"Un libro guarda el saber de todos los que lo han tocado"

None

Teresa Viejo, fotografiada en el Gran Hotel de Zaragoza.
Teresa Viejo, fotografiada en el Gran Hotel de Zaragoza.
francisco jiménez

A Teresa, ¿le gustan las librerías de viejo?

Me apasionan. En general me gusta mucho lo viejo, lo que con mi apellido suena premonitorio, como una especie de condena.


Pero ¡no es una condena!

¡Al contrario! Es como una pequeñita llave de una puerta a la sabiduría. Y a mí el libro como objeto me fascina. Y el antiguo, el que ha pasado por muchas manos, guarda el saber de quienes lo han tocado. Creo que cada uno deposita parte de sus emociones, de su impronta, en el objeto que ha tenido cerca. Y eso es un haber importantísimo. Y en la librerías de viejo hay grandes historias...


Y sus relatos, ¿tienen ese sabor de las historias de antes?

Sí, pero a mí lo que me gusta es escribirlos. Lo disfruto como una niña. Tan simple como que cuento el tipo de historia que a mí me gusta leer. Cuando lo escribo no tengo una pretensión de proyección, no me pregunto quién me va a

leer ni qué dirá la crítica.


Presenta su tercera novela. ¿A la tercera no se da por vencida?

¡No, no! No solo no me doy por vencida sino que soy tenaz, cabezota y perseverante.


Se llama ‘Mientras llueva’. ¿Es usted de las que se mojan?

Me suelo mojar bastante pero también guardo la ropa...


La realidad actual, ¿le obliga a incursionar en la ficción?

No solo eso: es que trato de enmendar la realidad a través de la ficción. En realidad, creo que escribo para mejorarla.


Esta entrevista sale en una página con un artículo de opinión. ¿De qué lo escribiría usted hoy?

Para cuando salga la entrevista ya se ha quedado viejo, ¡esto del periodismo es terrible! Pero hoy (por el martes)hablaría de la tozudez negativa. Porque yo soy tozuda, pero soy flexible y escucho. Hablaría de la tozudez de quien funciona con orejeras. Y eso es nefasto. Y cuando trasciende a los demás, más. Y cuando además persevera y se da en determinadas condiciones, es un cataclismo.


Enmarca algunos pasajes de su novela en una zona inventada del norte español: Malpaís. ¿Una declaración de intenciones?

No, lo hice en un doble sentido: para que la gente juegue a dibujar su Malpaís, a poner una x en su mapa particular. Y, por otra parte, por crear un mundo un tanto onírico, algo que me gusta mucho. Me he permitido licencias como poner flores que no son típicas del norte de España o que florecen en enero. Que sucedan determinadas cosas un poco mágicas.


Su protagonista se llama Alma, ¿le pone el ídem a cada proyecto?

Yo pongo todo: alma, corazón y vida. Me entrego cuando escribo. Y no me importa, cada vez lo hago con mayor gusto y con la satisfacción de transparentarme, que quien me lea entienda cómo soy. Y luego hay una explicación prosaica: la hija de una de mis mejores amigas se llama Alma. Y un día le dije que iba a escribir una novela con su nombre. Tiene ocho años y ahora cree que es para ella, se pega la vida persiguiendo a su madre para que le lea ‘su’ novela.


El libro ¿es una especie de Thelma y Louise, pero con una sola viajera?

Sí, y se lanza al precipicio también. Hay que esperar al final para ver si lo que hay es agua, un paraguas, los brazos del amor...


Sus páginas incluyen misterio y hasta espiritismo. ¿Con quien contactaría, de tener ocasión?

No lo puedo decir, pero con alguien crucial para mí. Tengo mi espíritu particular.


Y ¿qué le da más miedo: las audiencias televisivas o radiofónicas o las ventas de libros?

No, eso no me da miedo. Me dan miedo los fantasmas de carne y hueso. Y ahí solo encuentro un granero de posibles y lo que tengo que hacer es seducirles.


¿Le define el título de su programa de radio, ‘La observadora’?

Sin duda, es mi grito de guerra: soy observadora con mayúsculas.


La que fuera rostro de las loterías, ¿sigue jugando a la primitiva?

¡Si no jugué nunca! Es terrible reconocerlo. Alguna vez he jugado a la de Navidad, pero siempre en grupo. No me gusta apostar, eso del rojo o negro, o todo al par o al impar... ¡No me gusta nada!


¿Cuál es su mayor premio?

El amor. Y, si es recíproco, es ya el premio gordo, el bote completo.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión