Cien años del Festival de Cante Jondo que sacó al flamenco del ostracismo

Impulsado hace un siglo por Lorca, Falla, Juan Ramón Jiménez y otros intelectuales, se repetirá en su emplazamiento original de la Alhambra.

Federico García Lorca (2), Margarita Xirgu (1) y Manuel de Falla (3), en una imagen de 1934.
Federico García Lorca (2), Margarita Xirgu (1) y Manuel de Falla (3), en una imagen de 1934.
Vocento

Un grupo de intelectuales entre los que estaban el compositor Manuel de Falla y los poetas Federico García Lorca y Juan Ramón Jiménez, impulsó en 1922 el Concurso de Cante Jondo de Granada. Fue el primer certamen de su tipo, dignificó al flamenco y lo sacó del submundo tabernario y casi marginal en el que se desenvolvía para pasar a ser una seña de identidad de nuestra cultura.

Distintos organismos preparan la celebración de los cien años de aquella cita histórica que cambió la percepción del flamenco, cuyo programa, presentado ayer en la Residencia de Estudiantes, se extenderá a lo largo de todo el año 2022. Tendrá su punto culminante en la reedición del legendario concurso en el complejo de la Alhambra un siglo después.

"El flamenco es una de las creaciones más gigantescas del pueblo español", escribió Lorca en una carta dirigida en 1921 al crítico Adolfo Salazar, quien, como el malogrado poeta granadino, jugó un papel crucial como promotor del concurso, celebrado los días 13 y 14 de junio de 1922 en la plaza de los Aljibes de la Alhambra. Allí acudieron maestros del flamenco como Pastora Pavón ‘la Niña de los Peines’, los guitarristas Ramón Montoya, Manolo de Huelva, o un crío, Manolito Ortega, luego Manolo Caracol. Se rescató además a artistas casi olvidados como Diego Bermúdez Cala ‘el Tenazas de Morón’.

Pureza

Su celebración pretendía preservar y difundir la pureza del cante jondo, cuya existencia se percibía amenazada por los cantos ‘modernizados’ y se consideraba casi perdido. No en vano, las bases del concurso precisaban que "siempre debería tener presente el aspirante a premio que no es un cantante, sino un cantaor".

Presidió el jurado Antonio Chacón, considerado entonces el patriarca del cante, gran conocedor y ferviente admirador del cante gitano, junto a dos grandes del género, Manuel Torre y la citada Pastora Pavón. No hallaron lo que querían. El premio de honor quedó desierto y el secundario fue para el ya anciano Tenazas. También se premió a Frasquito Yerbabuena, a una gitana de Sacromonte llamada María la Gazpacha que bordó la zambra, y se vio también bailar a Juana la Macarrona. Una fiesta cerró el concurso que inauguraba una nueva época en la historia del cante y el flamenco.

Además de Falla y Lorca, el certamen contó con el apoyo de personalidades y destacados intelectuales de la época, como los pintores Ignacio Zuloaga y Manuel Ángeles Ortiz, José María Rodríguez-Acosta y Hermenegildo Lanz, el músico y guitarrista Andrés Segovia, el político y escritor Fernando de los Ríos, el intelectual amigo y valedor de Lorca Miguel Cerón, o el pedagogo Hermenegildo Giner de los Ríos.

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