ocio y cultura

Felisa Ferraz realiza un viaje literario por el Pirineo con Vilas, Machado, Luz Gabás o Llamazares

La profesora, dinamizadora cultural y librera recorre las montañas desde Bera de Bidasoa a Portbou pasando por Baztán, Benasque, Canfranc, Jaca, etc.

Felisa Ferraz, a partir de los materiales de su tesis doctoral, realiza una apasionante travesía literaria y de paisaje.
Felisa Ferraz, a partir de los materiales de su tesis doctoral, realiza una apasionante travesía literaria y de paisaje.
Oliver Duch.

Felisa Ferraz (Zaragoza, 1967) es profesora de Literatura, librera en Benasque y una apasionada lectora desde niña. Un día, animada por la profesora Carmen Agustín (le dijo: “tú te has dedicado toda la vida a la lectura, haz lo que quieras, pero ahí está tu historia”), decidió hacer un trabajo, o más bien un viaje, sobre todo ello. Su respuesta fue: “Vale, sí, investigo sobre lectura, pero quiero que sea en el mundo rural, pero no quiero ser muy localista, no quiero hablar solo de las setas de mi valle”.

Más o menos así, surgió un libro interesante y ameno, una confesión de amor a las montañas y a la literatura, un libro que dialoga con ‘La montaña y el arte’ (Fórcola) de Eduardo Martínez de Pisón: ‘Del Pirineo la ceniza verde. Un viaje literario por la montaña de mar a mar’. Esa expedición, tal como explica su mapa, arranca en Bera de Bidasoa, con Pío Baroja, y culmina en Port-bou y Cadaqués, con otras dos grandes figuras: Antonio Machado y Walter Benjamin. "Del Pirineo la ceniza verde" es un verso de las 'Soledades' de Luis de Góngora. 

Felisa Ferraz ha caminado mucho y ha leído más. Es generosa en las referencias, en las glosas, en los títulos, y disfruta del viaje. En Bera de Bidasoa acude a esa casa con fantasmas de Itzea de los Baroja, a la que le han dedicado unos y otros páginas conmovedoras. Relee ‘Juventud, egolatría’ y selecciona este fragmento: “Para los chicos, mi familia y yo debíamos ser gente absurda, y un día, al verme a mí un chiquillo, se escondió en el portal de su casa y dijo: ¡Que viene el hombre malo de Itzea!”. La autora describe la casa de Baroja, “reflejo de su personalidad y su obra”, recuerda a Julio Cara Baroja y se acerca a la brujería -“con reminiscencias de cultos antiguos, mezclados con prácticas de sortilegios traídos de Bearn”, apunta- a través de la novela ‘La dama de Urtubi’, que escribió allí don Pío en 1916. Antes de despedirse, una reflexión: “… las brujas cobran una dimensión literaria peculiar en la mirada contemporánea porque son personajes inspirados en una realidad histórica y social”.

De allí se va a otra tierra de brujería y de enigmas: el valle del Baztán, donde suceden las novelas de Dolores Redondo. La lectora-viajera confiesa que vio primero la película antes de leer la trilogía pero se adueñará de su universo: panaderías, pastelerías, el cementerio, etc., y se siente partícipe de una ruta de turismo literario, que menudean a lo largo del libro. “Vuelvo de Elizondo con la sensación de haber vivido una experiencia placentera, la lectura se ha mezclado amablemente con el paisaje brumoso de los bosques baztaneses, la comida excelente y la buena conversación”. Con diferentes matices, estas frases también una poética del viaje. Y aquí, de la mano de Sergio Vila-Sanjuán, también extrae algunas conclusiones sobre las claves del éxito de Dolores Redondo: “Tema universal, intriga, lenguaje claro, personajes bien definidos y empáticos”.

Con la sombra de Hemingway se cita en Pamplona, sobre todo a través del eco de su novela ‘Fiesta’ y de diversas estancias, entre ellas en el hotel Ayestarán de Lekumberri, donde se alojó en varias ocasiones. Felisa Ferraz humaniza al escritor y recuerda su pasión por la pesca: “El paraíso para mí sería un arroyo con truchas en el que yo fuese el único autorizado a pescar”. Para analizar ‘El Cantar de Roldán’ y sus escenarios se ayuda del profesor de Filosofía de la Universidad de Zaragoza, Santiago Echandi y también de Saúl Irigaray, que firma el libro ilustrado para los más chicos ‘La brecha de Roldán’.

Julio Llamazares en una de sus últimas visitas a Ainielle.
Julio Llamazares en una de sus últimas visitas a Ainielle.
Javier Calvo.

De ahí pasa a Canfranc, con Ramón J. Campo y sus libros sobre el oro del Canfranc, que le traen a la memoria la película ‘Casablanca’ de Michael Curtiz, y otra exitosa novela: ‘Volver a Canfranc’ de Rosario Raro, inspirada en los trabajos del periodista de HERALDO y en concreto de Albert Le Lay. Una impresión: “La singularidad de Canfranc es que, además de las historias y lances novelescos del pasado que todavía queda por contar, hoy sigue siendo un lugar de vanguardia con su centro de estudio sobre los aludes y un laboratorio subterráneo para la investigación en física de partículas… Escenarios propicios y sugerentes para la imaginación literaria”, algo que podría decirse de otros lugares como Ainielle, en el Sobrepuerto, donde Julio Llamazares localizó su novela ‘La lluvia amarilla’, libro que también le sirve a la autora para conectar diversas miradas y varios libros para meditar sobre el Aragón vacío, sobre la despoblación. La banda sonora ahí la pone la Ronda de Boltaña en temas como ‘La casa caída’, ‘Mermelada de moras’ o ‘Habanera triste’. “Leer la naturaleza, a lo Thoreau, nos cura en parte de la nostalgia de no tenerla cerca o de la culpa de haberla abandonado y maltratado”, apunta.

Los ‘Enclaves literarios del Alto Gállego’ son numerosos y contemplan localidades como Panticosa, Biescas, Sallent de Gállego. Por ahí, y otros lugares cercanos, anduvieron Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno, Carmen de Burgos, Santiago Ramón y Cajal, Ramón J. Sender o el propio Labordeta, al que se le nubló la vista de tristeza y escribió: “Un enorme nudo me aprisiona la garganta. Es un nudo de agonía, de rabia, de impotencia”.

Luz Gabás y Manuel Vilas son analizados por Felisa Ferraz.
Luz Gabás y Manuel Vilas, durante una conversación en CaixaFórum, son analizados por Felisa Ferraz.
Oliver Duch.

En el Sobrarbe adquieren todo el protagonismo Manuel Vilas y Luz Gabás. “Me encanta Vilas y he disfrutado mucho con ‘Ordesa’ y su libro posterior, ‘Alegría’. Probablemente los recuerdos infantiles del autor de Barbastro se entrelazaban en mi lectura con mis propios recuerdos infantiles de Barbastro”. También lo autobiográfico asoma en ‘Palmeras en la nieve’: “Recuerdo perfectamente que un día llegué a casa de mi madre y me la encontré con lágrimas en los ojos y ‘Palmeras en la nieve en el regazo’. Al preguntarle qué pasaba, la respuesta fue contundente: ‘Estoy en el entierro de Antón’. No estaba leyendo, estaba realmente allí, llorando pro todos los muertos enterrados bajo la tierra y la nieve del valle”. Cuando se aproxima a Benasque, tierra que conoce muy bien, selecciona a varias mujeres, la profesora y escritora Carmen Castán, Marta Iturralde, Ángela Abós, Ángela Labordeta. En otros capítulos analiza a Unamuno en La Maladeta, a Cela en Lérida y a distintos autores catalanes, entre ellos el Cervantes Joan Margarit, que entra en su librería y le dice: “La libertad es una librería”.

Recuerda que Cadaqués le hace pensar en Esther Tusquets (que le evoca los libros de ‘Celia’) y en su hija Milena Tusquets; en su novela ‘Todo esto pasará’ encuentra “esa mezcla de ligereza y hondura que me produce una sana envidia”.

La familia Machado: el poeta Antonio Machado y su madre, José, su esposa y sus hijos.
La familia Machado: el poeta Antonio Machado y su madre, José, su esposa y sus hijos.
Archivo H. A.

El libro se cierra con ‘Portbou y las rutas del exilio: de Benjamin a Machado', y se centra en dos moribundos, en cierto modo: Antonio Machado, de camino hacia el exilio con su familia, y Walter Benjamin, que barajaba el suicidio o, cuando menos, se sentía atosigado. Felisa Ferraz, en este libro de confesiones de lectora, dice: “Tengo perfecta conciencia de la primera vez que un poema me estremeció por dentro. Fue en clase de Literatura con Manolita, yo tenía quince años , y nos leyó el poema de Machado dedicado a José María Palacio, ‘Palacio, buen amigo...’”. A este personaje le acaba de dedicar Jesús Rubio una completa monografía que recoge los textos literarios del autor, oscense de nacimiento.

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