Jesús Pedro, nuevo presidente crítico del arte: "¡Cuidado! Goya no puede ser una losa para los vivos"

Nacido en Lumpiaque en 1963, es experto en museos y acude todos los años a Arco. Ha editado las críticas de Ángel Azpeitia y Manuel Pérez-Lizano

Jesús Pedro Lorente, historiador del arte y nuevo presidente de los críticos del arte.
Jesús Pedro Lorente, historiador del arte y nuevo presidente de los críticos del arte.
Oliver Duch

Siempre hay un principio. ¿Cuál es el suyo?

En Escolapios, donde estaba interno, teníamos un sacerdote y profesor, Alejandro Gómez, que transmitía con pasión el arte. Había estado en Roma y nos hablaba de la ciudad, de los museos, de cuadros concretos, y a veces utilizaba hasta una terminología italiana. Para un joven de Lumpiaque, como yo, de familia humilde, aquello era impactante.

¿Y luego?

En la Universidad de Zaragoza, he tenido varios maestros. Gonzalo Borrás no solo era experto en mudéjar, conocía muy bien el arte aragonés contemporáneo. Por entonces publicó dos tomos de la ‘Enciclopedia temática aragonesa’ y fueron claves. Era amigo de muchos pintores y escultores, conocía sus estudios y nos hablaba de ellos. Por desgracia no fui alumno de Federico Torralba.

¿Ah, no?

No, pero coincidí con él en París cuando yo estudiaba allí. Tuvimos una gran relación e íbamos juntos a ver exposiciones. Al Louvre y a otras salas. Y él te introducía en aquella explosión de belleza. Me daba muchos consejos.

¿Alguien más?

El historiador y crítico de HERALDO Ángel Azpeitia. Él me dirigió mi tesina sobre la pintura de historia y de esa colaboración surgió una gran exposición en el palacio de Sástago, ‘Libertad e independencia. Aragón en la Pintura de Historia’. De ahí deriva un proyecto que he presentado sin suerte: ‘Fatalidad y melancolía en los cuadros de historia’.

Muchos cuadros de Pradilla están habitados por la melancolía, o aquel del Príncipe Carlos, de Moreno Carbonero, que estuvo en el Museo de Zaragoza y ahora brilla en el Museo del Prado.

Es uno de mis cuadros favoritos y de los que me inspiró la idea. Iba a hacer mi tesis sobre eso, pero me fui de postgrado a Leicester y cambié de orientación. Gracias a las becas he podido viajar y formarme en el extranjero: París, Florencia y Leicester. Más tarde, sería el propio Azpeitia quien me reclamaría para volver a casa gracias a la beca Marie Curie.

¿Cómo define nuestra pintura de historia, qué calidad tiene?

Es de un grandísimo nivel. Goya ha hecho formidables cuadros de historia, y qué le voy a decir de Pradilla. Y con ellos, Marcelino de Unceta, Mariano Barbasán, Victoriano Balasanz, y otros.

Cita a Goya. ¿Es un lastre, una coartada, no abusamos de él para ‘matar’ a los artistas vivos?

¡Cuidado! Es uno de los grandes pintores de siempre y es nuestro, un estandarte de genialidad, pero no puede ser una losa para los vivos. Debe ayudarnos a mejorar.

Usted preparó una muestra de ‘Visiones de Zaragoza’. ¿Está la ciudad bien pintada?

Sin duda. Y además, desde dos focos muy claros: desde el lado del Ebro, captando el panorama del Pilar y la Seo y otras torres, algo que se viene haciendo desde Juan Bautista del Mazo; y desde el Cabezo de Buena Vista. Tenemos piezas magníficas, entre ellas ‘El dios de las aguas’, en la plaza de España, de Joaquín Pallarés, y ‘Zaragoza 1908’, el mejor cuadro de Juan José Gárate.

Abre Arco. ¿Qué le dice?

He ido mucho todos esos años. Como historiador y como crítico de arte. Me apasiona ver lo que hay. Tras la indigestión inicial, aprendes mucho: de artistas, de tendencias, de movimientos específicos, de países. Arco es una feria comercial donde hay de todo, y es una ventana a lo que se está haciendo en el exterior.

Acaba de ser elegido presidente de la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte. ¿Tienen algún peso en los caminos de Arco?

Cada vez menos en general. No sé si es porque los medios de comunicación están en crisis o cambiando, y no se ha despejado el futuro, si es por las redes sociales o porque la crítica, que es necesaria y debe ser iluminadora, también está en la encrucijada. Ahora los que dominan Arco son las grandes galerías y los grandes coleccionistas. En este momento, salvo Goya, en Aragón lo único que ha saltado la barrera internacional ha sido el ‘postgraffiti’ del Festival Asalto.

¿Podemos hacer algo en defensa del arte contemporáneo? ¿Por qué nos da miedo?

Lo nuevo, la vanguardia, siempre impone respeto, pero creo que tenemos una gran capacidad de asimilación y casi nada nos sorprende ya. Cada vez asusta menos. El arte ya no se define por la belleza, sino por la pasión que desata.

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