetro contando cuánto tardábamos en pasar por maquillaje o del camerino al ‘set’. Esto no es lo que era.

Al menos queda el último reducto, el teatro, donde todo funciona a otro ritmo.

Con el teatro he tenido una relación cambiante. No pisé unas tablas hasta 2003 con ‘Arsénico por compasión’, dirigida por Gonzalo Suárez. Me sentía en desventaja técnicamente respecto a los actores de teatro porque yo me había formado para el cine y la televisión. Salía a escena con cierto miedo de que surgiera cualquier problema. Pero con los años lo he ido perdiendo y ahora lo disfruto muchísimo.

¿Disfrutará el público que acuda al Teatro Principal hasta el domingo con la comedia ‘El premio’?

Segurísimo, satisfacción y risas garantizadas. Dos cosas que la gente necesita tras estos años de pandemia y confinamiento.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión