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La lección del maestro: la sabiduría de Andrés Amorós


El Premio Nacional de Ensayo publica en Fórcola ‘Las cosas de la vida. Guía para perplejos’.

Andrés Amorós, premio Nacional de Ensayo y enamorado de los toros.
Andrés Amorós, premio Nacional de Ensayo y enamorado de los toros.
Archivo Fórcola.

Andaba buscando una cita para titular esta reseña sobre 'Las cosas de la vida', de Andrés Amorós, cuando recordé una 'nouvelle' de Henry James llamada 'La lección del maestro'. Narra el triángulo amoroso entre dos escritores y la joven musa de ambos. El primer escritor es una joven promesa; el segundo, un maduro consagrado. La mujer propicia el encuentro entre ambos y este aconseja a aquel retirarse de Londres para escribir su segunda novela, dedicándose en exclusiva a la literatura y olvidando amores y vida mundana. El joven sigue el consejo y se abstrae por completo en su trabajo, hasta que retorna a Londres con la novela terminada; para descubrir que el escritor maduro ha seducido a la musa de ambos y mantiene un idilio con ella.

El título de James encierra una ironía; en cambio, el mío muestra una verdad: la sabiduría que contiene este libro del maestro Amorós, compuesto casi en exclusiva por citas, cuya pretensión es “lograr una obra personal mediante la selección, el encadenamiento y el comentario” en torno a los más diversos asuntos: el paso del tiempo, la conciencia, el dolor, la memoria, el arrepentimiento, la libertad, el amor, la muerte, el conocimiento de uno mismo o la literatura.

Tantas cuestiones contiene la obra, expuestas con amenidad, que casi nos sorprende que termine tan pronto. Lo cual no es difícil si nuestros compañeros de viaje son Cervantes, Montaigne, San Agustín, Cicerón, Dante, Wilde o Shakespeare. Pero también los refranes, la música popular, las anécdotas taurinas o el cine. No en vano, el título del libro es el de una película francesa de 1970, dirigida por Claude Sautet y protagonizada por Michel Piccoli y Romy Schneider. Respecto a la perplejidad del subtítulo, la aporta nada menos que el apóstol San Pablo, quien aseguró: “Nos vemos perplejos, pero no desesperados”.

Nada sobra en este compendio, que el autor compara con las 'Noches áticas' del clásico romano Aulo Gelio, quien afirmaba apuntar lo que le apetecía y guardarlo como sostén de su memoria, como si fuera una especie de almacén literario. Según Amorós, a estas obras se las llamó miscelánea, musa, selva, antorcha, vergel, cuerno de la abundancia, florilegio, despensa… Al decir de Marcel Proust: “Uno nunca debe perder la oportunidad de citar cosas de otros, que son siempre más interesantes que las que piensa uno mismo”. Pero las citas en de este libro no pretenden ser eruditas, sino divulgar la sabiduría contándole al lector “unas pocas palabras verdaderas”, como escribió Antonio Machado.

Según Aristóteles, toda sabiduría va destinada, en primer lugar, al conocimiento de uno mismo, tal como figuraba inscrito en el frontispicio del templo de Apolo en Delfos; y para conocernos, nada mejor -aunque parezca paradójico- que escuchar los consejos ajenos, porque como sentenció Carl Jung: “Lo que niegas, te somete; lo que aceptas, te transforma”.

Por muchas autoridades que cite, la lección del libro no se compone de verdades absolutas. Tan solo pretende mostrarnos ciertos senderos, ciertas opciones vitales que conviene seguir. De ahí la relación con ‘La lección del maestro’ de Henry James. “Las cosas de la vida” defiende el amor a través de Teresa de Jesús: “Lo que más os despertare a amar, eso haced”. Y también reivindica el trabajo citando a La Bruyere: “El que ama su trabajo se basta a sí mismo”. De igual forma que el joven escritor de James, el lector de este tratado sobre las cosas de la vida deberá elegir su propio camino.

LA FICHA

‘Las cosas de la vida. Guía para perplejos’. Andrés Amorós. Fórcola Ediciones. Madrid, 2022. 292 páginas

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