La revista en la Zaragoza de los 80

Carolina Figueras Pijuán recoge en ‘Memorias de una corista’ los inicios de su andadura profesional en escenarios zaragozanos como el Teatro Fleta, el Argensola o el Oasis.

Figueras, en el Argensola, en 1986
Figueras, en el Argensola, en 1986
Archivo CFP

La revista musical española, con más de 150 años de historia, es un género importado de Francia, un espectáculo crítico que, con cierta picardía, pasa revista a lo que sucede en la vida cotidiana. De ahí su nombre. En la década de los 80, estos ‘shows’ podían verse en el Teatro Fleta, el Argensola, el Oasis o la sala de fiestas Aída. En estos escenarios actuó en numerosas ocasiones Carolina Figueras Pijuán, directora artística y coreógrafa barcelonesa cuyas primeras incursiones en este género tuvieron lugar en la capital aragonesa.

La artista recoge en el libro ‘Memorias de una corista’, recientemente publicado, sus vivencias como bailarina de revista en los años 80 y 90. Además del brillo de las lentejuelas, Figueras también habla de la parte de atrás del escenario, las sombras del machismo, el acoso sexual y de una profesión llena de incertidumbres.

«La última vez que estuve trabajando en Zaragoza fue en 1988, en el Oasis. También recuerdo las funciones en el Argensola, que ya no existe, con Bibi Andersen, y estuve en el maravilloso y esplendoroso Fleta. La capital aragonesa es, después de Barcelona, la ciudad que más conozco y donde más trabajé entre 1981 y 1988. Además, mi marido es de Zaragoza», cuenta.

Carolina Figueras Pijuán comenzó en la revista en el 81 con el empresario Matías Colsada, gestor del Teatro Principal de Zaragoza durante una década, luego propietario del Apolo de Barcelona y del Monumental y La Latina de Madrid e impulsor de la carrera de artistas como Lina Morgan, Concha Velasco o Tania Doris.

Debut en el Fleta

Figueras accedió a la compañía de Colsada a través de un castin. Estudió ballet en Barcelona, había hecho baile moderno y decidió dar el salto al teatro y la revista. Se estrenó en Alicante y a los pocos días vino a Zaragoza durante las Fiestas del Pilar. «Fue mi debut a la grande, en el Fleta. Lo recuerdo lleno de gente, en pie, ovacionando a la vedette Tania Doris. Llegué con mi maletita a esas pensiones del Tubo que ya no existen y que eran terroríficas. Las coristas no podíamos permitirnos más –rememora–. Volví en diciembre del 82 con un ballet moderno a la sala de fiestas Aída, que era más bien un cabaret.

Poco a poco, Figueras se fue abriendo camino en la profesión. «Eso de un trabajo para toda la vida no se cumplía en la revista (ríe), y menos en aquellos años. Pasé del tutú de ballet clásico a ponerme unos taconazos de nueve centímetros, bikinis de ‘strass’, plumas, y vivir todo el ambiente que aquello suponía», añade.

En el libro, la capital del Ebro está muy presente en varios capítulos en los que cuenta, entre otros detalles, el robo que sufrió en una pensión y una historia romántica que comenzó en la cafetería de Aída y que duró tres semanas. «Aquello fue muy importante para mí. Era una chica de 22 años, bastante naif todavía», comenta.

En Zaragoza tuvo otro encuentro inolvidable: «En 1982 conocí en un bar del Tubo al coreógrafo Lindsay Kemp, el mentor de David Bowie. Él estaba entonces en el Principal. Me invitó a ver su espectáculo y me firmó un póster», recuerda.

En aquel tiempo regresó a Barcelona para trabajar con Colsada en el Apolo y fue ascendiendo de categoría, hasta llegar a ser coreógrafa. Reapareció en el Teatro Argensola de la capital aragonesa con Bibi Andersen y su compañía en ‘Una noche con Bibi’, y comenzó a ir el restaurante Bienvenido, siempre frecuentando por artistas del momento.

También pasó por el Oasis: «Recuerdo el éxito de Lita Claver ‘La Maña’ y la compañía de Ricardo Moscatelli. Allí conocí a un jovencísimo Luis Pardos y a Merche Navarro, actriz cómica que tenía un puesto en el Mercado Central», cuenta.

En Colsada le ofrecieron ser vedette pero rechazó la oferta. «La abandoné porque vi que había cosas que no cambiarían y yo quería algo más en mi vida profesional», subraya.

Figueras comenzó entonces una nueva etapa profesional. No volvió a actuar en Zaragoza y a partir del 88 trabajó sobre todo en Cataluña, y ya como coreógrafa y productora creó su propio ballet a comienzos de los 90. A lo largo de su carrera también ha participado en varios programas de televisión (‘Gente joven’, ‘Directísimo’, ‘Si lo sé no vengo’, ‘Això és massa’...) y en la actualidad prosigue su labor como coreógrafa y directora artística.

Reside actualmente en Miami Playa y el próximo 15 de marzo presentará su libro en Barcelona. ¿Y en Zaragoza? «Me encantaría –confiesa–. Además, allí tengo a una buena amiga, que es Marian Nadal, quien organizó en 2015 la exposición del 150 aniversario de la revista musical española en el Centro de Historias».

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