AJEDREZ. OCIO Y CULTURA

El maestro Alexander Alekhine, campeón mundial de ajedrez, y su paso por Zaragoza

Una novela del novelista francés Arthur Larrue, en Alfaguara, desnuda al hombre que odiaba a Stalin y se volvió pronazi y antisemita

Alexander Alekhine y Ramón Rey Ardid jugaron varias veces en Zaragoza.
Alexander Alekhine y Ramón Rey Ardid jugaron varias veces en Zaragoza.
Marín Chivite/Heraldo.

La serie ‘Gambito de dama’, basada en la novela homónima de Walter Tevis, que publicó Alfaguara, y protagonizada por una actriz de ascendencia aragonesa, parece haber puesto de moda el ajedrez de nuevo. Durante años fue un juego importante que hacía correr ríos de tinta. Antes de rivalidades épicas como Fischer contra Spasski, Korchnoi y Karpov, Gasparov y Karpov, hubo otras legendarias. Y una de las más grandes fue la del cubano José Raúl Capablanca, llamado ‘el Mozart del ajedrez’, y la del jugador ruso Alexander Alekhine, nacionalizado francés en 1926. Se enfrentaron en una ocasión, en 1927, y ganó el ruso. Quizá contra pronóstico.

Una de las más grandes rivalidades del ajedrez fue la del cubano José Raúl Capablanca, llamado ‘el Mozart del ajedrez’, y la del jugador ruso Alexander Alekhine, nacionalizado francés en 1926. Se enfrentaron en una ocasión, en 1927, y ganó el ruso. Quizá contra pronóstico.

Desde entonces se odiaban a muerte y Alekhine, dado a la bebida, pedía unas cifras desorbitadas. Por eso la revancha tan deseada nunca se llegó a jugar. Al margen de las desavenencias, los dos fueron víctimas de una época convulsa: la Guerra Civil española y la II Guerra Mundial y todas sus adherencias. Capablanca, que había sido campeón de 1921 a 1927, falleció en 1942. Y Alekhine, envuelto en un proceso de autodestrucción y decadencia, moriría en Estoril en 1946.

Ahora el escritor Arthur Larrue (París, 1984) publica una novela sobre el complejo campeón ruso, que, tras su victoria, se pasó la vida huyendo de su rival, entre otras cosas: ‘La diagonal Alekhine’ (Alfaguara), un retrato de Alexander Alekhine, de ascendencia noble y enfrentado a Stalin, y sus distintos éxodos en busca de juego, prestigio y dinero. Era un maestro invencible, prácticamente, en las partidas simultáneas y rápidas. Solía decir que había visto caer muchos imperios: «… Queda el mío, mi imperio de sesenta y cuatro casillas».

Alexander Alekhine en Zaragoza. Jugó partidas simultáneas en el Casino Mercantil y en la Agrupación Artística. Visitó la ciudad al menos en tres ocasiones: 1935, 1944 y 1945.
Alexander Alekhine en Zaragoza. Jugó partidas simultáneas en el Casino Mercantil y en la Agrupación Artística. Visitó la ciudad al menos en tres ocasiones: 1935, 1944 y 1945.
Marín Chivite/Heraldo.

La novela empieza en 1939 en Buenos Aires. El campeón ha viajado con su esposa Grace. Solía casarse con mujeres mayores que él y más bien ricas. Grace era quien lo mantenía, como se ve en un diálogo amargo. La relación entre ambos es más bien distante. Se desplaza por diversas ciudades, Lisboa, Bruselas, París, donde el destino le revelará algunas encerronas: como ciudadano francés es llamado a filas y, a la par, será objeto de chantaje por parte de los nazis. Con miedo, esencialmente, y con mezquindad, escribe artículos contra los ajedrecistas judíos, muchos de ellos amigos, grandes maestros y también rivales. Ese será el principio de su final.

Durante la II Guerra Mundial, bajo la supervisión de los nazis, que lo controlaban todo, se comportaba como «un animal de feria. Actuaba en casinos, pero también en teatros y salas de fiestas», por una cantidad módica. «Hoy tocaba Zaragoza. Pasado mañana, otra vez Gijón», se dice en la página 213. Ahí arranca un capítulo, precisamente en Zaragoza.

Las partidas simultáneas

«¡Una estrella como él! Un monumento viviente. Alekhine escuchaba el discurso del director del club de ajedrez de Zaragoza resoplando. Se impacientaba, casi rabiaba. Porque eran siempre las mismas memeces. Aquella gente hablaba de él como si estuviera muerto, como si se estuviese muriendo o como si ya hubiera hecho todo lo que tenía que hacer en este mundo y solo quedara morirse», dice Larrue.

"Alekhine escuchaba el discurso del director del club de ajedrez de Zaragoza resoplando. Se impacientaba, casi rabiaba. Porque eran siempre las mismas memeces. Aquella gente hablaba de él como si estuviera muerto, como si se estuviese muriendo", escribe Arthur Larrue

Alekhine estuvo varias veces en Zaragoza. Al menos tres (aunque el doctor Ramón Rey Ardid, con quien jugó mucho, afirmó que se habían conocido en los años 20): en 1935, 1944 y 1945.

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Alexander Alekhine en su esplendor. Fue campeón del mundo en dos períodos: de 1927 a 1935, tras  vencer a Capablanca, 'el Mozart del ajedrez', y de 1937 a 1946.
HA.

En su primera visita jugó en la Agrupación Artística Aragonesa y en el Casino Mercantil el 22 y el 23 de marzo, y se enfrentó a Rey Ardid, que sería su constante contrincante. En varios días de marzo, desde el 9 al 13 de 1944, se alojó en el hotel Universo y se enfrentó en un ‘match’ de cuatro partidas a Ramón Rey Ardid. Solía vencer el ruso, alcoholizado ya y atormentado, pero también firmaron varias tablas. En realidad, ganó una partida el ruso y firmaron tres empates. Y, además, Alekhine jugaba partidas simultáneas con los clubes de ajedrez de la ciudad.

Su última visita a Zaragoza fue el 31 de julio y el 1 de agosto de 1945, unos meses antes de su muerte. En el diario que intentó llevar de ciudad en ciudad, como recuerda Larrue, estaba prisionero del alcohol, sobre todo del coñac, y de los cigarrillos, y también de su mala conciencia. Se había manifestado pronazi y antisemita. Había puesto en el ojo del huracán nazi a jugadores importantes con sus artículos e incluso a su propia esposa.

El doctor Rey Ardid, campeón de España varios años, lo recordaría en 1986 así: «La depresión, la falta de recursos, y sobre todo el alcohol, fueron convirtiéndole en un guiñapo humano, muy bien retratado por nuestro Pablo Morán en su magnífico libro ‘La agonía de un genio’. ¿Cómo era Alekhine? Yo lo resumiría diciendo que era la contrafigura de Capablanca. Para él, la única razón de su vida era el ajedrez. No hablaba de otra cosa. Era egoísta en extremo, amaba la vida bohemia. Psicópata sexual, se casó sucesivamente con tres ancianas. Terminada la guerra, quiso participar en el torneo de Londres, pero se le puso el veto en vista de su conducta sospechosa. Tampoco se le escuchó de igual modo cuando anunció que estaba dispuesto a poner en juego su título de campeón mundial frente a Botvinnik. En 1946 pasó a Portugal y en Estoril le sorprendió la muerte el 25 de Marzo mientras analizaba la partida Medina-Rico». Un retrato de demoledor. Alekhine fue campeón de 1927 a 1935, y de 1937 hasta su muerte.

LA FICHA

‘La diagonal Alekhine’. Arthur Larrue. Traducción del original en francés de José Antonio Soriano Marco. Alfaguara. Madrid, 2022. 277 páginas.

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