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Manuel Júlvez: “El ser humano está fabricado de recuerdos y el escritor aún más”

El experto en marquetin debuta en la novela con 'Tierra mojada', que transcurre en Alfamén, la Zaragoza del siglo XIX y la guerra de Filipinas

Manuel Júlvez ha entrado por la puerta grande las letras, y lo ha hecho seduciendo al lector.
Manuel Júlvez ha entrado por la puerta grande las letras, y lo ha hecho seduciendo al lector.
Manuel Arribas.

Manuel Júlvez se dedica al marquetin desde hace años. Y a la vez, durante muchos años, ha escrito en secreto y en público. Hace pocas semanas publicaba su primera novela, ‘Tierra mojada’ (Actas, 2021) y se ha asomado varias veces entre las ficciones aragonesas más vendidas. Hace unos días, en el Salón Cultural de Alfamén, reunió a más de 150 personas y firmó libros al menos durante hora y media. Manuel Júlvez procede de esa tierra de vinos y pasó allí “los inolvidables veranos de mi niñez y mi adolescencia”. La novela es, ante todo, un libro de iniciación y de aprendizaje sentimental y vital. Su héroe, Valero, trabaja de pastor y de matarife, se traslada a Zaragoza en un despertar al amor y a inesperadas formas de delincuencia, y se va a combatir a Filipinas, donde se convertirá en uno de “los héroes de Baler”. El espacio temporal iría desde 1872 hasta 1900, más o menos.

¿Cuál había sido su prehistoria literaria? 

Se inicia siendo un lector compulsivo desde la infancia, leyendo todo lo que caía en mis manos sin analizar si se trataban lecturas adecuadas o no. Eso hizo de mí un lector heterogéneo al que no le interesaban los géneros sino las historias bien contadas, algo que supongo influyó en el escritor que surgió después.

¿Qué escribía y cómo? ¿Qué temas o argumentos o historias quería hacer en esos inicios, en esos primeros bosquejos?

Empecé con micro relatos y cuentos. Supongo que escribiendo mucho y mal, pero ejercitando y cogiendo el oficio necesario para afrontar retos más importantes, como es el escribir una novela. Nunca pensé que mi primera novela fuera histórica. Me interesan mucho más los personajes que el marco en el que los pongo a actuar. La historia no es más que una coyuntura, estoy convencido de que las emociones humanas han sido siempre las mismas, la condición humana ha cambiado muy poco a lo largo de los siglos. El amor, el odio, la pasión, la envidia eran las mismas en la Roma clásica que en la actualidad

¿Cuándo creyó que podía emprender la novela?

Tenía pensada la novela mucho antes de saber si estaba preparado, si disponía de las armas técnicas para afrontar su escritura. Cuando estuve convencido de que poseía esas herramientas no tuve más que verter toda la historia que bullía en mi cabeza desde hacía mucho tiempo.

¿Qué fue primero, Filipinas, Alfamén o Zaragoza? ¿O no está todo tan escindido y surge la novela como un todo?

Primero fue Alfamén y mi protagonista Valero. Valerico. Luego construí el teatro donde se desenvolvería. En primer lugar la Zaragoza de finales del siglo XIX, no sabía que descubrir la ciudad de esa época me iba a resultar tan apasionante. Después, elegí una de las guerras de Ultramar, en este caso Filipinas. Al principio como necesidad para cargar de contenido emocional a mi protagonista, aunque la historia de ‘Los héroes de Baler’ es tan impresionante que fluye por sí misma. Quizás este sea el secreto y la razón por la que dicen que ‘Tierra mojada’ engancha tanto; tres partes completamente diferenciadas que al final funcionan como un todo.

"Para mí Alfamén no es solo un lugar geográfico, es también emocional. Dicen que la primera parte de ‘Tierra mojada’ es costumbrista, no lo sé, pero sí está construida con mis recuerdos frente al hogar escuchando las historias de los ‘viejos’", explica Manuel Júlvez

¿Qué puedes decir de Alfamén como escenario de literario? ¿Cuál sería el poso familiar?

Siempre digo que el ser humano está fabricado de recuerdos. Qué mejor documentación que mirar hacia tu interior y hacia tu pasado. Para mí Alfamén no es solo un lugar geográfico, es también emocional. Dicen que la primera parte de ‘Tierra mojada’ es costumbrista, no lo sé, pero sí está construida con mis recuerdos frente al hogar escuchando las historias de los ‘viejos’, que contaban sus vidas llenas de penuria y amargura con la serenidad que solo otorga el paso del tiempo. Mi novela no está basada en ningún hecho familiar, está apoyada en la historia de cualquiera de esos viejos, en las historias de nuestros bisabuelos.

"Mi protagonista llega a la Zaragoza de entonces y descubro, a través de sus ojos, una ciudad que despierta a esa modernidad. Me conmueve ese asombro ingenuo de alguien que deja de pastorear ovejas para sumergirse en un lugar que no sabía que existía", dice Júlvez

¿Le ha interesado por algo el despertar de las ciudades a la modernidad, como Zaragoza?

En la actualidad, por muchas razones, hemos perdido nuestra capacidad para la sorpresa. No ha habido una época donde los avances tecnológicos fueran tan rápidos como a partir de finales del siglo XIX, el ferrocarril, el teléfono, la luz eléctrica, etc. Me interesa esa capacidad de sorpresa que experimentaron las personas que lo vivieron. Mi protagonista llega a la Zaragoza de entonces y descubro, a través de sus ojos, una ciudad que despierta a esa modernidad. Me conmueve ese asombro ingenuo de alguien que deja de pastorear ovejas para sumergirse en un lugar que no sabía que existía.

Retrato de época de los héroes del sitio de Baler.
Retrato de época de los héroes del sitio de Baler.
Archivo Heraldo.

¿Por qué Filipinas y no Cuba? ¿Cuándo se le ocurrió vincular a su personajes con los héroes de Baler?

Fue gracias a un libro. Desde que leí ‘Mito y realidad del sitio de Baler’ del que es ahora mi amigo Miguel Ángel López de la Asunción, supe que quería escribir sobre ese hecho histórico. Afrontarlo, no solo desde el punto de vista histórico, también desde el humano, ficcionar la aventura emocional que seguro que ocurrió dentro de aquella pequeña iglesia

¿Cuál es para ti el lugar de las mujeres en la novela?

Se podría contar la historia de ‘Tierra mojada’ a través de sus personajes femeninos: la madre muerta, la tía, la hermana Pilar, la cuñada Juana, la indígena Isabel, la mujer que conoce en Zaragoza, Beatriz, la compañera de juegos, Jacinta. Valero, mi protagonista, está completamente condicionado por la relación que tiene con cada una de ellas. Son mujeres fuertes que le trasmitirán, desde su infancia, el coraje para resistir.

¿Cómo resume la experiencia, el contacto con los lectores, lo que vivió el sábado en Alfamén, el pueblo de sus antepasados?

Allí dije que no imaginaba un éxito mayor que ese: estar en mi pueblo rodeado de mi familia y de las personas que me quieren. Ese día fue algo más que un contacto con los lectores, era el acto de volver literaria y emocionalmente. Por mucho que la vida te condicione, es bueno saber que tienes un lugar al que siempre puedes regresar.

"Cada parte de ‘Tierra mojada’, podría estar relacionada con tres novelas completamente distintas, pero que por alguna razón me marcaron: ‘Las ratas’ de Miguel Delibes, ‘La ciudad de los prodigios’ de Eduardo Mendoza y por último ‘Sin novedad en el frente’ de Erich María Remarque", dice Manuel Júlvez

¿Qué le debe a Julio Espinosa, director del Estudio de Escritura, además de editor y escritor, al narrador Luis Salvago, a tantos escritores que pasaron por el taller, qué le han dado?

Julio Espinosa me dio algo más que las herramientas de las que he hablado, me enseñó a pensar como escritor. Él siempre recalca una frase: es necesario aprender la técnica para escribir como si no la conocieras. Pero el Estudio de Escritura también fue el lugar donde convergimos unos cuantos escritores que ya estamos publicando. Todos aprendimos de todos. Es un lujo tener a tu lado a escritores y amigos de la talla de Luis Salvago, Premio Vargas Llosa 2019.

¿Podría decirnos tres novelas que podríamos ofrecer como espejo de su creación ideal, adónde le gustaría llegar algún día? 

Cada parte de ‘Tierra mojada’, podría estar relacionada con tres novelas completamente distintas, pero que por alguna razón me marcaron: ‘Las ratas’ de Miguel Delibes, ‘La ciudad de los prodigios’ de Eduardo Mendoza y por último ‘Sin novedad en el frente’ de Erich María Remarque. En el futuro me gustaría llegar a donde mi trabajo e inspiración me lleven.

Portada de 'Tierra mojada' de Actas.
Portada de 'Tierra mojada' de Actas.
Archivo Heraldo.es
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