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Teresa Viejo: “La reivindicación de la mujer no solo se hace desde la política”

La periodista y escritora recibe el Premio Especial del Festival Aragón Negro y publica 'La niña que todo lo quería saber' en Harper Collins

Contraportada. Teresa Viejo / 30-05-2022 / FOTO: GUILLERMO MESTRE[[[FOTOGRAFOS]]]
Contraportada. Teresa Viejo / 30-05-2022 / FOTO: GUILLERMO MESTRE[[[FOTOGRAFOS]]]
Guillermo Mestre.

“Me dejo la vida. No he dejado del todo el periodismo, pero lo tengo muy esquinado. Sigo en ‘La observadora’ de RNE desde hace nueve años… Como soy una persona altamente curiosa y me gusta aprender, mi trabajo profesional está muy ligado al aprendizaje, al crecimiento, y cuando ya entiendo que en el lugar en el que estoy o en la materia que tengo entre manos tengo poco camino que explorar, algo dentro de mí me lleva a otro terreno. Siempre he realizado formación, para los licenciados de Comunicación de Periodismo, pero desde hace cinco años empecé a realizar formación desde las organizaciones, con otras materias y otros escenarios, y me fui formando”, dice Teresa Viejo (Madrid, 1963), que recibe el premio Especial del Festival Aragón Negro (FAN) y acaba de publicar un nuevo libro, que marca una nueva aventura creativa: ‘La niña que todo lo quería saber’ (Harper Collins).

¿Está abandonando el periodismo?

No. No puedo decir eso. Cada vez tengo más espacios en mi vida, más conferencias, y el periodismo se va quedando ahí ahí. En ‘La observadora’ hemos tenido más de 800 invitados, y ese es un trabajo maravilloso. A mí la radio me gusta mucho. Mucho.

Bueno, usted ha estado en todos los medios.

Es cierto. Conversar es interesante para quien lo practica y para quien la reciba. Cuando se practica es de escucha activa y te abres a lo que la otra persona te cuenta y ahí hay un enriquecimiento maravilloso. Y luego el poso, la huella que dejas en quien te escucha también es rica. Los medios tenemos una responsabilidad en no contribuir a la crispación, al odio, a la confrontación, hay que tener un lenguaje apreciativo y poner en valor las cosas que ya hay, sino sembramos sensaciones, actitudes y sensaciones muy feas en la sociedad.

"No me gusta el empoderamiento: me gustaría como despertar la responsabilidad de contar la construcción de cada uno. Me gustaría lanzar un mensaje de renacimiento perenne. Vivir para mí ahora, tengo 58 años, es un continuo flujo de muerte y resurrección"

Al margen del periodismo, tiene una obra literaria que sería un poco la razón de este premio…. Comenzó con ‘La memoria del agua’.

El premio me hace mucha ilusión. Es el primero que recibo por mi obra literaria. Y además en Zaragoza, que está tan vinculada con mi vida. Mi primer libro lo publiqué en 2000, llevó 22 años publicando libros, y esta novela, sobre el balneario y sus personajes, apareció en 2009, y fue traducida al inglés, italiano y francés. Y se llevó a la pequeña pantalla. Fue un regalazo.

Mezclaba realidad y ficción.

Siempre lo hago. En la última, no tanto. ‘Animales domésticos’ fue una cosa exploratoria de la que no estoy muy satisfecha. Pero bueno, así: exploras un nuevo camino, y vuelves a lo que mejor sabías hacer. Me parece que la mejor manera de interpretar lo que hemos vivido, la historia cotidiana, la historia de las cosas pequeñas, es a través de la ficción que va trufando el relato, llenando agujeros, lugares vacíos. Porque al final la gran historia no deja de ser contada a través de quienes la protagonizaron y la ganaron, si pensamos en el tiempo más reciente, pero en realidad el relato se construye porque los personajes construyeron un papel decisivo, y lo hicieron del todo seres que eran gente corriente, como usted y to, y se queda una realidad llena de huecos y la forma de entender eso es añadiendo ficción en los agujeros como en un queso Gruyere.

Es muy interesante su segunda novela. ‘Que el tiempo nos encuentre’.

Esa es la segunda novela, creo que es la mejor de las mías, estamos en la segunda intentona de llevarla al cine porque todo el mundo que la lee me dice: “Esto hay que contarlo”. Es una historia fascinante: ves la de cosas reales con las que me he ido encontrando y además esa segunda vinculación con Zaragoza tan potente. ‘Que el tiempo nos encuentre’ habla de Armad Guerra, de su película ‘Carne de fieras’, de su protagonista. Aquí es donde se recupera. Siempre que vengo digo lo mismo: necesito tiempo para ir a la Filmoteca y ver cómo fue todo, y desde el hallazgo providencial de unas cintas en el rastro… Pasan cosas en la vida que dices, ¡Madre mía!

¿Cómo le llegó la historia a usted?

A través de un director gallego de documentales, con relación con quienes habían montado. Y cuando supieron que estaba escribiendo la novela, que todo arranca con Miguel Moraíta, claro, que sabía que yo estaba haciendo una novela sobre el cine de la II República, la posguerra y el exilio, me dijo: "Esta película que han montado hace unos años unos amigos, te va a encantar". Y me mandó una copia de la película. Ya estaba restaurada. Armande Guerra, el director, Tina Jarque, la actriz protagonista...

Y con ellos están Lupe Vélez, María Félix, Dolores del Río…

Están todos. Y Álvaro Retana, que escribía cuplés para Sara Montiel y daría él solo para otra novela. La productora de la serie de la Luis Miguel está interesada. Estoy esperando… Fue muy bonito. Me sentía como una niña pequeñita… México, Miami, Argentina y España. Todos productores. ¿Sabe usted que placer y qué emoción que todos ellos te digan, “qué cosa ha escrito, qué maravilla”? Ya han desarrollado guiones, solo necesitamos que nos digan que sí. Tengo muchas ganas.

‘Mientras llueva’ es más íntimo. Lo presentaba como el libro que llevamos dentro.

Sí porque es un libro muy mío. Relata muy bien el momento en el que yo estaba, el choque entre lo racional y la espiritual, o lo intuitivo que hay en el interior de cada ser humano. Yo estaba ahí. Estaba en soy una mujer profundamente racional, poco cartesiana, y al mismo tiempo había algo (que se produce además mientras se escribe ficción: es una conexión o catalización rara) que los personajes hacen cosas, dicen cosas, y a la vez te preguntas, y eso cómo se me ha podido ocurrir. Y es porque te está saliendo algo muy intuitivo que no sabe dónde está. Mi protagonista vive eso y yo me voy escondiendo, utilizo como subterfugios, y me digo: “Lánzate a la piscina”. Ella, Alma, se tiene que lanzar a lo más extraño: el más allá, el espiritismo, la hipnosis. Se tiene que enfrentar a todo eso porque reacciones como cualquiera: “No me creo nada”. Y me parecía que también es importante esa iconografía tan poderosa que me dejó cautiva desde que era una niña, que son las películas de Alfred Hitchcock: el blanco y negro, las cumbres brumosas, la inquietud…

Lo que veo es que sus novelas hay detrás un trabajo de documentación intenso.

Es maravilloso eso. Trabajo mucho. Y lo traslado a mi estudio. Antes tenía uno más lúgubre, ahora uno claro, luminoso, grandes. Y en cuanto creo un escenario, ahí pongo de todo: carteles, fotos de época, personajes, atmósferas, olores… Todo eso me permite jugar y realizar una transposición sensorial a la época. El proceso de documentación es muy rico, se va alargando además poco a poco. Está presente físicamente. Sé que hace gracia. Lo vestía con fotos grandes de la época en los corchos, las ciudades como eran, la ropa que vestían. Por esto eso para mí es todo tan adictivo.

Acabo de ver un vídeo sobre usted… ¿Tan deportista es?

No. Eso no. Me gusta mucho pasear y andar, y suele sucederme que los diálogos de mis personajes se me ocurren mientras camino. Más que deportista soy una entusiasta caminante. Andar me activa la mente. Yo me invento los diálogos mientras ando. Ahora comprendo que es un tipo de meditación activa. Nada te perturba y pones el foco solo en lo que lo tienes que poner. Estás justo ahí en ese lugar donde quieres estar.

¿Va a seguir haciendo ficción?

Sí. Comienzo este verano. Y ahora estoy un poco insegura, dudando entre dos narraciones protagonizadas por una mujer de poderosa personalidad. Que es lo que me gusta: no tanto abordar el empoderamiento como un relato personal de conocimiento, de revelación, de búsqueda, de rebeldía, con la condición humana de fondo.

Su premio también es por la defensa de la mujer y de la igualdad.

He defendido la mujer y la igualdad a mi manera: me ha gustado buscar mujeres que reivindican su espacio a través tanto de lo que sienten como de lo que hacen y de lo que piensan. Todas. Mis cuatro mujeres empiezan todas por A: Amada, Aurora, Alma y Abigail. Y empiezan porque son, en cierto modo, la primera, la primera mujer que lleva la esencia de esas mujeres que siempre están haciendo cosas y que se atreven, como Alma que hace la carrera de Farmacia cuando es mayor. Hay una cosa que tengo claro: la reivindicación de la mujer no solo se hace desde la política. No busco a la militante, sino a la que se implica en las pequeñas cosas.

"Hay una cosa que tengo claro: la reivindicación de la mujer no solo se hace desde la política. No busco a la militante, sino a la que se implica en las pequeñas cosas"

Vayamos con ‘La niña que todo lo quería saber’.

Es un libro de crecimiento personal. Creo que esa es la definición exacta. No es un libro de autoayuda y consejitos. No. Es un libro que nace de la formación. Insisto; es más de crecimiento personal, es más interior, es compartir otra cosa. No es necesario que tengas 50 másteres en psicología positiva: basta con que te documentes lo suficiente, que tengas experiencias muy vivas de las cosas, que seas permeable a lo que viven otras personas y luego lo trasladas con tus palabras.

¿Sabe qué quiere contar?

Por una parte, trasladar el mensaje de somos dueños de nuestra propia existencia y la podemos virar allá donde lo anhelemos. No me gusta el empoderamiento: me gustaría como despertar la responsabilidad de contar la construcción de cada uno. Me gustaría lanzar un mensaje de renacimiento perenne. Vivir para mí ahora, tengo 58 años, es un continuo flujo de muerte y resurrección. Y me gustaría que las personas que me siguen o me leen pensaran: “Ella lo dice, lo hace, lo siente, y yo también puedo”. Y yo lo transmito a través de una herramienta que es nuestra: la curiosidad. La curiosidad nos permite seguir vivos y seguir haciendo cosas. Y con la curiosidad, claro, el lenguaje, al que yo mimo como a un ser vivo.

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